Un Texto de Yldefonso
Finol
Por Chávez
I
Por la salud de Chávez vamos a misa los comunistas, los herejes incrédulos y
sublevados.
Lanzamos Manifiestos arengando redenciones futuras, razones para alzarse contra
la des-historia, consignas para dar la sangre y aquello de somos la vida y la
alegría.
Los melenudos izquierdistas del socialismo utópico y los comeflores del mayo
francés, dejamos nuestras súplicas en las paredes con el sello irreverente de
subir a los cielos y tomar a Zeus por rehén.
Los hippies amigos de Lennon y las hormigas rojas en las habichuelas gigantes
perdonan a las hierbas, para que cesen las guillotinas su filosa orquesta de
filósofos silencios.
Los garrotazos desaparecen de la columna del Gandhi y las alturas de Machu
Picchu se nos entregan como los cuerpos florecidos de patriotas azules en el
Campo de Carabobo.
Proclamas emergen de los grisáceos fondos coralinos, donde reposa el cardumen
de los anfibios teatreros que sacaron a Lovera a las páginas inmortales de la
verdad rediviva.
No sé si es el remolino de recuerdos o el Dolor de la multitud amorosa lo que
me inunda el alma como cascada profunda de Plegarias.
Mis chamanes son guerreros resucitados, son los Mohanes a los que llamo con
guarura nocturna -vale decir clandestina- para salvarla de las empresas
televisivas asesinas.
Por tu sanación damos las gracias hasta las desgarraduras, no soportamos la
quietud de la rutina ni nos resignamos a esperar los desenlaces.
A tu amanecer ofrendan los juglares sus pregones, cantan desde sus pulmones los
soldados himnos que la guerra hizo poemas.
Oraciones brotan por doquier como pasto silvestre que alimenta dioses criollos,
pequeños como una concha de caracol, inmensos cual las olas oceánicas que ven
caer al padre sol.
Cual mendigos del poder infinito de la Pacha Mama nos tatuamos petroglifos en
carne viva y marchamos descalzos al espejismo de sal que nos seduce desde
lontananza.
Gremios de juristas sensibles redactan petitorios a las Cortes superiores donde
la reina María Lionza trenza su derecha con el Negro Miguel y su siniestra con
Guaicaipuro, mientras reposa glúteos y faena sobre lomo de tapir.
De hinojos ante la noche canta el trovador sus serenatas, ruega sus súplicas el
enamorado, vierte su fe el místico.
También yo, de rodillas, arriesgué mi espalda a los azotes del verdugo, para
que tu andadura siguiera cabalgando sobre brioso crisol de victorias.
II
Veo la peregrinación harapienta que avanza hacia el vientre de la suerte el
tamal de los homenajes la arepa de la justicia el pan de las libertades
el caldo de las redenciones
Veo las Ofrendas que te llevan las abejas insomnes de todos los panales que han
surgido de tu voz alzada en los desiertos
Los Sacrificios forzados de otrora el pueblo ahora los canta para la gloria de
un despertar inesperado el grito mismo del esclavo que antes sólo gemía y
callaba
Honores te dan al pasar quienes del honor viven y ni agua requieren en los
siglos del deber
Templos no hacen falta donde tanto corazón es tu morada donde te abrigan ninfas
australes y nirvanas alfombran alamedas para tu paso
Multitud de clanes nos arropamos en el Tótems erguido de tus convicciones como
colmenas soterradas como nidos de nuestras infinitas ansias de ser de inhalar
éteres del cosmos y beber savias de la reposada tormenta
Trajiste del averno los Oráculos cuando los desalmados te creyeron ido
Venciste la impaciencia sin dejar para más nunca lo que tenías que hacer
Juntaste los dispares por el prístino llamado de tu afecto
Derrotaste pústulas casquivanas sin desmaquillar poses sin necesidad de hurtar
autorías
Trasluciste la opacidad con que el fango nos enceguecía
Demoraste los vagones para montar a los rezagados a los carecidos de tiquetes a
los que amanecieron sin techo durmieron sin amor y lloraron de hambre
Nos abriste los ojos y ya no tendrá descanso nuestra vigilia por esas
maravillas festivas a que nos convocaste.
III
Tu raíz arrebata de la sed milenaria lo por cumplir, las causas insospechadas
pero justas, el cauce de manantiales no descubiertos, el argumento subterráneo
que estalla untándolo todo de ganas.
Tu raíz se bifurca en incertidumbres suspendidas, se apaga a ráfagas por
zarpazos viles, pero se multiplica a razón de miles por contacto hazaña.
Tu raíz te dio madre y sorpresas y otros fuegos fundadores, te dotó de senderos
arenosos y asoleados para que tus pies creyeran en el camino, aunque el camino
no supiera de compasiones ni de acertijos.
Tu raíz demoró ciertos cadalsos en salir del foso, tus imanes nos atrajeron sin
mediar superficies.
Tu aquiescencia al atrevimiento nos mantiene en ayuno de quietudes.
Tu apego congénito al abismo, al hechizo de los azares, al intrépido darse del
insurrecto, nos ató náuticamente al incógnito sino de las pendientes.
Tu arbitrario contagio de criollismos nos allana las sendas a lo nuestro.
Tu ímpetu adolescente a veces me ciega la carga del tiempo y la fatiga.
Tu huerto de crisálida encinta polinizó sabanales que sucumbían al tambor de la
sensualidad.
Tus pesares se hicieron pan compartido, tu brío aliento de la grey en pos.
Tus heridas nos laceran como emboscadas criminales.
Tus naufragios ya nos enseñaron el poder de la resurrección.