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lunes, 29 de abril de 2013

Hologramas


El estructurado estructuralismo norteamericano formateó, por décadas, prolijos trabajadores de prensa que salían a la calle con su formulario mental por completar.

Así, cual censistas de la realidad iban con su anotador contestando: Quién, Qué, Cómo, Cuándo, Dónde, Por qué y Para qué.

Y las noticias salían prolijas bajo un título que le avisaba al lector lo que iba a encontrarse en el desarrollo. Y la foto era de lo que la noticia contaba. Y los avisos de la página eran los que pautaba el departamento comercial del medio. Y no el de la empresa que patrocinaba una información.

La holografía es una técnica fotográfica que permite que dos imágenes compartan el mismo espacio físico.
Así, de acuerdo a desde que ángulo miremos el holograma será la imágen con la que nos encontraremos.

Existen noticias holográficas. 
La construcción informativa de la noticia sobre el conflicto de los trabajadores de Fel Fort es uno de esos casos.

En el mismo espacio conviven la mirada del editor y la del trabajador de prensa que redactó el material.
Uno, mira con los ojos del empresario que anuncia en el diario y que comparte mirada con el dueño del medio respecto al trato para con sus empleados. El otro, mira desde el conflicto que los empleados del chocolatero mantienen con el empresario y desde los destratos que los trabajadores del medio también padecen.

El editor desdibuja con su trazo todo lo que el redactor cuenta. Borra con su codo lo que el periodista escribe con la mano.

Resalta en el título: Dura respuesta del empresario a los empleados. No dice trabajadores, dice empleados.

  
"Que vayan a laburar en lugar de quejarse", dice Fort desde un estudio de televisión. Podría haberlo dicho desde Miami subido a un descapotable de serie norteamericana. O bailando en el programa de Marcelo Hugo. O promocionando su espectáculo en la costa bonaerense o en la noche de la calle Corrientes. O Saliendo de un post-operatorio en un sanatorio cinco estrellas.
Y el editor lo resalta.

"Esta empresa tiene más de 100 años ¿cómo no va a tener las condiciones necesarias para trabajar?" dice Ricardo Fort. Como si el 1º de Mayo fuese el día del trabajo y no el del trabajador. Cómo si esa conmemoración fuese solo un día no laborable. Y hubiese surgido de la nada.  Como si en Argentina jamás hubiese existido el peronismo para hacer visible al "subsuelo de la Patria sublevada" de Scalabrini Ortiz.

Ricardo Fort se indigna con los trabajadores de su fábrica. Y el editor lo resalta. Porque esa indignación es gemela de la del dueño del diario para el que él trabaja. Y es gemela del empresario medio.



 La noticia aparece en Espectáculos para que el protagonista pueda ser Fort. Si la noticia apareciese en Gremiales los protagonistas debieran ser necesariamente los trabajadores de Fel Fort. Pero esa es una opción que el medio descarta de plano.



El redactor cuenta en cuatro párrafos y medio de los cinco tiene para contestar las preguntas con que el estructuralismo norteamericano nos formateó por décadas a los trabajadores de prensa, el conflicto de los trabajadores de Fel Fort. Pero para leerlo hay que mirar la noticia desde otro ángulo. Como a los hologramas. 

viernes, 1 de marzo de 2013

miércoles, 20 de febrero de 2013

La vida misma

El mismo día. La misma sección. La misma noticia.

En El Diario Popular

En el ¿diario? La Nazión

Cada quien mira al Trabajador 
desde donde tiene puestos sus ojos

lunes, 11 de febrero de 2013

Tranways

"Nuestros hombres de gobierno, los que detentan, en muchos casos, casi en la totalidad, sin legitimidad, la representación pública, ¿pueden dejar de lado ese factor de gravitación universal que es el  capitalismo financiero y plutocrático, del cual la Anglo Argentina de Tranvías es una expresión directa y confesada, porque pertenece a uno de los sistemas más repugnantes de Europa, el de la SOFINA, con su empresa holder la Compagnie Générale de Tranways de la Citè de Buenos Ayres, de las cuales la Anglo es sólo agente, o testaferro? ¿Quién se animaría a contestar afirmativamente esta pregunta?
Que los ferrocarriles ingleses son un tentáculo del capitalismo financiero y plutocrático de la City, queda demostrado palmariamente con una sola consideración. Si así no fuera, los ferrocarriles de aquí se comportarían como los ferrocarriles ingleses de Gran Bretaña. Tratándose de una misma industria, aplicarían los mismos principios tecnicos, financieros e industriales, a los rieles de la Argentina que a los de Inglaterra. Sin embargo, no es así. El ferroviario inglés, en Inglaterra, no puede explotar al cargador o al pasajero. Se lo prohíbe su gobierno con leyes especiales. Debe actuar sin monopolizaciones armonizando su tráfico con el de los caminos, aún a riesgo de perder en la competencia, porque así lo exigen los tiempos. En cambio, el ferroviario inglés en la Argentina busca el monopolio, la expoliación, la franquicia, el régimen de excepción legal, etc. Para el capitalismo ferroviario inglés, la Argentina es un mercado del imperialismo británico. Debe actuar en consonancia con las importaciones y exportaciones necesarias a la Gran Bretaña, aunque no sean necesarias o aunque sean inconvenientes para nosotros. Debe cooperar con las bodegas inglesas, con los puertos ingleses de la Argentina, con los demás servicios públicos que detentan los ingleses entre nosotros.  Las entradas de los ferrocarriles deben ser créditos de Inglaterra para que su banca especule con nuestra moneda, etc. Bueno, todo esto revela nítidamente el modos caraterístico, típico, del imperialismo financiero y plutocrático que, puesto al servicio de determinado gobierno, significa la colonización de una nación por otra.
¿Por qué no han querido pensar en este aspecto fundamental de la cuestión ni gobernantes, ni legisladores, ni periodistas, ni políticos?.
Terrible pregunta que acusa bárbaramente".
Amable Gutiérrez Díez
"La coordinación de los transportes"
Buenos Aires, 28 de septiembre de 1936.
En "Cuadernos de Forja" - 
Ediciones de la UNLA (2012) 

jueves, 7 de febrero de 2013

miércoles, 6 de febrero de 2013

Pandemia de injusticia

Por Luciana Peker *

Los avances en materia de violencia de género están generando reacciones contrarias que llegan, incluso, a quitarles la tenencia y prohibirles ver a sus hijos a algunas madres que denuncian abuso sexual o violencia familiar. Los casos se repiten en territorio porteño y bonaerense con una ideología patriarcal donde se fuerza la revinculación del padre con los hijos y se penaliza a la denunciante. La situación es tan grave que podría terminar desalentando la búsqueda de justicia. Las12 pudo hablar con cuatro madres a las que les quitaron a sus hijos/as en operativos policiales y que perdieron todo contacto con ellos.

El peor escenario posible: cuando la violencia de género se denuncia en remeras, en noticieros, en la playa y se vuelve políticamente correcto manifestarse en contra, las madres que denuncian esa violencia reciben como un boomerang el castigo por denunciar esa violencia de género. No se trata de una excepción ni de un caso aislado, sino de la denuncia de una estrategia sistemática de demonización de las mujeres que denuncian al padre de sus hijos/as y que consideran que el riesgo de la violencia latente es tal que no debe vincularse con los niños/as. Las corrientes ideológicas conservadoras que pretenden instalar la figura del padre por sobre todas las cosas –incluso por sobre el cuerpo de los más chicos– terminaría, entonces, castigando a quienes denunciaron la violencia o el abuso sexual y no a quienes fueron denunciados.

Por eso, Las12 juntó a cuatro madres –identificadas por sus iniciales: A. V., L. A., S. L. y P. W.– que se sienten penalizadas por la justicia por haber denunciado violencia familiar o abuso sexual contra sus ex maridos. Ellas coinciden en resguardar su identidad para proteger a sus hijos o hijas pero se agrupan para que se entienda que no están hablando de su historia como de un caso individual sino de una historia que se está tejiendo en respuesta a los avances de los últimos años como de una pelota que después de mucho avanzar ahora está volviendo al arco contrario. Pero no se trata de un juego, sino de la vida de ellas y de sus hijos/as. Y de un plan al que llaman “sistemático”, donde se descalifica su denuncia e incluso el testimonio de los chicos por creer que está maniobrado por mujeres que sólo buscan alejar a los padres y sacarles plata.

A dos de las entrevistadas, aunque parezca inverosímil, después de denunciar violencia les terminaron quitando a sus hijos/as. El nombre técnico de ese puño cerrado del Poder Judicial es reversión de guarda. “Es una modalidad totalmente novedosa que ha tenido origen en Lomas de Zamora y se está repitiendo”, advierte Juan Pablo Gallego, abogado (en distintas instancias) en tres de las cuatro causas relatadas en esta nota, ex querellante contra el sacerdote Julio César Grassi en el expediente que lo condenó por abuso sexual y autor del libro Niñez maltratada y violencia de género, de Editorial Ad-Hoc.
Hasta ahora, el sentido común de la Justicia indicaba que una madre tenía que hacer algo muy grave para que se la alejara de su hijo/a. Ahora se rompió hasta ese sentido. La razón de la Justicia para dar este vuelco contra las madres que denuncian es que las madres intoxican a sus hijos (un argumento similar al síndrome de alienación parental que dice que si los chicos no quieren ver a su progenitor no es por su propia vivencia de violencia sino porque las madres les llenan la cabeza y entonces se logra descalificar la voz de los niños/as) y entonces un puñado de psicólogos/as apoyan los dictados de reversión de tenencia que justifican el síndrome de la madre maldita.
 
Pero las mujeres que fueron a pedir ayuda a la Justicia y se encontraron con un allanamiento que les vació sus casas se muestran desesperadas y desalentadas por una medida que nunca esperaron. “Estoy peor que antes”, dice la madre que no ve a sus hijos desde octubre. “Voy todos los días a Tribunales”, cuenta la mamá a la que le arrancaron sus hijos en medio de las fiestas. “Vivimos todos los días con miedo a que nos secuestren a nuestros hijos”, cuentan las madres que ya pasaron por todos los pasos de un sistema judicial que sigue las mismas huellas hasta generar más temor que protección y se sienten las nuevas víctimas de un Poder Judicial al que ponen en tela de juicio.

Los chicos y chicas fueron llevados (o secuestrados, como dicen ellas) en medio de operativos comando con policías y con los pibes y pibas suplicando, gritando, pidiendo, llamando y escondiéndose para no irse del lado de su mamá. Tal vez si el video del desgarro se viera por YouTube o lo repitieran los programas de la tarde... tal vez así escucharíamos ya no la voz sino los gritos. Pero, por ahora, los chicos y chicas no fueron escuchados. “El Estado argentino puede tener responsabilidad internacional por esta pandemia de casos que demuestran una reacción de la Justicia misógina”, alerta Gallego.

“¿Cómo lo cuento, desde el secuestro o todo?” se pregunta A. V., mamá de tres hijos de 3, 10 y 12 años, para contar que el ilícito que pudo paralizar a un país hoy sólo la paraliza a ella, que tiene los cuartos cerrados de sus hijos para no ver la ausencia y una planta que entra de la vecina porque no quiere ocuparse de su casa mientras ellos no estén. Ella denunció al padre de sus hijos por violencia. Desde el 2 de octubre que no ve a sus hijos.

¿Qué pasó para que la Justicia llegara a sacar a los chicos de tu casa?
A. V.: –Yo denuncie al papá, en un Tribunal de Familia de Lomas de Zamora, por violencia. Porque torturaba a sus hijos metiéndolos debajo de una ducha de agua fría y apagando la luz. Los niños fueron escuchados por el organismo zonal de protección de los derechos del niño y dijeron que no querían ver al papá porque les pegaba. Pero se llegó a un expediente de reversión de tenencia y yo no los veo a los chicos desde el 2 de octubre, cuando allanaron mi domicilio once personas mientras yo, que soy ginecóloga, estaba en el consultorio. Entraron un comisario y montones de personas. El bebé estaba jugando en el piso y al mayor, que estaba a los gritos, le prometieron que si se calmaba iba a poder hablar con su mamá. Después van al colegio de mi hijo de 10 años. A partir de ese momento están incomunicados: no tienen Internet ni pueden hablar conmigo. Y una cosa que me parece importante es que la orden dice que si estaba yo y sufría una descompensación, que me trasladaran al nosocomio más cercano sin hacerse responsables de mi estado de salud. O sea que me querían hacer pasar por loca.
¿Por qué se llega a prohibirle el acercamiento a una mamá que denuncia violencia? ¿Qué alegan?
Juan Pablo Gallego: –No se alega nada. Normalmente estas medidas están destinadas a proteger a un niño de una situación de abuso, de violencia, de negligencia, de violencia de género.
A. V.: –Los nenes no querían visitar al papá. Los jueces estaban ahí cuando lo dijeron. Fueron intimidados e interrogados por cuatro adultos y dijeron “no queremos verlo”, pero les dijeron “tu opinión es una hojita más del expediente”. Llegaron a decirle a mi hijo mayor “¿no pensaste que tu mamá podría tener un accidente?”.
 
MOTIN DE JUGUETES

L. A. comparte el mismo desgarro. Cuida a las mascotas de sus dos hijos, una nena de nueve y un nene de diez años, mientras ellos no están. No pudo comenzar año nuevo con sus hijos porque en el medio de las fiestas, y en el último día hábil del 2012 la sorprendieron con un operativo de guerra pero con el botín de dos niños. Nunca creyó que su denuncia por violencia y abuso sexual la podría separar de quienes intentaba resguardar: “El 27 de diciembre, estando en casa sin ningún tipo de antecedente o advertencia de que algo podría ocurrir, ni siquiera por instinto, tocan el timbre un oficial de Justicia, la secretaria del Juzgado Civil Nº 8 Nacional de Primera Instancia a cargo de la magistrada Julia Servetti de Mejías, quien lleva el juicio por violencia familiar y tenencia de los chicos desde el 2009. En el Juzgado existen varios antecedentes del cuerpo médico forense y de psicólogos particulares que aconsejan que no es buena la revinculación con el padre. Yo denuncié la violencia contra mí y contra mis hijos. Y unos meses después, el 27 de noviembre del 2009, hice una denuncia por abuso sexual en la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema. No se hicieron bien las pericias ni las indagatorias en la causa de abuso. Se continúa con la causa de violencia y de tenencia”, relata.

¿Cómo pasás de denunciante a denunciada? ¿O de denunciar a ser separada de tus hijos?
L. A.: –El 27 de diciembre, por una medida cautelar, invaden mi casa tres patrulleros, una psicóloga que se presenta como designada para facilitar el cambio de guarda y que, ahora sabemos, dice que los chicos están pasando por un proceso de desintoxicación de los sentimientos de la madre y que solo van a tener contacto con el padre y los padrinos, que es donde están viviendo, dado que los chicos vuelven a negarse a vivir con el padre. Este episodio terminó bastante violentamente porque los chicos entran en una crisis nerviosa. Mi casa estaba invadida de policías. Yo entré a la ambulancia con custodia policial al igual que los chicos. La pediatra de turno del Hospital Zubizarreta nos dice que los chicos entren con la madre. El padre los manotea y le pega una trompada a una de las letradas. La policía me saca del hospital. De esta manera, el Juzgado le entrega la tenencia al padre. Los chicos quedan internados un día pidiendo estar con la madre. En ningún momento se les permitió hacer llamadas telefónicas ni el uso de Internet. Estamos totalmente incomunicados. Mi mayor angustia es no saber qué pasa por la cabecita de ellos después de un operativo donde se los vuelve a revictimizar, en una casa ajena, sin sus tratamientos psicológicos, y la nena sin su tratamiento médico. No hay ninguna seguridad de cuál es el estado físico y psico-emocional de ellos. Me presento todos los días en los juzgados y no recibo nada más que “ahora lo tiene que evaluar fulanito” o “alguna fundamentación habrá”. Pero no me dan ni un régimen de visitas.
A. V.: –Mis nenes hace tres meses que están impedidos de contacto. Pero robaron un teléfono y el de 10 años me llamó. Me contó que el mayor está enfurecido, que dice que va a matar al padre o que se va a matar y que el de tres años llora todo el día. Fui a la comisaría a hacer la denuncia de lo que pasaba. Y mi hijo me volvió a llamar diciéndome “Mamá, por favor, ayudame, me quise escapar y la reja está electrificada”. Yo le paso el teléfono a Juan Pablo Gallego y hacemos una denuncia por privación ilegítima de la libertad. Pero nadie actuó.
J. P. G.: –En el caso de A. V. fui testigo de que el chico llamó, la verdad, desesperado. El tema de pretender “desintoxicarlos” demuestra que la ideología está por sobre la ley.
¿Cuál sería la ideología?
J. P. G.: –La ideología del patriarcado, del machismo y la que justifica la violencia, y la misoginia mantiene una posición dominante pese a los importantes avances legislativos y, más aún, como reacción a los avances legislativos.
Pareciera que tenemos mejores leyes para denunciar la violencia de género, pero en la práctica las actuaciones judiciales le dicen a la denunciante “tené cuidado porque te podemos sacar a tus hijos”...
P. W.: –A mí me lo dijeron expresamente. Yo fui a denunciar el abuso y el secretario del Juzgado me dijo: “¿Sabés que si no lo podés probar perdés a tus chicos?”. Yo dejé la denuncia pero me quedé pensando cuántas se animaron a dejar el papel y cuántas no.
J. P. G.: –Lo que marcan estos casos es una avanzada conservadora. Estas extracciones violentas de niños con personal policial uniformado, mediando violencia, contra la voluntad de los niños, están mostrando la cúspide de la ofensiva. La creación de esta modalidad fue en Lomas de Zamora, donde se dispone dictar el cambio de vida de los menores. ¿Qué significa? La aniquilación del vínculo materno-filial. Estamos ante una ofensiva que va más allá del clásico backlash del que se ha hablado como una reacción frente al avance contra el abuso sexual.
¿Es un paso más?
J. P. G.: –Sí, es un paso más evidentemente. La multiplicación de estos hechos, y que haya ocurrido un caso de estas características en la Capital Federal en el último día hábil de diciembre, es un paso más en llevar la misoginia al grado de una pandemia hasta ahora no conocida.
¿No son excepciones ni casos aislados sino una tendencia a castigar a las madres que han denunciado violencia de género o abuso sexual y a revincular a los chicos con sus padres?
J. P. G.: –Sí, me llama la atención que esto ahora se propague a Capital Federal. Hay varios casos no resueltos en la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires. Por eso digo pandemia. Es un juego ideológico donde parece que la castigada es la madre y el castigado es el niño.
¿Hay alguna posibilidad de llegar a la Corte Suprema o a un tribunal internacional?
J. P. G.: –La actuación de estos jueces está engendrando una responsabilidad internacional del Estado en el marco de procedimientos que dañan para siempre a niños con uniformados irrumpiendo en los hogares contra su voluntad. La violencia institucional redimensiona la violencia de una manera perversa.
L. A.: –El 27 de diciembre todo el operativo habrá durado en casa cuatro horas. Los chicos se comunicaron directamente con Juan Pablo a su celular y llamaron a compañeritos de colegio para decirles que la policía se los quería llevar y que por favor vengan a ayudarlos. Armaron barricadas con los muebles. Se encerraron en el baño con sus mascotas. Les dijeron a las personas del Juzgado y al padre, que estaba presente, que no querían irse y la oficial del Juzgado les dijo que ellos eran muy chiquitos para tomar decisiones. No les dieron posibilidad de manifestarse de ninguna otra forma.
J. P. G.: –En el caso de L. A. yo actué como representante del niño (I.). Tuve mi conversación a solas. El me expresó situaciones de violencia por las cuales él no quiere tener este vínculo con el papá y en ese marco yo le di mi teléfono celular. El día del operativo me llamó. Era desgarrador. Yo no soy tonto y hace muchos años que trabajo en esto. No había ninguna madre diciéndole nada. Estaba desesperado.
¿Qué se busca al separar a los chicos de su madre?
P. W.: –Está la intencionalidad de romper el vínculo materno-filial. Pero además el chiquito para denunciar el abuso requiere de un gran coraje para animarse a romper con este secreto. En todos estos casos los chicos han sido muy valientes y han roto este secreto, han pedido ayuda y han encontrado madres que los han escuchado, que tampoco es frecuente, y han salido a defenderlos. Nosotras vemos que hay una gran campaña para denunciar la violencia y parecería que tenemos más recursos y protección. Pero conocemos muchos casos, por lo menos ochenta, en donde las madres hemos sido castigadas por haber cometido el “pecado capital” de haber ido a la Justicia a buscar justicia. Acá hay dos leyes. Por un lado está la Convención de los Derechos del Niño, pero en la práctica se castiga a quien rompe el silencio y se busca doblegar a la madre y al niño, y si eso no es suficiente, se ordena la reversión de la tenencia. ¿Cómo le explicás a un chico que sea valiente y hable si es penalizado por eso? Todas nosotras fuimos a la Justicia en busca de protección y no sabíamos que recién ahí comenzaba el abuso.

UN PLAN SISTEMATICO DE REVINCULACIONES
 
“¿Por qué lo defendés si a vos te trata peor?”, le dijo un día su hija mayor cuando tenía cinco años. P. W. decidió no aguantar más los golpes y separarse. “No importa cuán destruida estoy, yo no tengo derecho a ser madre de estas chicas si les enseño que esto está bien”, se dice hoy como tuvo que repetirse tantas veces desde 2007 y ahora mismo, cuando sus hijas tienen 7, 9 y 12 años. Hasta el 2009 él tenía un régimen de visitas. Ella repetía un latiguillo al que llama “el manualcito”: “Papá no es malo, pero está aprendiendo a tratarte bien”. El manualcito no alcanzó cuando una de sus hijas vino con una fractura en la mano y otra con un desplazamiento del cráneo. Pero el 7 de junio del 2009 el mundo y sus manuales se despedazaron. Su hija más chica se levantó de una pesadilla diciendo “papá es malo”. Ella le preguntó por qué y recibió como respuesta “juego a bajarle el pantalón y tocarle el pitulín para que esté contento”. El manual terminó en denuncia. “Ellas estaban amenazadas, si me lo contaban él me iba a matar. Yo hago la denuncia cuando la jefa del Hospital Fernández me dijo que mis hijas estaban siendo abusadas física, emocional y sexualmente por el progenitor. En Cámara Gesell las chicas relatan situaciones de abuso. Ahí pido la suspensión de las visitas que yo misma había pedido. Hay una testigo presencial que es una mucama. Los peritos de parte y oficiales dijeron que mis hijas habían sido abusadas y tenían un estrés postraumático gravísimo por la perversión de los abusos que habían padecido. Mi hija del medio terminó con un brote psicótico escuchando voces y mi hija mayor tuvo un intento de suicidio. Pero la jueza civil estaba buscando sistemáticamente la revinculación con el padre. Yo tengo la tenencia pero me prohibieron brindarles atención médica o psicológica. Yo vivo en Capital, mis hijas van al colegio en Zona Norte y las derivaron a un centro en Avellaneda con profesionales que les dicen ‘el problema es tu mamá, que te dejó sin tu papá’, y tienen prohibido el ejercicio de la profesión por carecer de matriculación. Pero no casualmente son las mismas a las que derivaron a A. V. y no son sesiones psicológicas sino de tortura.”
J. P. G.: –Ella está domiciliada en Capital Federal y le ordenan hacer esta vinculación en Avellaneda con los mismos profesionales del caso A. V. A mí me sorprende.
A. V.: –Estas profesionales hablan del Síndrome de Alienación Parental (SAP) y del objetivo de la reprogramación.
P. W.: –En los informes de mis niñas entrevistan al padre y dicen que las chicas están sujetas al SAP. Hay pruebas. ¿Sabés lo que es una testigo presencial en un caso de abuso? La fiscal me acusa de usar el SAP en el marco de un divorcio conflictivo. Hoy la situación de mis chicas es que las obligan a revincularse con la familia paterna, que fueron cómplices del abuso, y ellas se niegan rotundamente a verlos; sin embargo, están obligadas a hacerlo. La propia asistente social viola el impedimento de contacto porque les trae cartas y regalos del padre. Y tengo un expediente de reversión de guarda.
¿La reversión de guarda es una amenaza?
P. W.: –A mí me dijeron expresamente que si no dejo las cosas como están me van a sacar a mis chicas.
J. P. G.: –Ella tiene una cantidad de informes que dicen que sus niñas fueron abusadas por su padre, por lo cual tiene el deber legal de denunciar el abuso sexual. No puede mirar hacia el costado. También es disparatado obstruir la elaboración del trauma en niños. Se lleva no sólo a la impunidad, sino a un daño de las víctimas que es irreparable. La asimetría se repara con justicia. En el caso de Grassi, los chicos me decían “¿Quién me va a creer si este hombre está todo el día en televisión, es poderoso y habla con los presidentes?”. La condena fue muy reparadora para las víctimas. Acá se profundiza la asimetría entre víctima y victimario y es gravísimo.
P. W.: –No es fácil salir de estas situaciones. A mayor nivel socioeconómico y cultural, más difícil es salir porque se supone que de esto no se habla. Mis hijas fueron echadas del colegio cuando denunciamos el abuso. Está mal visto no aguantar la violencia. ¿Cómo vas a denunciar a hombres que no son kiosqueros sino directores de banco, médicos, directores de instituciones públicas? Son intocables. La asimetría de poder es absoluta. El nivel de desprotección es absoluto. En todos los casos somos las madres malditas. Los castigados son los niños, pero les destruís lo último que les queda, que es el vínculo con la madre.
A. V.: –Encontramos en todos los casos un mismo modus operandi.
S. L.: –Así como hubo un plan sistemático de apropiación de niños y de robo de identidad en los setenta, acá también se está dando un plan sistemático donde los chicos están siendo secuestrados a través del Poder Judicial.
S. L. presentó la denuncia en septiembre del 2004, cuando su hija tenía tres años y medio. En ese momento estaba conviviendo con el padre de su hija y tenían planes de agrandar la casa y la familia. Hasta que descubrió signos de abuso sexual en su niña. Ella tiene miedo, un miedo que denuncia: “Mi temor es que pueda pasar lo mismo que en otros casos. Yo no quiero ir a pedir por mi hija que ha sido secuestrada de mi casa, del club o de la escuela por la propia Justicia para que vaya a revincularse con su padre o con su abuela con los cuales ella no quiere revincularse. Yo me imagino las personas cuando estaban en la dictadura esperando que les vengan a derribar la puerta de sus casas. Ya no son grupos de tarea sino la Justicia junto con el brazo ejecutor, que es la policía”.

*Publicado en  Las 12 el 25/1/2013 bajo el título "Otra vuelta de tuerca"

sábado, 5 de enero de 2013

Los prebendarios

 Por Mario Oporto *
 
No hay reparación histórica que no sea precedida por el daño. La anulación del contrato de venta del predio de Palermo que la Sociedad Rural Argentina utiliza desde hace mucho tiempo –primero de hecho, luego con irregularidades en la tasación y la compra– es un ejemplo que tiene una historia moderna y otra más antigua.
La historia moderna es conocida y recordada por sus características sospechosas, y podríamos decir que es la parte más pública de aquello que se está discutiendo: el traspaso gracioso del predio en 1991. Un acto que forma parte de una extraña secuencia de “reparación histórica al revés”, por la que no se beneficiaron los dañados por la historia, sino aquellos que produjeron los daños. Entre ellos, ministros de Economía surgidos de la matriz cultural de las dictaduras argentinas.
La “compra” por parte de la Sociedad Rural del predio de Palermo a un precio doblemente vergonzoso –por el valor vil que se transó y por la ventaja que sacó de él una corporación a la que le sobra riqueza– fue siempre vista como un chiste inmobiliario y una provocación que llega a su fin con el decreto presidencial 2552.
En defensa de los intereses de la asociación que conduce, al presidente actual de la Sociedad Rural se le ocurrió decir que la decisión del Gobierno de anular la venta de 1991 es una venganza “por la 125”. Con lo que intenta que las cosas se discutan en el campo de la actualidad. Pero la historia de la Sociedad Rural no es, justamente, la historia de una institución dañada por el Estado, sino la de una asociación beneficiada sistemáticamente desde su nacimiento.
Recordemos brevemente ese origen y algunas de sus derivaciones. La Argentina se endeuda por un millón de libras con la casa Baring Brothers en 1824, a cambio –entre otras cosas– de hipotecar tierras fiscales. En abril de 1826, el presidente Rivadavia desaloja de esas tierras a los indios y los criollos que la ocupaban. En mayo sanciona la Ley de Enfiteusis (una cesión discrecional de tierras, sin obligación de ocuparlas), y en julio se funda la Sociedad Rural Argentina, en la que Rivadavia tenía acciones.
Esa primera Sociedad Rural recibe 122 leguas en las zonas más fértiles de la provincia de Buenos Aires y en 1830 ya tiene 8,5 millones de hectáreas repartidas entre 500 estancieros asociados (aproximadamente 15.000 hectáreas cada uno). Las consecuencias económicas para el Estado no fueron buenas. Los estancieros esquivaban el pago del canon, además de alquilar las tierras como si no se tratara de una sociedad productiva sino inmobiliaria. Los patrones económicos de los estancieros en aquellos años se basaban en la apropiación, la especulación y la evasión.
En 1826, el primer presidente de la primera Sociedad Rural fue Narciso Martínez de Hoz. Su hijo, José Toribio, fue el encargado de liquidarla (era una sociedad de acciones) y refundarla en 1866, un año después de que los estancieros lograran la sanción del Código Rural en la provincia de Buenos Aires (de la que José Toribio Martínez de Hoz fue el “contenidista”), un modo de institucionalizar el trabajo servil de los peones de campo.
El predio que la Sociedad Rural Argentina usufructuó de hecho en Palermo fue un espacio desierto durante muchos años. Pero en 1906 asumió la presidencia de la sociedad Manuel Güiraldes (padre del escritor Ricardo Güiraldes), cargo que abandonó en 1908 para convertirse en intendente de la ciudad de Buenos Aires por designación de Figueroa Alcorta. Güiraldes fue el encargado de organizar los festejos del Centenario de 1910, de los que la Sociedad Rural se vio beneficiada con la construcción de sus pabellones históricos. En aquel momento, Sociedad Rural y Estado argentino eran más o menos lo mismo, por lo que se entiende que hoy en día irrite tanto a esta corporación la falta de privilegios que siempre tuvo y que consistió en dominar lo público mediante reuniones íntimas en las que obtenían los favores de la “política”. Viejas y nuevas historias del poder y la soberanía popular.

* Diputado Nacional - Frente para la Victoria.
Texto aparecido en Página/12 el 4/1/2013
con el título "La Rural y los favores políticos" 

jueves, 27 de diciembre de 2012

Brigadista Presidenta


CFK
"Plan Nacional del Manejo del Fuego Provocado"
Salón de las Mujeres Argentinas
Casa de Gobierno - Buenos Aires - Argentina
27/12/2012  

miércoles, 12 de diciembre de 2012

¡Y con está iglesia...!


No es para menos.
¿Un nuevo caso de "no en mi nombre"?
En la página 22 del ¿diario? La Nazión
11/12/2012 

martes, 27 de noviembre de 2012

Fotografías



Por Horacio González*

Al juez Thomas Griesa le gusta fotografiarse. Es lógico, debe cumplir con una dimensión importante de la función pública, que es la publicidad de su figura, con la postura de una foto oficial. Hay fotos y fotos. La foto oficial es otra cosa. Se la prepara, la toman especialistas, debe hacer brillar la solemnidad y la gallardía del poder. Sin excesiva arrogancia y también sin falsos escrúpulos que parezcan un festejo de la informalidad. Pero veamos a Griesa: su fisonomía dice mucho... o lo dice todo. Es un rostro que pertenece a una cultura. Aunque no necesariamente agota todas las posibilidades de la cultura norteamericana. Basta comparar su foto con fotos de Faulkner, Kerouac, el mismo Henry Fonda. O si no, Marlon Brando. Claro, son actores o escritores. Pero en sus rostros está expresada una indeterminación, una apertura a la dificultad de la existencia. Pero en Griesa no. Solo hay determinación, un arquetipo que parece surgido de un comic. Algo que informa que estos rasgos sumarios de una fisonomía pueden albergar las formulaciones más demoledoras de una cultura jurídica.

Es un rostro enjuto, tomado por una ancianidad que casi es un mecanismo de voracidad y astucia. Al lado de la bandera norteamericana, toma tal envergadura arquetípica, que es en sí mismo un llamado imperial, una convocatoria belicosa con su martillo de madera reposando amenazador en el pupitre. Parecería la estampa misma de un encorvado dicterio, de un úkase patriarcal pronunciado desde lo alto y hacia el vacío. Un reposado mundo jerárquico se desprende su figura, como vieja concepción del mando imperial. En las fotos esto aparece como un resplandor subrepticio, pero notable.

Todos podemos verlo. En esa mirada levemente irónica desfilan como luminarias inertes las antiguas guerras de conquista. Vemos la expansión contra México, la guerra contra España para controlar Cuba, las acciones de todo el comienzo del siglo XX sobre Nicaragua, las intervenciones sobre el resto del planeta, las que podríamos considerar las más injustas, pues brotaban de cálculos geopolíticos y económicos de secretos gabinetes de intrusión. En esa mirada lejana, como ensoñada, en su vejez recalcitrante, podemos ver en Griesa –hombre de Kansas, de Harvard, del Sistema– también la brumosa figura de un Braden. Pero no veremos la de Humphrey Bogart. Sí la de un John Wayne. No la de un James Dean. La cultura norteamericana, tan compleja como es, con su propensión a grabar fuertes imágenes en la mirada de la humanidad, que supo llamar Nación a su enorme variedad cultural, queda confinada en ese rancio octogenario que convoca a la destrucción escribiendo actas judiciales que casi son órdenes misilísticas.

Cada una de sus fotos, con toga o sin toga, con bandera norteamericana o sin bandera norteamericana de fondo, con media sonrisa o gesto adusto de burlona rapacidad, en un balcón neoyorquino o rodeado de libros de leyes encuadernados –sí, le gusta fotografiarse– es un retrato condenatorio de la civilización que han creado los Estados Unidos de América. De su aspecto humanamente más fracasado. Ningún rastro aquí de la tradición del fiscal, del juez que juega su cargo en una denuncia, del sheriff valiente que no se doblega ante los sátrapas de turno. Es la gran tradición liberal norteamericana. Está en su cine, su literatura: Doce hombres en pugna; Casablanca; Los días del Cóndor; Shane, el desconocido; La jauría humana; JFK; A la hora señalada; Citizen Kane. En el cortejo cruento que pasa ante a mirada atemporal de Griesa, están los masacrados por tormentas en el desierto o en prisiones como Guantánamo. Sueña este hombre, que sale de las emisiones más lúgubres de las voluminosas fuerzas antidemocráticas de la sociedad norteamericana, que puede enfrentar sociedades más débiles desde lo alto de una cumbre judicial abstracta, con dictámenes escritos con garras, tan diferentes de las plumas que emplearon Jefferson o Luther King para escribir sus documentos. Sueña que abre sus alas y transfigura su despacho, queda su cuerpo hecho famosa ave funesta y restan solo sus ojitos entrecerrados, que picotean en los recuerdos de sus hazañas jurídicas bajo el tambor regimentado de la especulación financiera más oscura de la historia de la modernidad.

Gozosamente cadavérico, picoteando basurales de la historia, su imagen concita el repudio de los pueblos, por reasentar las formas intrincadamente más oscuras del capitalismo norteamericano. Esa mejilla hundida, ese mechón a veces peinado y a veces despeinado. Sin duda habita un sarcasmo ahí, un supremo placer de daño que no es diferente del que presidió los momentos más oscuros de la nación norteamericana. Quizá sea cariñoso con sus nietitos, pero en estas imágenes bate alas su condición depredadora. El pueblo norteamericano debe también saber verla, porque al hacerlo conocerá también qué es lo que debe ser alejado de su propio tejido moral e intelectual.

* Sociólogo, director de la Biblioteca Nacional.
Publicado el 27/11/2012 en Página/12 como"Fisonomía de Griesa"