Allí
donde el campo nacional, popular y democrático ve un trabajador, la derecha
hegemónica ve un empleado.
Donde
el campo popular ve inversión, la derecha hegemónica ve generación de déficit.
Frente
a un avance tecnológico, el campo nacional, popular y democrático ve un espacio
de mejora en la vida de los trabajadores y amplía derechos. La derecha
hegemónica ve puestos de trabajo ociosos y genera despidos.
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Esta
semana entraron en funcionamiento los molinetes electrónicos en el ramal del
tren Roca.
Antes
del 10 de diciembre de 2015 esos mismos molinetes eran pensados como una mejora
en la vida de los trabajadores. Porque en el marco de un proyecto de
ampliación de la red ferroviaria, los molinetes significaban laburantes que
iban a viajar mejor y más rápido. Y, a su vez, los laburantes del tren iban a
seguir teniendo trabajo porque esos molinetes iban a significar trabajadores
ferroviarios en más lugares. Los molinetes electrónicos iban a permitir que los
trabajadores que dejaban de participar en la generación y el control de pasajes
pudiesen participar de la expansión ferroviaria en otros lugares hasta entonces
no suficientemente desarrollados.
Después
del 10 de diciembre de 2015, en el marco de un plan de reducción y achicamiento
del sistema ferroviario, esos mismos molinetes son el cobro policíaco del
pasaje a los laburantes que sufrieron una devaluación del valor de compra de su
salario de alrededor del 50% y padecieron una inflación de ¿cuánto? más del 40%
en los precios de su canasta básica.
Significan
un aumento de hecho del pasaje de tren para todos aquellos que no puedan pasar
su tarjeta SUBE en el molinete de salida al finalizar su viaje. Porque ahora,
para ingresar al andén el pasajero debe apoyar su tarjeta en el molinete y éste
le descuenta el total del viaje más caro del recorrido realizado por el ramal
en cuestión. Y al finalizar el viaje, solo apoyando nuevamente la SUBE en el
molinete de salida, le será devuelto el valor que no utilizó y se le cobrará solo
el importe estipulado para recorrido efectivamente realizado.
Los
molinetes electrónicos en manos de la derecha hegemónica significarán el
despido de los trabajadores ferroviarios que se ocupaban de picar boleto en las
estaciones.
El
ministro de transporte de la nación reconoció días atrás que dejarán de correr
los servicios de trenes de larga distancia. Y la electrificación del ramal
Constitución-La Plata no tiene fecha cierta de finalización de la obra (que
estaba pautada para marzo pasado, con los fondos para pagar la obra incluidos)
y de momento solo llega hasta Berazategui.
Los
molinetes electrónicos, desde la mirada de la derecha hegemónica, implican
despidos entre los guardas en los trenes: ¿Cuál sería el sentido de un guarda
para controlar un pasaje electrónico y que además pagó su tarifa máxima con el
ingreso a la estación de partida?
Los
molinetes electrónicos también significan despidos entre los trabajadores
ferroviarios encargados de las boleterías: Si el boleto es cobrado por el
molinete y puede ser cargado fuera de la estación en, pongamos, un rapipago, un
pago fácil, o un comercio cualquiera que cuente con el software necesario para
cargar la SUBE ¿Qué sentido tiene pagar el sueldo de los boleteros en las
estaciones?
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Cuando
el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner implementó la SUBE, la tarjeta
fue pensada como un elemento de auditoría de subsidios al transporte. Antes de
la SUBE las empresas de transporte recibían subsidios en función de una declaración
jurada. La SUBE permitió entonces controlar que los subsidios efectivamente
correspondieran con servicios de transporte realmente prestados.
La
SUBE también fue pensada como una tarjeta multiplicadora de recursos: regulaba
el precio que los trabajadores pagaban para ser transportados por el servicio
público, pagaba subsidios a empresas, permitía que los trabajadores tuvieran
más dinero de bolsillo para movilizar el consumo y para aportar a la seguridad
social. Inclusive a finales del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner
llegó a funcionar como tarjeta de descuentos en comercios adheridos al programa
Ahora 12 y en grandes cadenas de supermercados.
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Para
la derecha hegemónica la SUBE funciona como una tarjeta de débito. Está pensada
exclusivamente como una tarjeta que reemplaza el dinero en papel. Si tiene
carga se puede usar. Si no, no.
En
ese sentido, quién recibe el dinero con el que se acredita la carga de la SUBE
pasa a ser secundario. Así, para la derecha hegemónica no tiene sentido hacerse
cargo del sueldo de un boletero si puede tercerizar el cobro de la carga de la
SUBE en un local como podrían ser por ejemplo los de Rapipago, Pago Fácil o
cualquier despacho de carga que cuente con el software necesario.
Pero
cuando el Estado se ocupa del cobrar por la carga de la tarjeta, el dinero
queda en manos del Estado en ese mismo momento. En cambio, cuando los
encargados de cobrar por la carga son empresas privadas, el Estado ya no recibe
automáticamente el dinero del cobro de la carga de manera instantánea.
Western
Union, dueña de Pago Fácil, es una empresa que se ocupa primordialmente del
transporte de dinero entre países. El Citibank, dueño de Rapipago, es un banco
históricamente dedicado a la fuga de capitales.
Cuando
la SUBE se cargue mayoritariamente en los rapipago y los pago fácil, y western
union y el citibank capitalicen el cobro de los pasajes de tren de hecho, ¿el
Estado, manejado por la derecha oligárquica, tendrá interés en reclamarles que
rindan esos cobros?
El
Estado pagará el costo del mantenimiento y puesta en funcionamiento de la red
ferroviaria y los privados capitalizarán el cobro de un servicio sin brindarlo.
¿Western union y el citbank dejarán ese efectivo en el país o lo fugaran?
Pasamos
de un Estado locomotora del crecimiento y el consumo en manos de un movimiento
nacional, popular y demócrático, a un Estado en manos de la derecha hegemónica que
nos deja en la vía.
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