por Lucrecia Cardoso *
Cuando el mundo jerarquiza la mirada sobre las industrias
creativas, lo hace centralmente por la capacidad de las mismas de generar
valor, empleo calificado, por ser industrias sin chimenea y por movilizar el
conocimiento y la propiedad intelectual derivadas del proceso creativo.
El cine argentino es una referencia en América latina del
“círculo virtuoso” entre políticas de Estado, inversión y desarrollo sectorial.
A partir de la Ley de Cine (Ley 17.741), el sector genera previsibilidad y
transparencia en un instrumento financiero de apalancamiento que se denomina
Fondo de Fomento Cinematográfico, que se compone por el 10% de cada entrada de
cine, el 10% del precio de venta de cada videograma grabado, el 25% de la suma
total de lo percibido por el AFSCA (ahora ENACOM) en concepto de gravamen
creado por art. 75 incisos A y D de la ley 22.285, legados/donaciones,
rentas/intereses, devolución de créditos, el dinero sin utilizar de años
anteriores y cualquier otro ingreso no previsto.
En términos de empleo, la Asociación Argentina de Actores
informa más de 17 mil trabajadores registrados en su Convenio Colectivo de
Trabajo en el año 2015, el Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina
ha fiscalizado más de 18 mil contrataciones registradas en el mismo año, con un
83% del segmento explicado por la publicidad y el complemento por cine; el
Sindicato Único de Trabajadores del Espectáculo Público, un registro superior a
6 mil trabajadores registrados, solo en el segmento de salas de exhibición
cinematográfica y extras.
A esto debe sumarse el trabajo en el sector televisión, en
la fracción de la industria de la música que se articula a esta cadena de
valor, y el trabajo indirecto en servicios de catering, alquiler de equipos,
locaciones, diseño gráfico, entre otros.
Desde el punto de vista artístico, el recorrido y los
premios internacionales que obtiene la cinematografía argentina, la colocan
entre las más destacadas de la región, junto a Brasil y México.
Un proceso de crecimiento sinérgico desarrolla el sector en
el período analizado (2005 - 2015), crece la cantidad de películas de producción
nacional, crece la cantidad de espectadores total y del cine nacional y crece
la recaudación, lo que los economistas clásicos denominan un “círculo
virtuoso”. Crece el empleo y el empleo registrado.
Por el tamaño del país y del mercado interno de la Argentina,
la consolidación de modelos de negocios que permitan sostener el crecimiento
sectorial, defender los puestos de trabajo y mantener el prestigio
internacional, en tanto puerta de entrada a alianzas y coproducciones, requiere
de mecanismos como los generados en el Marco Jurídico Argentino al respecto.
Debido a la análoga situación de crisis económica que cursa
el país, un antecedente que preocupa, es la Emergencia Económica implementada
por el Dr. Domingo Cavallo, a través de la cual, entre otros grandes temas, el
Estado modificó la prioridad del desarrollo cinematográfico, reasignando los
fondos, en pos de resignar la orientación de recursos al sector para priorizar
el pago de los servicios de la deuda, y otros temas que se tornaron
prioritarios por un escenario macroeconómico recesivo y de apertura de
importaciones. Eso terminó en un “círculo vicioso”, catastrófico para el mundo
del trabajo e impotente para el desastre macroeconómico, generando un deterioro
del sector que insumió más de diez años sostenidos de políticas activas para
recuperar su vigor y comenzar a expresar su potencialidad. Un alivio relativo
representa el cambio de figura, de ente autárquico a ente público no estatal,
en el sentido de la preservación institucional del manejo del fondo sectorial.
Un sector que se desarrolla a partir de la orientación de
fondos generados en su propia actividad y permite al país ofrecer contenidos de
calidad, con diversidad cultural, sin resignar la soberanía en materia
audiovisual, en una etapa en donde este lenguaje adquiere una centralidad mayor
a las anteriores etapas históricas.
* Ex presidenta del Incaa, directora del Observatorio del
Sector Audiovisual e Infocomunicacional. Texto publicado en Página12 el 12/2/17 como “Arte, industria,
trabajo y Estado”.