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domingo, 21 de septiembre de 2014

Ébola, contagio planificado y miedo planetario

(Publicado en el diario La Nación el 4/8/2014)

Reuters presenta a comienzos de agosto pasado lo que para esa agencia de noticias es la historia del paciente cero de ébola, en Liberia: 

Una mujer concurre al mercado en Guinea y días después fallece de  fiebre hemorrágica. Su hermana la cuida. Y a los pocos días descubre que tiene los mismos síntomas y temiendo tener el virus del ébola y seguir igual suerte decide buscar a su marido, un migrante interno contratado en el otro extremo de Libia en las plantaciones de caucho de la empresa Firestone. Así es como se toma un taxi comunitario hasta Monrovia y expone al contagio a otras cinco personas que contrajeron el virus y más tarde murieron. En Monrovia, la mujer se pasa a la moto de un joven que se ofreció a llevarla hasta la plantación. Desde entonces, las autoridades sanitarias de Liberia han buscado desesperadamente al joven para conocer su estado de salud.

El relato oficial del paciente cero del actual brote de Ébola en África es un relato anónimo. No cuenta el nombre de la mujer que se contagia originalmente. Ni el de su hermana ni su pareja. Ni el de los pasajeros del taxi comunitario. Ni el de la persona que se ofreció a llevarla en moto hasta la plantación de Firestone.

Así Reuters instala la idea de la necesidad de vigilar personas: Hay que vigilar todo el tiempo para poder descubrir precozmente el surgimiento de nuevos casos. Y, como durante gran parte de su desarrollo el Ébola avanza asintomático, pues es necesario vigilar todo. La condición de enfermedad asintomática es la coartada perfecta para sostener la pretendida necesidad de vigilancia y control social de la población en riesgo de contagio (en África y en el resto del planeta).

¿Cómo seguir los pasos de un virus asintomático? Siguiendo a todos. Cualquiera puede ser el próximo contagio. 

Houston estamos en problemas.

martes, 9 de septiembre de 2014

El ébola, los medios y el miedo al otro

La diseminación del virus del ébola es multipropósito
El ébola funciona al mismo tiempo como regulador de inmigración, como gigantesco conejillo de indias de los laboratorios farmacéuticos, como justificación para la ocupación continental y para la espía de grupos humanos.

Hasta ahora Europa y Estados Unidos controlaban su flujo inmigratorio utilizando centros de recepción de inmigrantes y desalentando y desprotegiendo a balseros y  polizones. Con la instalación del ébola como una enfermedad viral sin medicación eficazmente acreditada y altamente contagiosa, las restricciones al flujo migratorio hacia Europa y Estados Unidos camuflan sus razones racistas, xenófobas y económicas en una nueva justificación: los motivos médicos. Ahora dirán que cierran sus fronteras para proteger a sus poblaciones de una enfermedad contagiosa, desconocida e incontrolable.
Parte de ese mismo control migratorio es la nueva invasión territorial de los países y los continentes víctimas del ébola a los cuales envían personal médico y militar desde Europa y Estados Unidos.

 El 11 de agosto pasado, la Organización Mundial de la Salud  se reunió en mesa de debate para clarificar si era ético utilizar contra el ébola drogas de utilidad no científicamente probada. Concluyó que sí.

Desde entonces, la OMS avala el uso del suero ZMapp y de una vacuna en desarrollo por el laboratorio británico Glaxo, ambos en fase de investigación sobre cuerpos humanos, sin garantía de respuesta médica.

La participación de la industria farmacéutica en estas circunstancias no es nueva. Ya lo ha hecho Bayer a lo largo de sus 150 años de historia. Ya lo han hecho los laboratorios durante la promocionada gripe aviar, declarada pandemia en 2009.

Las guerras siempre han sido espacios paradigmáticos del crecimiento de los avances médicos y de los negocios farmacéuticos.

La caída de aviones y el contagio del ébola son dos construcciones-bosque complementarias. Una, la de los aviones que se caen, apunta a instalar el miedo a poner en riesgo la vida si uno entra (al sitio donde los aviones se caen). Otra, la del miedo al ébola, apunta a instalar el miedo al contagio si uno deja salir (a los infectados del gheto sanitario al que se los confina).  

jueves, 21 de agosto de 2014

Los miedos, los medios y los bosques

Los relatores de cuentos infantiles tradicionales tenían perfectamente delimitado el espacio del miedo. 
El bosque

Hoy, los medios fabrican permanentemente bosques nuevos con los que marcan los espacios del miedo: los sitios a los cuales no ir, los temas que no mirar. Replican una agenda de temas-cucos que restringen y liberan zonas.

En este momento hay dos temas que se están usando con función de bosque a nivel mundial.

Uno está demarcado por el miedo a no poder viajar en avión porque se caen en pleno vuelo.

El otro tema es el miedo al contagio de una enfermedad mortal, el ébola. 

La construcción de bosques es una construcción siempre en torno a la (re)pulsión que genera el tema de la muerte.

¿Quién querría subirse a un avión si supiera de antemano que se caerá?

¿Quién querría viajar a un lugar en el que sabe que enfermará mortalmente? 

Instalan el bosque con su respectivo cuco y así fabrican una espacio de zona de exclusión y, a la vez, de zona liberada.

 (Foto: Cristina Fraire)

 Aislan. Afectan a la circulación, de los ciudadanos en general, de la persona común. Deja de ser una zona transitable en lo cotidiano.

Generan un espacio al que por un lado no den ganas de ir y por otro generan un espacio de piedra libre para actuar sin testigos. Restringen la entrada y la salida. 
Como vaciar una calle.

La creación de bosques se basa 
en el quiebre de todo circuito de construcción lógica entre 
la mirada sobre la realidad 

lo que el medio presenta como información sobre ella.  

Así esos territorios pasan a ser espacio exclusivo 
del relato ficcional.