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jueves, 4 de diciembre de 2014

De Lagunas del Sol al penal de Ezeiza

Por Diego Martínez *

El coronel Aldo Mario Alvarez estuvo prófugo siete años y medio. La Policía de Seguridad Aeroportuaria lo detuvo mientras intentaba escapar de una casa de Laguna del Sol, un barrio cerrado en Los Troncos del Talar. Integró la plana mayor del V Cuerpo en los primeros años de la dictadura.
Alvarez detenido por la PSA, 2 de diciembre de 2014. Foto Infobae.

El coronel retirado Aldo Mario Alvarez, ex jefe de Inteligencia del Cuerpo V de Ejército, prófugo durante siete años y medio, fue detenido el martes por la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) mientras intentaba escapar de su refugio en Laguna del Sol, un barrio cerrado en Los Troncos del Talar, al norte del Gran Buenos Aires. El traslado frustrado de uno de los principales responsables de la represión ilegal en Bahía Blanca, que había huido a tiempo ante operativos similares en 2011 y 2013, tenía lugar semanas después de que su ex esposa y una amiga de su hija fueran indagadas por el posible delito de encubrimiento. El ex militar de 88 años fue trasladado al hospital del penal de Ezeiza y en los próximos días deberá prestar declaración indagatoria por secuestros, torturas y homicidios cometidos desde antes del golpe de Estado hasta fines de 1977.

Alvarez en La Nueva Provincia, diciembre de 1974

Egresado del Colegio Militar como oficial de informaciones, Alvarez fue jefe del departamento Actividades Psicológicas de Ejército durante la dictadura de Juan Carlos Onganía. Pasó por la SIDE y llegó a Bahía Blanca en 1974 como jefe del Departamento II Inteligencia. Junto con el general Juan Manuel Bayón, jefe de operaciones, y el coronel Hugo Fantoni, de personal, ambos condenados, Alvarez integró la plana mayor del Cuerpo V en los primeros años de la dictadura. Sólo rendía cuentas al comandante, general Osvaldo Azpitarte, y a los segundos, Adel Vilas en 1976 y Abel Catuzzi en 1977, que murieron impunes. De Inteligencia dependía la estructura encargada de juntar información, infiltrarse en todos los ámbitos de la sociedad civil, interrogar a secuestrados y montar operaciones de acción psicológica para encubrir desapariciones y manipular a la opinión pública con la colaboración del diario La Nueva Provincia.

Alvarez en el Juicio por la Verdad, año 2000.

Citado a indagatoria en 1987, Alvarez dijo que “la información que se producía en los LRD (lugar de reunión de detenidos, nombre técnico de los centros clandestinos) nunca llegó a mi departamento porque no era de mi interés ni hacía a mi función”. Afirmó que se dedicó de lleno a plantear la guerra con Chile por el Beagle. La Cámara Federal de Bahía Blanca lo procesó, pero poco después se benefició con la ley de obediencia debida. En 2000, en el Juicio por la Verdad, reiteró sus dichos y dijo que “todo lo referido a la tarea antisubversiva estaba a cargo del Destacamento de Inteligencia que presidía (el coronel Antonio) Losardo”. Sus propios subordinados pusieron al descubierto la falacia. Julián Corres, que administraba la picana en La Escuelita, dijo que dependía “del coronel Alvarez, G2 del Cuerpo V”. Emilio Ibarra, jefe del “equipo contra la subversión”, declaró que “las informaciones (para los operativos) las suministraba el G2”. En el primer juicio a represores bahienses fueron condenados el segundo de Alvarez, coronel Walter Tejada, y los oficiales de Inteligencia Carlos Taffarel, Norberto Condal y Jorge Granada.

Los Troncos del Talar, último refugio del represor.

En 2006 los fiscales Hugo Cañón y Antonio Castaño pidieron su detención por todos los delitos del Cuerpo V entre 1975 y 1977. El juez Alcindo Alvarez Canale la ordenó en mayo del año siguiente. Cuando fueron a buscarlo ya no estaba. Como informó Página/12 en 2008, Alvarez fue gerente de la Agencia de Investigaciones Alsina SRL hasta 1998 y dueño hasta 2000, cuando le cedió dos tercios de las acciones a su yerno Rubén Héctor Burgos. Como socio con el otro tercio se sumó Juan Balanesco, dado de baja de la Policía Federal. Después, Burgos le cedió la mitad de su capital en Alsina a la esposa del coronel, Elizabeth María Icazatti, quien en 2007, cuando Alvarez iniciaba su vida de prófugo, le devolvió las acciones y el cargo de gerente. Alvarez y el cuñado Burgos eran además vecinos en Laguna del Sol. El country fue allanado en 2011 a pedido del fiscal Abel Córdoba. El coronel alcanzó a huir y olvidó la billetera. El año pasado, a pedido de los fiscales José Nebbia y Miguel Palazzani, se reiteraron los allanamientos sin suerte. El martes se habían librado las órdenes de allanar, los hombres del coronel intentaron sacarlo, pero la PSA les ganó de mano y lo detuvo en la puerta del selecto country Laguna del Sol.

Aldo Mario Alvarez, 2 de diciembre de 2014. Foto PSA/Infobae.



* Publicado en http://bahiagris.blogspot.com.ar/2014/12/de-lagunas-del-sol-al-penal-de-ezeiza.html

jueves, 2 de octubre de 2014

Hábitats


Cristina Fernández de Kirchner
Presidenta de los más de cuarenta millones de argentinos
Salón Mujeres Argentinas
Casa Rosada
Buenos Aires - Argentina
30/9/2014

sábado, 5 de julio de 2014

Amigos son los amigos


Mauricio Macri está procesado por escuchar ilegalmente conversaciones. Sandra Macri y su esposo fueron dos de las primeras víctimas de esas escuchas. Años antes, José Luis Manzano presentó a Mauricio Macri con quienes armarían ese sistema ilegal de escuchas.

viernes, 4 de julio de 2014

La economía planetaria


Héctor Timerman y Axel Kicillof
Canciller y Ministro de Economía 
de los más de cuarenta millones de argentinos
Contra los fondos buitres
en la Organización de Estados Americanos
Washington, EE.UU
3 de julio de 2014

miércoles, 2 de julio de 2014

Justicia


Cristina Fernández de Kirchner
Presidenta de todos los argentinos
Salón Mujeres Argentinas - Casa Rosada
Buenos Aires
1º de julio de 2014

domingo, 29 de junio de 2014

Capital simbólico


Axel Kicillof
Ministro de Economía y Finanzas Públicas de la Argentina
Exposición sobre los fondos buitres ante el G77 + China  
en la ONU
25 de junio de 2014

sábado, 28 de junio de 2014

Doce años


Esta nota la escribí para un trabajo práctico universitario, 
en 2008, de Edición de Publicaciones Periódicas (FFyL, UBA). 

 Patricia Bermúdez es una voz ficcional, no existe. 

Recurrí a esta estrategia estilística porque disponía 
de una sola página para redactar mi análisis 
y la entrevista, como género, me permitió abordar 
de un modo directo los rasgos más relevantes 
de la cobertura de los crímenes.

Gabriela Presentado
Lic. en Comunicación Social
 Estudiante de Edición


sábado, 14 de junio de 2014

jueves, 1 de mayo de 2014

Sindicalismo y vandorismo

"Este libro fue inicialmente una serie de notas publicadas en el semanario 'CGT' a mediados de 1968. Desempeñó cierto papel, que no exagero, en la batalla entablada por la CGT rebelde contra el vandorismo. Su tema superficial es la muerte del simpático matón y capitalista de juego que se llamó Rosendo García, su tema profundo es el drama del sindicalismo peronista a partir de 1955, sus destinatarios naturales son los trabajadores de mi país.

La publicitada carrera de los dirigentes gremiales cuyo arquetipo es Vandor tiene su contrafigura en la lucha desgarradora que durante más de una década han librado en la sombra centenares de militantes obreros. A ellos, a su memoria, a su promesa, debe este libro más de la mitad de su existencia.

En el llamado tiroteo de La Real de Avellaneda, en mayo de 1966, resultó asesinado alguien mucho más valioso que Rosendo. Ese hombre, el Griego Blajaquis, era un auténtico héroe de su clase. A mansalva fue baleado otro hombre, Zalazar, cuya humildad y cuya desesperanza eran tan insondables que resulta como un espejo de la desgracia obrera. Para los diarios, para la policía, para los jueces, esta gente no tiene historia, tiene prontuario; no los conocen los escritores ni los poetas; la justicia y el honor que se les debe no cabe en estas líneas; algún día sin embargo resplandecerá la hermosura de sus hechos, y la de tantos otros, ignorados, perseguidos y rebeldes hasta el fin.

La publicación de mis notas en 'CGT' mereció algunas objeciones, en particular de ciertos intelectuales vinculados al peronismo. Existía según ellos el peligro de que la denuncia contra un sector sindical fuese instrumentada por la propaganda del régimen contra todo el movimiento obrero. Se mencionaban precedentes: cinco días después del episodio de Avellaneda, 'La Prensa' había publicado un editorial titulado 'Entre Ellos', que exhalaba ese odio inconfundible, a veces cómico, que profesa contara la clase trabajadora en general. Toda una cadena de editoriales posteriores, entre los que pueden señalarse los del 17 de mayo de 1967 y 20 de marzo de 1968, reflejaron la inquietud del diario ante el estancamiento del proceso judicial y su aparente deseo de que se llegara a esclarecer la verdad y sancionar a los culpables. Me encontraba pues en peligro de coincidir con  'La Prensa', cosa grave.

Supongo que los hechos ulteriores habrán disipado ese temor. Bastó que esta investigación efectivamente aclarara lo sucedido para que la avidez de justicia de 'La Prensa' se aplacara y el editorialista se dedicase a la lucha contra la garrapata y la vinchuca, o a graves reflexiones sobre 'Doce hombres para colocar un foco', cuando alcanzan trescientos tontos para escribir un diario.

El silencio de esta campaña [Con excepción de una nota aparecida en 'Primera Plana'] prueba que el interés real de ese periodismo era mantener el misterio que borrara las diferencias 'entre ellos'. Cuando resultó que 'entre ellos' no estaban solamente algunos 'dirigentes gremiales adictos a la tiranía depuesta', sino la policía, los jueces, el régimen entero, el desagradable asunto volvió al archivo.

Quedaba todavía una punta de objeción, que se expresaba así: Vandor, con sus errores y sus culpas, era de todas maneras un dirigente obrero; el tiroteo de La Real, un episodio desgraciado.

Si alguien quiere leer este libro como una simple novela policial, es cosa suya. Yo no creo que un episodio tan complejo como la masacre de Avellaneda ocurra por casualidad. ¿Pudo no suceder? Pero al suceder actuaron todos o casi todos los factores que configuran el vandorismo: la organización gangsteril; el macartismo ('Son troskistas'); el oportunismo literal que permite eliminar del propio bando al caudillo en ascenso; la negociación de la impunidad en cada uno de los niveles del régimen; el silencio del grupo sólo quebrado por conflictos de intereses; el aprovechamiento del espisodio para aplastar a la fracción sindical adversa; y sobre todo la identidad del grupo atacado, compuesto por auténticos militantes de base.

El asesinato de Blajaquis y Zalazar adquiere entonces una singular coherencia con los despidos de activistas de las fábricas concertados entre la Unión Obrera Metalúrgica y las cámaras empresarias; con la quiniela organizada y los negocios de venta de chatarra que los patrones facilitan a los dirigentes dóciles; con el cierre de empresas pactado mediante la compra de comisiones internas; con las elecciones fraguadas o suspendidas en complicidad con la secretaría de trabajo. El vandorismo aparece así en su luz verdadera de instrumento de la oligarquía en la clase obrera, a la que sólo por candor o mala fe puede afirmarse que representa de algún modo.

Restaba un último argumento: Vandor estaba muerto, no podía ganar siquiera una elección en fábrica, ocuparse de él era agrandarlo. Este reproche ingenuo omitía el punto esencial, a saber, que el poderío de Vandor no dependía ya de las clases obreras, sino del apoyo del gobierno y las cambiantes tácticas de Perón. Sin movilizar a su gremio, sin un solo acto de oposición real, Vandor había recuperado a fines de 1968 toda su influencia, embarcaba a más de cuarenta sindicatos en una campaña de 'unidad' y ha vuelto a ser en 1969 el principal obstáculo para una política obrera independiente y combativa.

En la reconstrucción de los hechos que narro en este libro conté con la ayuda de los sobrevivientes Francisco Alonso, Nicolás Granato, Raimundo y Rolando Villaflor, y de su abogado defensor Norberto Lifschitz. La investigación en sí fue breve y simultánea a las notas. Cuando apareció la primera el 16 de mayo de 1968, ignorábamos aún los nombres de los ocho protagonistas 'fantasmas' que la policía y los jueces no habían conseguido identificar en dos años (ahora han pasado tres). Nueve días más tarde los tuve en una conversación que grabé con Norberto Imbelloni, integrante del grupo vandorista. Número a número los invité desde el semanario a presentarse y decir la verdad, designándolos por iniciales. Mi intención no era llevarlos ante una justicia en la que no creo, sino darles la oportunidad, puesto que se titulaban sindicalistas, de presentar su descargo en el periódico de los trabajadores. Ninguno atendió esa advertencia. Si con alguno he cometido error -cosa que no creo-, no ha sido por mi culpa. No hay una línea en esta investigación que no esté fundada en testimonios directos o en constancias del expediente judicial.

No quise molestarme en cambio en presentar al juez doctor Llobet Fortuny la cinta grabada y el plano con anotaciones de puño y letra de Imbelloni, que constituían una prueba material. Por una parte, no era mi función. Por otra, tenía ya en mis manos una fotocopia del expediente que es en cada una de sus quinientas fojas una demostración abrumadora de la complicidad de todo el Sistema con el triple asesinato de La Real de Avellaneda.

Al relato de los hechos aparecido en el semanario 'CGT', he agregado un capítulo que resume la evidencia disponible; otro sobre sindicalismo y vandorismo, que aporta un encuadre necesario aunque todavía imperfecto.

Las cosas sucedieron así:"



Rodolfo Walsh
Noticia Preliminar
¿Quién mató a Rosendo?
Ediciones de la Flor
Buenos Aires, 1984

martes, 29 de abril de 2014

viernes, 25 de abril de 2014

Conducción política

"Cuando nosotros enfrentamos el problema económico, la cosa era terrible, brava. Cuando me hice cargo del gobierno, me pregunté: '¿Cuánta plata habrá?' Teníamos tres mil millones en Estados Unidos y tres mil millones bloqueados en Inglaterra, y debíamos seis mil quinientos millones. Me pregunté, entonces, cuál era el problema. El problema consistía en que teníamos que 'hacer plata', porque la producción argentina en esa época, más o menos en grandes líneas, sólo llegaba a diez mil millones de pesos. Pero cinco mil millones de pesos iban al exterior todos los años, en distintas formas visibles e invisibles. De los ferrocarriles salían doscientos cincuenta millones al año; de los teléfonos ciento cincuenta millones; del gas, otros ciento y tanto. Claro que en aquella época esto era un poco teórico, porque como no teníamos plata no mandábamos todo. Pero mucho salía. Gastábamos ochocientos cincuenta millones por servicios financieros; la marina mercante nos llevaba cuatrocientos a quinientos millones de pesos en divisas, porque como no teníamos barcos, teníamos que pagar flete, y eso cuesta mucho. Los seguros nos llevaban ciento cincuenta millones; los reaseguros, cincuenta millones; la creación de los bancos y de todo el sistema bancario nos costó mucho dinero. La gente cree que la creación del Banco Industrial, por ejemplo, se trata de un decreto, y nada más, cuando la realidad dice que para ello se necesitan cientos de millones de pesos. Otro de los problemas: había que pagar la guerra y la desvalorización de la moneda. Y nosotros nos encontrabamos con todos esos problemas, y no teníamos un centavo y debíamos realizar todo eso.

Han pasado cinco años.

Ya no exportamos sino una insignificancia de capitales al exterior. Y todo los días nos rebajan un poco más. Casi han desaparecido los servicios financieros. Para pagar nuestra enorme reforma, hicimos, en parte, buenos negocios; pero en parte la pagamos con desvalorización de la moneda, lo mismo que hizo el mundo para pagar la guerra. Suspendimos el patrón oro. No debemos nada a nadie. Ahora estamos juntando oro. Los cinco mil millones de pesos que salían anualmente al exterior no salen más. La manguera que echaba un chorro para afuera la hemos dado vuelta y echa el chorro para adentro.

Utilizamos un sistema distinto a todos los que se han usado en el mundo en épocas de crisis y necesidad. Cuando decían que había que hacer economía, les reducían los sueldos a los empleados y obreros. Nosotros dijimos: '¿Estamos pobres? Páguenles cinco veces lo que les pagaban antes'. De ese modo se reactivó la economía y todo salió bien. Todo mejoró en el momento en que estábamos pobres.

Los yanquis decían, hace cinco años: 'Estos locos duran seis meses y se funden'. Hoy dicen que el Estado más floreciente de la economía en toda América es la República Argentina.

Contando esto, anecdóticamente, como lo cuento yo, parece una cosa simple. Pero yo sé lo que han pasado los pobre muchachos del grupo económico junto conmigo; las penurias que ha habido que enfrentar para realizar la obra extraordinaria que se ha realizado en el proceso de la economía argentina, y, posiblemente, como único caso en el mundo y en momentos difíciles de la humanidad, cuando en otros países, se están comiendo los botines, nosotros estamos en un estado de florecimiento extraordinario. Y este esfuerzo y este milagro económico, realizado en la República Argentina se ha realizado sin imponerle a ningún argentino ningún sacrificio. Al contrario, dando una época de abundancia en un mundo de dolor, de miseria y de desesperación.

Y esto se debe, en gran parte, a nuestra doctrina; se debe a una teoría, y se debe, en mayor parte todavía, a las formas de ejecución que se han puesto en acción para realizarlo. El mérito no es de nadie; el mérito es de toda la República, que ha compartido y me ha puesto en marcha, no solamente esta doctrina, sino también esa teoría, y de mis colaboradores que han realizado esas formas de ejecución. Imagínense que los grupos de economistas peronistas han debido realizar esto un poco en la obscuridad, porque no estaban muy en claro sobre la teoría, ya que no la teníamos todavía desarrollada. No estaba muy en claro la doctrina, porque era nueva. Y ellos han creado, así, a tientas, las formas perfectas de ejecución que nos han llevado al éxito.

Por eso algún día la historia argentina, al analizar este momento difícil para la Nación, tendrá, sin duda, palabras de elogio para esta gente joven que, dentro del grupo económico, ha hecho verdaderos milagros..."


Juan Domingo Perón
"Conducción Política"
Argentina, 1952
En Editorial Freeland,
Buenos Aires, 1971.
Págs. 79-82.

miércoles, 2 de abril de 2014

Malvinas

"Si la guerra es una forma de conversación sangrienta entre dos adversarios, ¿cuáles habían sido los mecanismos textuales que se habían puesto en marcha para desarrollar una estrategia de información masiva que generara consenso y legitimidad política? ¿Y cuáles eran los mecanismos de lectura colectivos -de memoria, de procesamiento y de almacenamiento de la información, de construcción de una cierta coherencia e inteligibilidad discursiva- que otorgaban verosimilitud a lo narrado por los medios y lo volvían representaciones sociales, doxa cotidiana? Querer no saber, creer, no creer, la voluntad de creer, la disposición para la creencia. La fuerza del relato. El úlitmo lugar de lo sagrado.

Este libro intentará discutir estos problemas. Y también el hecho de que debe existir una continuidad entre la experiencia personal, una experiencia de los medios y una experiencia teórica. Una experiencia personal -y colectiva- vivida pasionalmente, integrada a una experiencia de 'mediación' es decir, de inclusión del 'otro', con la lectura y el criterio de discriminación de la de la experiencia histórica cotidiana. Esta relación entre el sujeto existencial, el sujeto mediático y el sujeto teórico es por fuerza intersubjetiva y necesariamente terciaria.


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Porque lo sorprendente de esta guerra no es tanto la mentira de los medios, como la verdad relatada. La verdad mediática. Aquello que es presentado y consumido como real y que tiene la forma de un gran relato. Paolo Fabbri dice que los medios se han vuelto paisaje y sería ridículo discutir acerca de la verdad de un árbol. Son las formas de la naturaleza moderna. Y tal vez una de las fuentes actuales de la historia. Y es en este último punto donde la interfase entre discursos bélicos, diplomáticos, políticos o religiosos refleja la polifonía de las voces mediáticas en las que estamos inmersos y se amalgaman en un macrogénero que los sostiene. Apenas nos asomamos a esa extraordinaria industria que es la producción de la información, con sus fuentes, rutinas y estereotipos, el problema de la objetividad de la información no se vuelve más pertinente -es decir, no es la pregunta que debería colocar el investigador- y ésta se desplaza hacia la de la propia lógica de producción del medio, teniendo siempre presente que la primera lealtad de los medios es consigo mismos.

No estoy afirmando exclusivamente un fenómeno ya descrito por Umberto Eco por el cual cada vez más los acontecimientos se 'montan' para volverse inteligibles a los medios, ni me refiero tampoco a las formas de 'espectacularización' de la palabra política y de la producción del acontecimiento analizadas por Eliseo Verón. Por mi parte estoy cada vez más convencida de que los medios de información en gran escala -en todo caso los aquí analizados en un momento puntual- van destruyendo paulatinamente el lugar de la producción de lo verosimil para instalarse, sin falsos pudores, abarcando también el lugar de la producción de lo ficcional, usando como garante precisamente el contrato mediático que el medio establece con sus lectores."

 Lucrecia Escudero
"Malvinas: El gran relato"
Enero de  1996- París
Gedisa Editorial
Colección "El Mamífero Parlante"

lunes, 17 de marzo de 2014

Bergogliadas

"En algunas ocasiones la luz verde fue dada por los mismos obispos. El 23 de mayo de 1976 la infantería de Marina detuvo en el barrio del Bajo Flores al presbítero Orlando Iorio y lo mantuvo durante cinco meses en calidad de 'desaparecido'. Una semana antes de la detención, el arzobispo Aramburu le había retirado las licencias ministeriales, sin motivo ni explicación. Por distintas expresiones escuchadas por Iorio en su cautividad, resulta claro que la Armada interpretó tal decisión y posiblemente, algunas manifestaciones críticas de su provincial jesuíta Jorge Bergoglio, como una autorización para proceder contra él.  Sin duda los militares habían advertido a ambos acerca de su supuesta peligrosidad".


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..."En el número 259, de diciembre de 1976, la revista del Centro de Investigación Social y Acción Social (CIAS), de los jesuítas, publicó un artículo del P. Vicente Pellegrini, S.J., titulado 'Los derechos humanos en el presente contexto sociopolítico de la Argentina', que reprodujo La Opinión en su suplemento semanal del 30 de enero  al 5 de febrero de 1977. Por ese motivo la dictadura militar clausuró al diario de Timerman por tres días. No hizo lo mismo con la revista, de escasa circulación, pero Pellegrini optó por irse un tiempo del país. En esa época era asesor de la Comisión Nacional de Justicia y Paz.

Leído en la actualidad, después de todo lo sabido, dicho y publicado, el artículo de Pellegrini parece una novela rosa. Pero considerando el terror impuesto por la dictadura, para quienes sabían interpretarlo, significaba una crítica severa y valiente a los métodos utilizados por esta. Son singularmente valiosos los párrafos dedicados a la tortura: 'debemos impedir -expresa- la degradación de las fuerzas armadas por el uso de la tortura. Esto debe ser impensable para la hidalguía militar. Convertir a un militar de honor, cuyo ideal es luchar por la justicia, en un en un vulgar torturador, sería la mayor victoria del terrorismo'. Evidentemente estas frases no podían sonar bien en los oídos de la junta militar, degradada en la orgía siniestra de atormentar salvajemente a indefensos prisioneros.

No era imaginable en ese momento para la mayoría de los argentinos el genocidio que estaban cometiendo las fuerzas armadas. Por eso Pellegrini decía: 'Hay también una forma de tortura que los obispos argentinos enumeran: tortura para los familiares que consiste en detenciones prolongadas, sin posibilidad de obtener noticias sobre el desaparecido...".

La revista del CIAS no volvió a reincidir por mucho tiempo. Por otra parte la prevalencia del P. Jorge Bergoglio y su grupo dentro de la Compañía de Jesús fue disminuyendo la vitalidad del centro...".


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..."Conozco detalladamente la detención, 'desaparición' y liberación de los sacerdotes jesuitas Orlando Iorio y Francisco Jálics. Ambos residían en el barrio de emergencia del Bajo Flores y fueron detenidos al mediodía del domingo 23 de mayo de 1976, con la intervención de más de cincuenta efectivos de la infantería de Marina, mientras oficiaba misa el presbítero Gabriel Bossini. Aparecieron anestesiados en un bañado de Cañuelas cinco meses más tarde, el 23 de octubre. Según información de los vecinos fueron depositados durante la noche por un helicóptero. De acuerdo con su relato fueron mantenidos tres días en la escuela de mecánica de la Armada -que reconocieron-, amarrados y encapuchados. Luego los trasladaron a una casa quinta en Don Torcuato, donde estuvieron encapuchados, engrillados y esposados el resto del tiempo, pero sin ser sometidos a torturas. En declaraciones judiciales y ante la CONADEP, el presbitero Iorio, en la actualidad incardinado en la diócesis de Quilmes, fue interrogado sobre Mónica Quinteiro, María Marta Vásquez de Lugones y posiblemente mi hija Mónica.

El 1° de julio me recibió el almirante Oscar Montes, entonces jefe de operaciones navales y luego ministro de Relaciones Exteriores, junto con el señor José María Vásquez, padre de María Marta. Negó saber nada sobre nuestras hijas pero admitió que los sacerdotes Iorio y Jálics habían sido detenidos por la infantería de Marina.  Entre tanto, Massera negaba la participación de su arma. Transmití la información de Montes, en septiembre de ese año, al coronel Ricardo Flouret el cual -me dijo- informaría de la novedad al general Videla, por orden de quien estaba instruyendo un sumario.

He comentado ya la dudosa intervención en la detención de estos clérigos del cardenal Aramburu y del provincial de los jesuitas, Jorge Bergoglio".

Emilio F. Mignone
"Iglesia y Dictadura"
"El papel de la iglesia a la luz de sus 
relaciones con el régimen militar".
Ediciones del pensamiento Nacional
Buenos Aires (1986)