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domingo, 4 de diciembre de 2016

Indicadores informales

Vicentin es la sexta empresa agroexportadora de la Argentina.

En el diario La Nación del 24/11/16 se publica un aviso donde Vicentin informa que pone a la venta valores de deuda fiduciaria por 20 millones de dólares. Hicieron pública la venta el 22/11/16 y tienen fecha de emisión y liquidación el 30/11/16. Están apurados. Parece.

A fines de junio de 2016 Vicentin le compró a Sancor el 90% de su unidad de yogures, flanes y postres en 100 millones de dólares. Sancor venía de declarar pérdidas por 1.527 millones de pesos.

1.527 millones de pesos son -a una cotización promedio de 15 a 1- 100 millones de dólares. O sea que Vicentin le compró a Sancor su deuda a cambio de la unidad de productos más caros de la lechera.

En la competencia por la compra a Sancor de unidades de producción y negocio a cambio de su deuda, Vicentin compitió -y ganó- contra la Coca Cola. O sea.


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Una noticia aparecida en Rosario/12 el 5/6/16 y firmada por Ana Fiol daba cuenta de que "las fiscalías federales de Santa Fe y Reconquista investigan los secuestros y torturas ocurridos en 1976 de 22 obreros de uno de los mayores emporios del país, y la probable complicidad de los dueños con la represión ilegal".

En el segundo párrafo de ese texto, Ana Fiol escribe: "En Avellaneda 'los Vicentín son los dueños del pueblo' dicen bajito los habitantes de esta ciudad fundada por italianos en el norte profundo de Santa Fe, donde operaba La Forestal. Se llama 'Roberto Vicentín' la escuela secundaria, y 'Máximo Vicentín' el cine-teatro. Alberto Padoan, casado con una Vicentín, presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, es el dueño del único canal de TV de Reconquista-Avellaneda. La ciudad es modesta y muy limpia, y está jalonada de mansiones que pertenecen a esta familia que empezó con un almacén de ramos generales en 1929 y hoy es la sexta agroexportadora del país. Tres generaciones de la familia Vicentín se enriquecieron con la creación de un oligopolio que incluye la Algodonera Avellaneda, el frigorífico Friar, un feedlot en un predio de 450 hectáreas, tres plantas industriales en Ricardone y San Lorenzo, puerto propio, una hilandería en Brasil, elaboración de algodón que comercializa Química Estrella y la producción propia de agrotóxicos, alimento balanceado y biodiesel".

Esta Vicentin es la empresa que a mediados de 2016 compró la parte más rentable de Sancor.

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Esa misma Vicentin que allá por fines de junio de 2016 compró en cien millones la parte premium de productos de Sancor,  cinco meses después, a fines de noviembre, cuando todavía no se cumplió un año desde la llegada de Mauricio Macri a la presidencia de Argentina, puso a la venta valores de deuda fiduciaria por 20 millones de dólares.

Los números han sido siempre utilizados por las oligarquías nacionales y los medios hegemónicos como justificadores de las diferentes políticas que ellos aplican sobre los pueblos, políticas que -sin excepción- perjudican a las mayorías populares.

Así, por ejemplo, un determinado número de inflación es utilizado para validar una política recesiva. Un número de gasto público sirve para justificar una situación de ajuste presupuestario o un recorte de subsidios o una política de retiros voluntarios.


Muchas veces se muestra un número desde una perspectiva favorable para esconder una discusión sobre un cambio de políticas. Un buen número de superávit comercial, puede servir para esconder una distribución injusta del ingreso.

Cuando la sexta empresa agroexportadora de la Argentina pone a la venta deuda fiduciaria por un quinto del valor de una compra hecha cinco meses antes no hay dibujo financiero que pueda esconder la caída.

No sé cómo te explico.

Vos ve.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Molinetes electrónicos y proyectos de país



Allí donde el campo nacional, popular y democrático ve un trabajador, la derecha hegemónica ve un empleado.

Donde el campo popular ve inversión, la derecha hegemónica ve generación de déficit.

Frente a un avance tecnológico, el campo nacional, popular y democrático ve un espacio de mejora en la vida de los trabajadores y amplía derechos. La derecha hegemónica ve puestos de trabajo ociosos y genera despidos.

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Esta semana entraron en funcionamiento los molinetes electrónicos en el ramal del tren Roca.

Antes del 10 de diciembre de 2015 esos mismos molinetes eran pensados como una mejora en la vida de los trabajadores. Porque en el marco de un proyecto de ampliación de la red ferroviaria, los molinetes significaban laburantes que iban a viajar mejor y más rápido. Y, a su vez, los laburantes del tren iban a seguir teniendo trabajo porque esos molinetes iban a significar trabajadores ferroviarios en más lugares. Los molinetes electrónicos iban a permitir que los trabajadores que dejaban de participar en la generación y el control de pasajes pudiesen participar de la expansión ferroviaria en otros lugares hasta entonces no suficientemente desarrollados.

Después del 10 de diciembre de 2015, en el marco de un plan de reducción y achicamiento del sistema ferroviario, esos mismos molinetes son el cobro policíaco del pasaje a los laburantes que sufrieron una devaluación del valor de compra de su salario de alrededor del 50% y padecieron una inflación de ¿cuánto? más del 40% en los precios de su canasta básica.

Significan un aumento de hecho del pasaje de tren para todos aquellos que no puedan pasar su tarjeta SUBE en el molinete de salida al finalizar su viaje. Porque ahora, para ingresar al andén el pasajero debe apoyar su tarjeta en el molinete y éste le descuenta el total del viaje más caro del recorrido realizado por el ramal en cuestión. Y al finalizar el viaje, solo apoyando nuevamente la SUBE en el molinete de salida, le será devuelto el valor que no utilizó y se le cobrará solo el importe estipulado para recorrido efectivamente realizado.

Los molinetes electrónicos en manos de la derecha hegemónica significarán el despido de los trabajadores ferroviarios que se ocupaban de picar boleto en las estaciones.

El ministro de transporte de la nación reconoció días atrás que dejarán de correr los servicios de trenes de larga distancia. Y la electrificación del ramal Constitución-La Plata no tiene fecha cierta de finalización de la obra (que estaba pautada para marzo pasado, con los fondos para pagar la obra incluidos) y de momento solo llega hasta Berazategui.

Los molinetes electrónicos, desde la mirada de la derecha hegemónica, implican despidos entre los guardas en los trenes: ¿Cuál sería el sentido de un guarda para controlar un pasaje electrónico y que además pagó su tarifa máxima con el ingreso a la estación de partida?

Los molinetes electrónicos también significan despidos entre los trabajadores ferroviarios encargados de las boleterías: Si el boleto es cobrado por el molinete y puede ser cargado fuera de la estación en, pongamos, un rapipago, un pago fácil, o un comercio cualquiera que cuente con el software necesario para cargar la SUBE ¿Qué sentido tiene pagar el sueldo de los boleteros en las estaciones?

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Cuando el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner implementó la SUBE, la tarjeta fue pensada como un elemento de auditoría de subsidios al transporte. Antes de la SUBE las empresas de transporte recibían subsidios en función de una declaración jurada. La SUBE permitió entonces controlar que los subsidios efectivamente correspondieran con servicios de transporte realmente prestados.

La SUBE también fue pensada como una tarjeta multiplicadora de recursos: regulaba el precio que los trabajadores pagaban para ser transportados por el servicio público, pagaba subsidios a empresas, permitía que los trabajadores tuvieran más dinero de bolsillo para movilizar el consumo y para aportar a la seguridad social. Inclusive a finales del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner llegó a funcionar como tarjeta de descuentos en comercios adheridos al programa Ahora 12 y en grandes cadenas de supermercados.

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Para la derecha hegemónica la SUBE funciona como una tarjeta de débito. Está pensada exclusivamente como una tarjeta que reemplaza el dinero en papel. Si tiene carga se puede usar. Si no, no.

En ese sentido, quién recibe el dinero con el que se acredita la carga de la SUBE pasa a ser secundario. Así, para la derecha hegemónica no tiene sentido hacerse cargo del sueldo de un boletero si puede tercerizar el cobro de la carga de la SUBE en un local como podrían ser por ejemplo los de Rapipago, Pago Fácil o cualquier despacho de carga que cuente con el software necesario.

Pero cuando el Estado se ocupa del cobrar por la carga de la tarjeta, el dinero queda en manos del Estado en ese mismo momento. En cambio, cuando los encargados de cobrar por la carga son empresas privadas, el Estado ya no recibe automáticamente el dinero del cobro de la carga de manera instantánea.

Western Union, dueña de Pago Fácil, es una empresa que se ocupa primordialmente del transporte de dinero entre países. El Citibank, dueño de Rapipago, es un banco históricamente dedicado a la fuga de capitales.
 
Cuando la SUBE se cargue mayoritariamente en los rapipago y los pago fácil, y western union y el citibank capitalicen el cobro de los pasajes de tren de hecho, ¿el Estado, manejado por la derecha oligárquica, tendrá interés en reclamarles que rindan esos cobros?

El Estado pagará el costo del mantenimiento y puesta en funcionamiento de la red ferroviaria y los privados capitalizarán el cobro de un servicio sin brindarlo. ¿Western union y el citbank dejarán ese efectivo en el país o lo fugaran?

Pasamos de un Estado locomotora del crecimiento y el consumo en manos de un movimiento nacional, popular y demócrático, a un Estado en manos de la derecha hegemónica que nos deja en la vía.

sábado, 20 de agosto de 2016

Independencia económica




Argentina inició procesos de endeudamiento en 1826 y 1956.



El proceso de endeudamiento iniciado por la dictadura cívico militar eclesial de 1955 continuó desde entonces y mostró sus picos más altos en 1976, 1989, 2001.

Todos estos procesos de endeudamiento fueron fraudulentos. Ninguno de esos gobiernos tomó deuda pensando en pagarla. Ni los acreedores prestaron pensando en cobrarla.



El 10 de diciembre de 2015 comenzó un nuevo capítulo de esa serie.



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No existe país en el mundo que no asuma la existencia del Estado como conductor del aparato burocrático que vehiculiza la construcción colectiva.



Más grandes, más pequeños. De izquierda, de centro o de derecha. Ningún país gestiona sin Estado.



Los Estados se sostienen de alguna de estas formas:



Mediante el cobro de impuestos.



Mediante la generación de activos a través de expropiaciones.



Mediante deuda  pública.



Desde los comienzos de Argentina como país, las clasesdominantes utilizaron la estructura del Estado para llevar a cabo las políticas que hacían a las políticas del proyecto de país de esas mismas clases dominantes.



Por eso la oligarquía y la burguesía no tenían ningún problema en tributar impuestos al Estado. Con ese dinero el Estado se ocupaba de satisfacer los intereses hegemónicos. El Estado se encargaba de hacerles sus caminos, sus puertos, generarles su energía, representarles sus intereses en el extranjero a través de la cancillería y el resto de infraestructura que la oligarquia necesitaba para acrecentar sus riquezas.



La aparición del peronismo quiebra ese predominio hegemónico.



El peronismo  redistribuye y amplia   derechos. Suma a los trabajadores a la discusión de proyectos de país.



Es entonces cuando las clases dominantes comienzan a desfinanciar al Estado y a utilizar la deuda pública como méto sus ido permanente de sostenimiento del Estado Nacional. No estaban dispuestos a pagar con sus dineros un proyecto nacional ajeno a sus intereses.



Es por eso que dos premisas desvelan a los poderes hegemónicos desde 1945:








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Argentina saldó el proceso de endeudamiento  iniciado en 1826 durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón en 1947. Y pagó el iniciado en 1956 durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner en 2005/2010.



El peronismo suma a los trabajadores a la discusión de proyectos de país. Soluciona los problemas de deuda que genera la derecha oligárquica para poder redistribuir y ampliar  derechos.



Solo dos golpes militares a lo largo de toda la historia argentina son recordados por el nombre que ellos mismos se pusieron: En 1955 la libertadora y en 1976 el proceso de reorganización nacional. Ambos tomaron el poder para sacar del gobierno al Peronismo, la única construcción política que canceló las deudas externas que impedían el crecimiento autónomo del país. Así se proclamaban: "libertadora" y "reorganizadora" en oposición al proyecto político del peronismo como gobierno.



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Los procesos de endeudamiento externo son utilizado como herramientas de dominación y dependencia. Producen un achicamiento del PBI útil, mientras los participantes a cargo de las gestiones de endeudamiento cobran comisiones por el pago de intereses que genera la deuda y al mismo tiempo fugan capitales.



Los procesos de endeudamiento iniciados en Argentina en 1826 y 1956 siguieron esos lineamientos.



Y el iniciado el 10 de diciembre de 2015 también.