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miércoles, 28 de septiembre de 2016

Molinetes electrónicos y proyectos de país



Allí donde el campo nacional, popular y democrático ve un trabajador, la derecha hegemónica ve un empleado.

Donde el campo popular ve inversión, la derecha hegemónica ve generación de déficit.

Frente a un avance tecnológico, el campo nacional, popular y democrático ve un espacio de mejora en la vida de los trabajadores y amplía derechos. La derecha hegemónica ve puestos de trabajo ociosos y genera despidos.

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Esta semana entraron en funcionamiento los molinetes electrónicos en el ramal del tren Roca.

Antes del 10 de diciembre de 2015 esos mismos molinetes eran pensados como una mejora en la vida de los trabajadores. Porque en el marco de un proyecto de ampliación de la red ferroviaria, los molinetes significaban laburantes que iban a viajar mejor y más rápido. Y, a su vez, los laburantes del tren iban a seguir teniendo trabajo porque esos molinetes iban a significar trabajadores ferroviarios en más lugares. Los molinetes electrónicos iban a permitir que los trabajadores que dejaban de participar en la generación y el control de pasajes pudiesen participar de la expansión ferroviaria en otros lugares hasta entonces no suficientemente desarrollados.

Después del 10 de diciembre de 2015, en el marco de un plan de reducción y achicamiento del sistema ferroviario, esos mismos molinetes son el cobro policíaco del pasaje a los laburantes que sufrieron una devaluación del valor de compra de su salario de alrededor del 50% y padecieron una inflación de ¿cuánto? más del 40% en los precios de su canasta básica.

Significan un aumento de hecho del pasaje de tren para todos aquellos que no puedan pasar su tarjeta SUBE en el molinete de salida al finalizar su viaje. Porque ahora, para ingresar al andén el pasajero debe apoyar su tarjeta en el molinete y éste le descuenta el total del viaje más caro del recorrido realizado por el ramal en cuestión. Y al finalizar el viaje, solo apoyando nuevamente la SUBE en el molinete de salida, le será devuelto el valor que no utilizó y se le cobrará solo el importe estipulado para recorrido efectivamente realizado.

Los molinetes electrónicos en manos de la derecha hegemónica significarán el despido de los trabajadores ferroviarios que se ocupaban de picar boleto en las estaciones.

El ministro de transporte de la nación reconoció días atrás que dejarán de correr los servicios de trenes de larga distancia. Y la electrificación del ramal Constitución-La Plata no tiene fecha cierta de finalización de la obra (que estaba pautada para marzo pasado, con los fondos para pagar la obra incluidos) y de momento solo llega hasta Berazategui.

Los molinetes electrónicos, desde la mirada de la derecha hegemónica, implican despidos entre los guardas en los trenes: ¿Cuál sería el sentido de un guarda para controlar un pasaje electrónico y que además pagó su tarifa máxima con el ingreso a la estación de partida?

Los molinetes electrónicos también significan despidos entre los trabajadores ferroviarios encargados de las boleterías: Si el boleto es cobrado por el molinete y puede ser cargado fuera de la estación en, pongamos, un rapipago, un pago fácil, o un comercio cualquiera que cuente con el software necesario para cargar la SUBE ¿Qué sentido tiene pagar el sueldo de los boleteros en las estaciones?

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Cuando el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner implementó la SUBE, la tarjeta fue pensada como un elemento de auditoría de subsidios al transporte. Antes de la SUBE las empresas de transporte recibían subsidios en función de una declaración jurada. La SUBE permitió entonces controlar que los subsidios efectivamente correspondieran con servicios de transporte realmente prestados.

La SUBE también fue pensada como una tarjeta multiplicadora de recursos: regulaba el precio que los trabajadores pagaban para ser transportados por el servicio público, pagaba subsidios a empresas, permitía que los trabajadores tuvieran más dinero de bolsillo para movilizar el consumo y para aportar a la seguridad social. Inclusive a finales del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner llegó a funcionar como tarjeta de descuentos en comercios adheridos al programa Ahora 12 y en grandes cadenas de supermercados.

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Para la derecha hegemónica la SUBE funciona como una tarjeta de débito. Está pensada exclusivamente como una tarjeta que reemplaza el dinero en papel. Si tiene carga se puede usar. Si no, no.

En ese sentido, quién recibe el dinero con el que se acredita la carga de la SUBE pasa a ser secundario. Así, para la derecha hegemónica no tiene sentido hacerse cargo del sueldo de un boletero si puede tercerizar el cobro de la carga de la SUBE en un local como podrían ser por ejemplo los de Rapipago, Pago Fácil o cualquier despacho de carga que cuente con el software necesario.

Pero cuando el Estado se ocupa del cobrar por la carga de la tarjeta, el dinero queda en manos del Estado en ese mismo momento. En cambio, cuando los encargados de cobrar por la carga son empresas privadas, el Estado ya no recibe automáticamente el dinero del cobro de la carga de manera instantánea.

Western Union, dueña de Pago Fácil, es una empresa que se ocupa primordialmente del transporte de dinero entre países. El Citibank, dueño de Rapipago, es un banco históricamente dedicado a la fuga de capitales.
 
Cuando la SUBE se cargue mayoritariamente en los rapipago y los pago fácil, y western union y el citibank capitalicen el cobro de los pasajes de tren de hecho, ¿el Estado, manejado por la derecha oligárquica, tendrá interés en reclamarles que rindan esos cobros?

El Estado pagará el costo del mantenimiento y puesta en funcionamiento de la red ferroviaria y los privados capitalizarán el cobro de un servicio sin brindarlo. ¿Western union y el citbank dejarán ese efectivo en el país o lo fugaran?

Pasamos de un Estado locomotora del crecimiento y el consumo en manos de un movimiento nacional, popular y demócrático, a un Estado en manos de la derecha hegemónica que nos deja en la vía.