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viernes, 9 de mayo de 2014

You Match

La desinformación no tiene como objetivo retacearle información a los receptores.
La desinformación pretende evitar la construcción de sentido.

Existe un convencimiento instalado que supone que desinformar es -solo- no brindar determinada información.

Sin embargo, la estrategia más común mediante la cual los medios desinforman consiste en publicar las noticias en una sección distinta de aquella en la que el público espera encontrarlas.
Otra de las estrategias más usuales de la desinformación es quitarle perspectiva a las noticias para que el público no pueda discernir la magnitud de aquello de lo que se está enterando. Así, lo que los medios hacen es quitar de la noticia un elemento conocido que sirva de referencia o permita dimensionar el objeto nuevo que aparece en la información.
Como cuando un arqueólogo pone un objeto común, como un celular o un encendedor, al lado de un nuevo hueso hallado para que al fotografiarlo quede registrada la escala del hallazgo.

¿Y cómo le quitan perspectiva a las noticias? 
 Cuando precisan un dato, aclaran las fuentes de una encuesta o puntalizan que el dato es válido para determinado lugar o explican un rango de medición. 

Todas esas construcciones aclaratorias de la información principal hacen las veces de letra chica del contrato de lectura entre el medio y el público. Por supuesto que sin anoticiar al público de que esa precisión es una letra chica. 

De ese modo una aclaración -que en principio ayudaría a precisar una información- en lugar de aportar luces oscurece. 
Y un "asterisco aclaratorio" bajo una infografía o un cuadro se transforma en una  herramientas desinformadora. 
 
Tomemos como ejemplo 
el uso de "asteriscos aclaratorios" utilizados en
el sitio web Televisión.com.ar


Allí,
como puede verse en la Imagen 1, 
bajo el cuadro titulado "En Competencia" el asterisco dice:
"Se computan solo los bloques horarios (de 15 minutos) que los programas compiten entre sí".


(Imagen 1)


Ese asterisco esconde lo siguiente:
Si los programas se cruzan un solo bloque, hay que pensar que no están queriendo competir entre sí. 
En ese punto 
¿cuál sería el sentido de la comparación? 
Si tienen un breve espacio compartido 
en el horario de emisión
¿Por qué pensar que el televidente elige entre uno y otro?
¿Y si el televidente ve los dos programas?
¿Dónde se plantea la comparación ausente entre cada uno de los programas y los competidores con los que dirime el resto del horario de la emisión?
¿Quedan fuera de competencia entre sí dos noticieros que se miran con una hora de diferencia siendo que debieran compararse como contenidos que confrotan por el mismo público?


(Imagen 2)


En la Imagen 2, el asterisco que hay bajo el cuadro Ranking de Fútbol dice:
"Se contemplan solo canales de aire".

Lo que el asterisco esconde es:
No existe comparación posible porque el emisor de todos los partidos es el mismo: Fútbol para Todos. Los partidos no compiten entre sí. Y cualquiera sea el canal por el que se emita, la tanda publicitaria es pautada 
por el mismo emisor.
¿Cuál sería el sentido de rankear los partidos?
¿Qué es lo que habilita suponer que 
porque un equipo tiene más o menos puntos, cambiándolo de canal ese rating variará?
¿Por qué no se suman las mediciones de un mismo partido por diferentes canales, de aire, de cable o digitales por aire si al rating dividido de todos modos lo capitalizan el mismo emisor y los mismos anunciantes?

(Imagen 3)


La Imagen 3 muestra
la medición de varios programas juntos en horarios similares.
Aquí puede verse como el programa 678 gana su horario con cierta comodidad.
Sin embargo, no aparece ganando ningún comparativo, ni se hace mención a su puntaje.
Inclusive en ausencia de otro programa similar podría afirmarse que gana su rubro por ausencia de competencia.

Hacer coincidir todo el tiempo lo que se quiere mostrar con lo que se ve. Una suerte de hologramía de informaciones. A veces transparencia. A veces teatro negro. Siempre sin avisar. De eso se trata la desinformación. You Match.

sábado, 19 de abril de 2014

El rating como falso parte de guerra

-I-

Cuando los grupos que arman las reglas se quejan de las reglas hay algo que no está en su lugar.
Es el instante previo a que el prestidigitador nos engañe con un truco.
Cambian el centro de interés para que no prestemos atención a lo que nos están por hacer.

-II-

El 19 de marzo de 2014, Adrian Suar, el gerente general de canal 13, habla con Dady Brieva para el programa Dadyman que se escucha por AM 1190, Radio América. Conversan sobre las mediciones de audiencia. Y le dice: "Los números están un poquito bajos. Yo creo que algunas dificultades está teniendo Ibope. Seguramente imagino que lo va a corregir. Es muy raro que los números de la noche, con este mismo programa seguramente en otra oportunidad hubiera hecho 18 puntos. Me llama la atención tan bajo la noche para todos. No hablo de El Trece, hablo de Telefe, El Trece...".

 Ese mismo día, un rato más tarde, por medio de su cuenta de Twiter, Marcelo Hugo Tinelli (vicepresidente con licencia de San Lorenzo de Almagro, dueño de la productora multimedial Ideas del Sur, conductor de Bailando por un sueño que se emitirá por Canal 13, abortado empresario a cargo de las transmisiones de Fútbol para Todos) dice: "Que raros que están los ratings!!! Estuve viendo coincidentales y hay diferencias que asombran".

Dos semanas después, el 4 de abril , Emanuel Respighi publica en Página/12 un texto que da cuenta de conversaciones entre "quienes toman decisiones en la tele abierta" y la empresa alemana GFK, la compañía más grande de Alemania dedicada a mediciones de mercado buscando acuerdos para que esa empresa compita con Ibope en las mediciones de rating en Argentina. 

Y el 15 de abril se conocen las nominaciones para los premios Martín Fierro 2014.

-III-

Nadie nace de un repollo. Todos tenemos un pasado. 
Los medios y las medidoras de rating también. Cuando Carlos Menem asume la presidencia de Argentina el 8 de julio de 1989 puso en práctica un plan. El de los dueños del poder.


(En http://tallerderadioenelaire.blogspot.com.ar/2009/08/mapa-de-medios-en-argentina.html )

Así en agosto de ese mismo año sanciona la ley 23.696 de privatizaciones con el título de
"Emergencia Administrativa. Privatizaciones y Participación del Capital Privado. Programa de Propiedad Participada. Protección del Trabajador. Contrataciones de Emergencia. Contrataciones Vigentes. Situación de Emergencia en las Obligaciones Exigibles. Concesiones. Plan de Emergencia del Empleo". 
El art 65 de la ley decía:

"RADIODIFUSION. Modificase la ley 22.285 de la siguiente forma:
 a)Derogase el inciso c) del articulo 43.
b) Sustituyese el inciso
e) del articulo 45 por el siguiente:
"No tener vinculación jurídica societaria u otras formas de sujeción con empresas periodísticas o de radiodifusión extranjeras".
c) Deroganse los incisos a) y c) del articulo 46.
Facúltase al Poder Ejecutivo Nacional a adoptar las medidas necesarias, hasta el dictado de una nueva Ley de Radiodifusión, para regular el funcionamiento de aquellos medios que no se encuentren encuadrados en las disposiciones vigentes hasta el momento de la sanción de esta ley de emergencia".

 O sea: acomodaron el decreto ley de la dictadura para que la ley de privatizaciones incluyese a los compradores elegidos de antemano para que se pudieran presentar a comprar los medios estatales con los que iban a quedarse.
El 22 de diciembre de ese mismo 1989 entrega el canal 13 y el canal 11 a quienes serían sus nuevos dueños: El grupo Clarín y el grupo Editorial Atlántida, respectivamente.

  Ibope surge como una medidora impuesta por los nuevos dueños de los medios privatizados al calor del menemismo.
Y arman la empresa para venderle público a los anunciantes. Y determinan el universo de consulta para que los resultados resulten de acuerdo a las expectativas de esos mismos que contratan el servicio.

Al momento en que los grupos Clarín y  Atlántida quedan al frente de Canal 13 y Telefé existían dos empresas que medían el rating: 'IPSA Nielsen' y 'Mercados y Tendencias'. 

Por entonces Ibope funcionaba como medidora de tendencias. Había iniciado sus actividades en Argentina en 1992. En 1999 compra a IPSA y a Mercados y Tendencias. Un año antes había formado el Monitor de Medios Publicitarios como producto de la adquisición de Auditores Publicitarios Nielsen y Fuentes & Cía. 
Así en seis años Ibope se transformó en el monopolio de medición de tendencias que es hasta hoy. 

(En http://www.ibope.com.ar/ibope/wp/historia)

-IV-

Antaño las mediciones de rating eran esenciales para los programadores de TV porque esos números eran la justificación o no para que los anunciantes pusieran sus avisos en tal o cual programa. Y de esos ingresos salían los superavits o los déficits de los canales.

Hoy eso no sucede.
Porque muchos programas son subsidiados por otros.
Porque hay programas en los que los anunciantes ponen dinero aún cuando los números indican la inconveniencia de hacerlo.
Porque muchos anunciantes son parte accionista de los mismos canales en los que aparecen sus avisos.
Porque muchos programas se producen para ser vendidos a otros mercados distintos de aquellos en los que se realizan.

¿Y entonces?

-V-

Hoy los números de rating fungen de partes de guerra en el campo de batalla de dos formas de entender la comunicación.
 De proyectos de comunicación contrapuestos.
Una que revindica un decreto ley de la  dictadura del '76 y piensa la comunicación como propiedad de un grupo de medios concentrados y un mensaje único. 
Y otra que se piensa desde múltiples voces y sostiene una ley votada por un parlamento democrático y llevada al debate con años de lucha de organizaciones comunitarias. Una que piensa el fútbol como un servicio prepago. 
Y otra que sostiene el Fútbol para Todos.  
Los números del rating son hoy el instrumento de legitimación de un proyecto sobre otro.
Así:
Mostrar que uno gana en los números del rating es mostrar que el que gana es el proyecto de comunicación propio.
Cuando la muestra -universo- de consulta no opina como desea el statu quo, lo que este último busca es cambiar el universo.
Eso es lo que Suar y Tinelli le reclaman a Ibope. Que cambie el actual universo por otro que los avale.

-VI-

Las nominaciones para los Martín Fierro 2014 son una clara demostración de que los verdaderos números del rating son otros, distintos de los que pretenden Suar, Tinelli, Ibope y los dueños de los medios hegemónicos en la Argentina.

El hecho de que APTRA haya nominado como nunca antes producciones de la Televisión Pública argentina es una aceptación tácita de la popularidad de su programación.

Y las propias contradicciones en distintos rubros que premian categorías relacionadas (noticiero, conductor/a de noticiero, columnista de noticiero) muestran, una vez más, el tironeo en APTRA entre la realidad y los dueños de las pantallas.
(¿Cómo es posible sostener que un noticiero -Visión 7- tenga dos columnistas nominadas para premiación y el propio noticiero no este en la terma de mejor programa noticioso?)



Tres semanas antes del comienzo del programa Periodismo para Todos, de Jorge Lanata por canal 13 y un poco más para el comienzo del programa de Marcelo Tinelli por el mismo canal (a casi 90 días de haberse quedado afuera de la posibilidad de manejar el Fútbol para Todos) lo que Suar y Tinelli le están reclamando a Ibope es que legitme con números su disputa por el sentido de los contenidos en la televisión argentina.