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domingo, 17 de enero de 2016

Vidas leonas

 Por Luciana Peker*



En el sector público se calcula que ya hubo 21.455 despidos que incluyen a mujeres, jefas de hogar y embarazadas. En la provincia de Buenos Aires suspendieron las paritarias por decreto. En La Plata reprimieron una protesta con balas de goma que dejaron marcada toda la espalda de una manifestante. ¿Cómo puede afectar este panorama laboral las demandas de igualdad salarial, mayores licencias maternales y parentales y más jardines maternales y colegios de horarios extendidos? ¿Se aprobarán los proyectos presentados en el Congreso de la Nación que proponen políticas de cuidado y más días de licencia? ¿La agenda de género va a avanzar o va a quedar desplazada ante la urgencia de la pelea por garantizar las fuentes de trabajo?



Hay momentos históricos en los que la lucha de clases no tiene matices. Y sus novelas tampoco. Es ahora, en este 2015 de cambios políticos acelerados y equidistantes; de una sociedad dividida social e ideológicamente, y de un shock de decretos y balazos de goma, cuando los culebrones vuelven a llamar a las cosas por su nombre, en nombre del amor. En Telefé empieza La Leona, en la que su protagonista, María Leone, es una trabajadora que no está dispuesta a perder su fuente de trabajo y se convierte en la gremialista que pone el pecho para que no cierren la fábrica. Y en Canal 13, Los ricos no piden permiso dispone un ajedrez muy diferente, en el que las pasiones se cruzan entre pudientes y humildes por dinero, pero también por calentura.

Esta vez la ficción no superó la realidad, y el gobierno de Cambiemos adoptó un plan per tutti imponiendo la baja de las retenciones a la soja, la devaluación y el final del cepo, los despidos a empleadas/os públicos, la represión a la protesta social de trabajadores/as de Cresta Roja y municipales de La Plata con balas de goma cuerpo a cuerpo, y dejando en actas fotográficas que la represión en el Hospital Borda (en protesta por una obra inmobiliaria en el centro de salud) no es solo una causa archivada. Entre este presente vigilante y ese estado de felicidad que demanda el Presidente Mauricio Macri se revela que no hay cambios reales solo con cambios de clase si no se agregan los cambios de género, pero tampoco es fácil pensar en cambios de género cuando las mutaciones de clase vuelven a ser –sin matices, como en las novelas- protagonistas estelares.
¿Se puede pensar en el parate de paritarias que impuso por seis meses María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires, en exigir que los colegios extiendan sus horarios para que las mujeres puedan trabajar más y equiparar sus sueldos y ascensos al de los varones? ¿Se puede imaginar un reclamo fuerte en el Congreso de la Nación afectado por el despido masivo de personal –siempre tildado masivamente de ñoqui- para que se apruebe el proyecto de extensión de licencias por maternidad y paternidad al nacimiento y de días para llevar al pediatra, al dentista y concurrir a actos escolares, cuando el miedo a ocupar la silla acecha para no quedarse con el culo en el aire y sin madera donde sentarse? ¿Se puede plasmar la crítica de una deuda pendiente en materia de políticas públicas de cuidados –como tienen Uruguay y Costa Rica- en la que el Estado no le dé la espalda a la sobrecargada espalda de las madres, para compartir el trabajo no remunerado de las tareas del hogar y la crianza frente a la quita de subsidios en las tarifas, el dólar libre, la sospecha de que cada empleada del Estado tiene como objetivo la militancia rentada, el gasto oneroso a las cuentas públicas y la rascada como deporte laboral?

La Argentina tiene una enorme deuda –que no se cerró ni se tomó como prioridad en la anterior gestión de gobierno- con los derechos laborales y económicos de las mujeres: el desempleo femenino (especialmente juvenil) es más alto que el de los varones; la informalidad laboral (empujada por la explotación sin blanqueo de empleadas domésticas) es más alta entre las trabajadoras; la licencia maternal no llega al piso básico recomendado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la licencia de paternidad no alcanza a constituirse en un símil feriado puente; las mujeres gastan el doble del tiempo que los varones en el trabajo no remunerado del cuidado de los hijos e hijas y las tareas del hogar sin la suficiente ayuda del Estado, y el peaje al género se cobra entre un 20 y un 30 por ciento del bolsillo de las mujeres que ganan menos que los varones, por diferentes causas que desembocan en una escandalosa desigualdad salarial. Ante este nuevo panorama político, de emergencia en seguridad, económico y laboral, ¿la agenda de igualdad de género va a tener lugar, va a poder crecer, ser mejorada y reclamada o se va a empobrecer y quedar, todavía, mas silenciada?

Sensación térmica. 
Desde el 10 de diciembre hasta mediados de enero, 21.455 personas perdieron su trabajo en el sector público, según el conteo de El Despidómetro, un sitio creado (con base en facebook y twitter) por periodistas anónimas/os, preocupados frente a los despidos masivos y el blindaje mediático, que recopilan cifras publicadas en medios de comunicación e información y telegramas que les envían delegados y trabajadores/as. Todavía no se conoce qué cantidad de mujeres son las afectadas, pero sí, por ejemplo, que entre 43 despedidos en el Senado de la Nación había discapacitados y mujeres embarazadas, y también recibieron denuncias que indican que en el Ministerio de Agricultura echaron a dos jóvenes embarazadas, aunque en un proceso no lineal muchas veces son reincorporadas después de negociaciones sindicales. El ABC de la desigualdad de sexo es que en el medio de la gestación y la portación de panza no se puede ir a buscar trabajo, en muchos casos se hace necesario el reposo o la baja de tareas, el estrés está contraindicado para prevenir contracciones y nacimientos prematuros y es mucho -¡pero mucho!- más difícil dar la teta y buscar un nuevo empleo con un recién nacido y no cobrar la licencia por maternidad: un exabrupto de la letra chica de los contratos precarios que toma por jaque a cualquier idea de igualdad entre varones y mujeres.

En muchos casos, incluso, la militancia feminista deja paso a intentar sostener fuentes de trabajo, contener la angustia de quien ya no sabe cómo pagar el alquiler o empezar a comprar guardapolvos, o pasar por el chino sin que la mafia de intentar hacer una tarta de jamón y queso alce los brazos del robo a la cotidianeidad. En otros casos, se intenta pensar desde un feminismo crítico y anticolonial formas de resistencia a nuevas formas de neo-neo-ceo liberalismo. La docente e investigadora de la Universidad de San Martín y el Conicet, Vanesa Vazquez Laba, argumenta: “La agenda feminista es una construcción colectiva producto de las relaciones de fuerza dentro del movimiento feminista. El paso del capitalismo de Estado al neoliberalismo impacta directamente sobre la discusión de prioridad temática de dicha agenda. Sabemos que el feminismo ha sido históricamente heterogéneo y que esa diversidad está basada en sus postulados teóricos y políticos, muchas veces, antagónicos. Sin embargo, también conocemos los consensos construidos en torno de las reivindicaciones de igualdad como han sido, por ejemplo, el sufragio femenino y los derechos laborales de género, entre otros. Con una alianza con el neoliberalismo, el feminismo corre el riesgo de centrarse y absolutizar la crítica cultural y volverse, como sostiene la filósofa Nancy Fraser, antieconomicista. Es decir, un feminismo miope a un contexto de crecientes desigualdades económicas producto de la precarización laboral y de un mayor desempleo, restringiendo, así, la idea de igualdad a lo meramente cultural”.

Por eso, Vazquez Laba sostiene que “el feminismo debe comprometerse con la justicia de género y, por lo tanto, adoptar una crítica integral sobre la subordinación de la mujer, conectando las luchas contra el sometimiento patriarcal y el sistema capitalista. En definitiva, el feminismo debería militar a favor de mejorar las condiciones de trabajo de las mujeres y de reducir las brechas de género, al mismo tiempo que valorizar el trabajo de cuidado familiar. De esta forma, se estaría en camino de construir una agenda feminista posneoliberal”.

La (otra) gran deuda pendiente
La Cámara de Diputados de la Nación dio media sanción, a fin de año, al proyecto de Ley Federal de Cuidados para la Primera Infancia, el cual establece que desde los 45 días hasta los tres años el Estado tiene la obligación de crear sistemas federales de jardines maternales u otras alternativas, para que las madres y los padres puedan tener un lugar –de calidad- donde dejar a sus bebés mientras trabajan o buscan trabajo, con el objetivo de fortalecer la autonomía de las mujeres. El proyecto tendría que ser aprobado en 2016 por el Senado. ¿Continuará?

La autora de la iniciativa, la ex diputada María del Carmen Bianchi (FPV), analiza el panorama: “Para la política de cuidados es importante, además de la disposición del Gobierno nacional, la existencia de paritarias ya que una parte de esta política está vinculada con el compromiso de los sectores empresarios y del propio Estado como empleador. Nosotras esperábamos que a partir del proceso de participación de importantes sindicatos en la construcción e impulso de este proyecto, el cuidado de lxs niñxs que ya está presente en algunas paritarias lo estuviera aún mas. Los despidos sin causa muestran un fracaso de los responsables de gestión para hacer un análisis serio de la planta en función de las políticas que va a implementar, además dañan la vida de los trabajadores y trabajadoras concretos, pero lo peor es que ejercen un disciplinamiento sobre las demandas de lxs trabajadorxs. Eso hace peligrar el avance de las políticas de cuidado y el impulso a la ocupación respecto de las niñas y niños en el período de la vida que requiere muchísima atención”.

La incertidumbre, el susto, la competencia por ver quién queda y quién se va, los dedos acusadores y las vulnerabilidades que se despiertan en la selva donde reina el más fuerte dejan, en muchos casos, a las mujeres puertas adentro o en trabajos con menos derechos y más resignaciones. O, por el contrario, las llevan a gritar más fuerte. Estela Díaz, secretaria de Género de la CTA, también presentó un proyecto –que espera en el Congreso de la Nación- para que se sancione una Ley de Responsabilidades Familiares Compartidas que amplía licencias de cuidado para padres por nacimiento de hijxs y para familias diversas. Y empuja, junto con otros gremios, la idea de una licencia para trabajadoras que sufren violencia de género. Ella vislumbra un camino arduo: “Las decisiones del primer mes de gobierno de (Mauricio) Macri son muy poco alentadoras para las y los trabajadores en general, pero desde la perspectiva de las mujeres las luces rojas de alerta tienen sus particularidades. Un contexto de ampliación de derechos es siempre propicio y favorable para pensar cómo se puede avanzar en agendas pendientes. Si tenés paritaria libre, reducción de la desocupación, consejo del salario, normas que contemplan a las trabajadoras de casas particulares, es una situación que abre el abanico de posibilidades para abordar la reducción de brechas de desigualdad con las que convivimos históricamente las mujeres en el mundo laboral. Sólo en un contexto favorable puede empezar a tomar fuerza un tema como el de los cuidados, las responsabilidades compartidas. Por el contrario, el nuevo gobierno quiere ponernos a la defensiva. Tener que pensar en defender el empleo y no en cómo logramos más y mejores trabajos, es sólo imaginable desde un proyecto político que está pensando una Argentina para unos pocos, y otra vez para los privilegiados de siempre”.

En cambio, Mariana Massaccesi, coordinadora general de Voces Vitales Argentina (una organización que promueve el liderazgo de las mujeres) ve con esperanza la nueva gestión: “Hay una mayor apertura hacia la presencia de mujeres en espacios de decisión. Los liderazgos como el de María Eugenia Vidal, Gabriela Michetti, Susana Malcorra, Patricia Bullrich, Carolina Stanley, Laura Alonso, Isela Constantini, Fabiana Tuñez y Yanina Basilíco marcan el camino hacia una nueva era. Estamos atentas a la designación de mujeres, muchas de ellas comprometidas con el empoderamiento de la mujer y la equidad de género en puestos clave. Consideramos que este tipo de liderazgos son necesarios para definir los grandes ejes de las políticas y somos optimistas en que esto se refleje en un avance concreto de la agenda de género de nuestro país”.

Por su parte, Díaz cree que las víctimas de violencia de género de clases más bajas se van a ver afectadas: “Para las mujeres de los sectores más populares hay posibilidades de salir de la situación de violencia cuando tienen oportunidades laborales, programas sociales que contemplen su situación y pueden formar parte la construcción de proyectos colectivos”. Y compara la situación actual con el reflejo europeo después del ajuste público. “Hay un espejo a mirar en Europa. Tanto en España como en Grecia lo primero que se deteriora son las políticas sociales, los programas de salud, la atención de la tercera edad, todos los dispositivos que tienen que ver con los cuidados de las personas dependientes. Cuando estas políticas públicas se resienten, el coste recae claramente sobre las mujeres, que seguimos siendo las que más carga tenemos en relación a los cuidados y las tareas domésticas. Esto acrecienta, además, las desigualdades sociales. Los sectores más pobres, más desfavorecidos, estarán para lograr cuidados de calidad, pero también para poder mejor las condiciones para conseguir empleos de calidad. Esto lleva a la reproducción de círculos de pobreza y desigualdad, que acrecienta las desigualdades de género. Por eso no es posible separar una mirada y postura respecto de un modelo de país sin pensarlo en relación a la igualdad social y de géneros”.

*Publicado en Las 12 el 15/1/2016 como "Las leonas contra los despidos".

sábado, 23 de mayo de 2015

Los otros femicidios

Por Luciana Peker *


El 28 de mayo, Día de Acción por la Salud de las Mujeres, la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito cumple diez años. Es la organización nacional que nuclea de manera democrática, popular y horizontal los reclamos por el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, sobre su capacidad reproductiva. En 2007, la Campaña presentó, con el apoyo de 22 firmas de diputados y diputadas de la Nación, el primer proyecto para legalizar la interrupción voluntaria del embarazo. Hoy ese proyecto –modificado– cuenta con el aval de sesenta y siete firmas de todos los bloques legislativos aunque no tiene fecha para ser tratado. La médica y psicoanalista Martha Rosenberg, pionera y activa integrante de la campaña, analiza la trayectoria de esta década y su participación, en la marcha del 3 de junio, con la consigna “Ni una menos”, porque las muertes de mujeres por abortos clandestinos también son femicidios. Porque mientras esta entrevista se realizaba, una niña de 12 está al borde de la muerte porque no pudo interrumpir a tiempo un embarazo.

Las muertes de mujeres como consecuencia de los abortos clandestinos se redoblaron en el último año. En 2013, según las últimas cifras oficiales del Ministerio de Salud de la Nación, cincuenta mujeres dejaron la vida desangradas solas en albergues transitorios para buscar una cama que los hospitales públicos les niegan o en sus casas, con infecciones trepándoles entre la culpa, el miedo al delito, el deber con los otros hijos y el miedo al esposo violento que todo lo castiga. La cifra que no cifra el drama –que cuenta con un subregistro anotado como muerte natural, por paro cardíaco o por otras causas de muerte materna– enmarca el gatillo de la clandestinidad. En 2012 habían sido treinta y tres las mujeres fallecidas. De un año a otro, prácticamente, el doble de mujeres dejó la vida frente a una práctica usual, pero –todavía– ilegal y por eso, sólo por eso, riesgosa. En Uruguay la mortalidad por aborto es cero. La legalidad no condena a pena de muerte por desear más allá del Código Penal, ni obliga a desterrarse en los escondites del sistema de salud a quienes deciden interrumpir un embarazo. La legalidad saca el cuerpo de las mujeres de la ruleta rusa. Pero la legalidad, en Argentina, todavía no tiene fecha de debate en la agenda parlamentaria.

Sin embargo, sí tiene fecha el inicio de las acciones colectivas para que el Congreso de la Nación rinda cuentas. Desde el 28 de mayo del 2005 en la Argentina existe la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito que, en todo el país, reclama la legalización del aborto y presentó un proyecto en el Congreso Nacional –que sigue siendo discutido y actualizado por sus integrantes– que cuenta con sesenta y siete firmas o adhesiones de diputadas y diputados de todos los partidos, pero que no está entre los planes legislativos para ser debatido en 2015.

La campaña no tiene una sola forma de pensar y reflexionar ese vacío político, pero justamente su valor es la unión para luchar –con diferentes miradas– para que la legalización llegue a concretarse en la Argentina. “Sostener unidad en la pluralidad es muy preciado contra la idea de la grieta y que es imposible juntarse”, valora la médica y psicoanalista Martha Rosenberg. Tiene el rostro iluminado por la experiencia larga, conjunta y con lugar para el debate del feminismo en la Argentina. Ella no es la única voz de la campaña, ni habla en nombre de otras de sus integrantes. Pero es una voz pionera del feminismo y de la conformación (a partir de prácticas populares, democráticas y horizontales) de la lucha por la legalización del aborto en la Argentina. Habla en su nombre y su nombre es sinónimo de la lucha. La historia se trepa por su limonero urbano como una historia viva en donde hay un palo de amasar para un nieto y una cofradía de hermanas en viaje. La historia se desprende de sus palabras y espera, espera todavía, consumar un derecho –el derecho a decidir–, que es la gran deuda de la democracia.

¿Cómo surge tu militancia por el derecho al aborto?

–Por mi militancia feminista y mi trabajo como psicoanalista. También soy médica. Siempre me interesó el tema como una cuestión de salud pública. Para mí es un nudo de distintas determinaciones que pesan sobre las mujeres en nuestro orden social actual, tanto el orden patriarcal como al orden capitalista, que son inseparables, y el orden histórico-tecnológico.

¿Cómo nace la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito?

–Yo fui una de las iniciadoras de la campaña, entre gente que ya veníamos trabajando el derecho al aborto en la coyuntura de las movilizaciones de 2001 y 2002, en donde muchas feministas que confluíamos en movilizaciones sociales, asambleas y algunas de las experiencias piqueteras y del cuestionamiento de las representaciones políticas de los partidos tradicionales. Hasta que se formó la Asamblea por el Derecho al Aborto en un local que nos prestaban para que nos juntáramos quienes estaban en las asambleas y los movimientos populares alrededor del tema del aborto. De ahí surgió la idea, con Dora Coledesky, Mabel Bellucci, Elsa Schvartzman y Zulema Palma. Había grupos feministas que se apartaron porque algunas pensaban que había que hacer un movimiento sólo de mujeres y nosotras creíamos que había que hacer un movimiento de toda la sociedad con los varones, médicos y otros movimientos. También había partidos políticos de izquierda que se separaron. Hubo mucha discusión y de ese trabajo surgió la idea de un movimiento nacional por el derecho al aborto que llevamos, en 2003, al Encuentro de Mujeres en Rosario. Dora encabezó la propuesta en Rosario y nosotras propusimos hacer talleres de estrategias por el derecho al aborto, no los tradicionales de anticoncepción y aborto en donde se discutía si aborto sí o no. Uno de esos talleres los coordinamos con Mabel Gabarra y otro con Mabel Busaniche, que es una militante feminista de Santa Fe.

¿Surge por voluntad horizontal a través de asambleas y talleres de Encuentros?

–Absolutamente. También algunas habíamos participados en los Foros Sociales Mundiales de Porto Alegre, en donde teníamos una fuerte afiliación a las propuestas de democracia participativa.

¿Cuándo se lanza la campaña?

–El 28 de mayo de 2005 nos declaramos por primera vez como Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

¿Cómo recordás a Dora Coledesky, que ya murió, y fue una abogada tan luchadora de múltiples formas por los derechos de las mujeres?

–Dora es imborrable para todas. Fue una militante feminista que se había exiliado en Francia y allá trabajó como obrera gráfica y por el derecho al aborto en un momento en el que en Francia había un movimiento fuerte. Por muchos años ella formó la Comisión por el Derecho al Aborto cuando no había un trabajo específico. También discutíamos mucho, pero nos consultábamos siempre. Cuando empezó la campaña con Dora, Marta Alanis y Mabel Gabarra éramos un grupo inicial que teníamos una voluntad común y que podíamos convocar a personas que no tenían la misma postura en muchos aspectos políticos, pero sí con democracia, participación y transversalidad.

¿Cuáles fueron los aciertos de la Campaña Nacional por elDerecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito?

–Esta perspectiva de pluralidad y participación. No fue fácil. Permanentemente están las tensiones con movimientos que piensan que pueden instalarse en este espacio para hacer sus políticas.

¿Por qué no se logró la legalización del aborto?

–Porque hay obstáculos políticos muy importantes por cómo está constituida la mayoría en el Congreso y cómo se deciden las políticas en términos de liderazgos autoritarios. Es un conflicto muy operante en la Campaña entre los movimientos que se alinean con la Presidenta, que tiene una posición opuesta al derecho al aborto, desde siempre, y más allá de que ella lo imponga explícitamente.

¿La llegada al Vaticano de un papa argentino frenó la legalización del aborto en Argentina?

–Puede ser un elemento, pero creo que el freno estaba antes.

¿Cuál es el nivel de adhesión de diputadas y diputados en el Congreso de la Nación?

–El proyecto se presentó el 28 de mayo del 2007 y tuvo veintidós firmas iniciales y hoy ya tenemos sesenta y siete firmas que no necesariamente se traducen en un avance parlamentario. En muchos casos son firmas para quedar bien con Dios y con el diablo. El diablo vendríamos a ser nosotras y Dios sería la parálisis institucional.

¿Cómo se formuló el proyecto para legalizar la interrupción voluntaria del embarazo?

–El proyecto es una discusión colectiva en el que participaron distintas personas de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, La Pampa y se estudiaron las distintas leyes que regulaban el aborto en los países más avanzados en ese momento, como España, Italia, Francia, Inglaterra y Estados Unidos. En este momento el proyecto está en discusión. En el último plenario de la campaña se decidió hacer foros de discusión por temas que ya quedaron viejos por el fallo F.A.L. de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sobre la Interrupción Legal del Embarazo (ILE).

¿Con el fallo F.A.L. puede ser una buena estrategia plantear que toda mujer que no quiere continuar con un embarazo se ve afectada en su salud emocional para que pueda acceder a un aborto legal?

–Me parece que es una buena estrategia, pero que es una estrategia más. Esa estrategia se propuso en 1997 desde un concurso de ensayos que propuso el Foro por los Derechos Reproductivos y que está publicado en el libro Aborto no punible. El concurso lo ganó un ensayo escrito por Susana Chiarotti y su equipo y se proponía la ampliación del concepto de salud que se utiliza en el artículo 86 del Código Penal. La definición de salud debería ser, por los tratados internacionales incluidos en nuestra Constitución, la que da la Organización Mundial de la Salud (OMS), que es una definición amplia y abarcativa y que incluye aspectos físicos, psíquicos y sociales.

¿Una mujer que siente afectada su salud emocional si continúa con un embarazo puede solicitar un aborto legal?

–Es una estrategia posible, pero desde la campaña reivindicamos el derecho al aborto voluntario porque pensamos que forma parte de los derechos inherentes de la ciudadanía de las mujeres. La existencia de un embarazo no obliga a las mujeres a asumir la continuidad de ese embarazo si no está acompañado por su voluntad y su deseo de llevarlo adelante. La maternidad tiene que ser voluntaria, elegida, feliz y alegre, como uno de los modos de realización de una mujer, de su femineidad, de su sexualidad y de su proyecto de vida. El derecho a interrumpir el embarazo jerarquiza los proyectos de vida de las mujeres. También hay estrategias de solidaridad y acompañamiento que están haciendo muchas compañeras –en los equipos de Socorro Rosa y otros– a las mujeres que abortan para que su aborto se realice de la manera más segura e incorporable a su biografía posible. Porque uno de los logros de la campaña es haber sacado la experiencia del aborto, de 500.000 mujeres anualmente en nuestro país, para que no sea una situación estigmatizada, secreta, pecaminosa y delictiva.

Este año aumentaron las muertes de mujeres por abortos. ¿Sería, al menos, recomendable la reducción de daños o consejerías pre y post aborto para evitar riesgos a la salud y la vida?

–Por supuesto. Todas las estrategias que contribuyan a la que la práctica del aborto no implique riesgo para la vida de la mujer ni marginación y/o exclusión son buenas. Pero ninguna de esas buenas estrategias excluye la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo en el Parlamento. Son todos paliativos. El Ministerio de Salud tendría que investigar las causas del aumento de las muertes. La causa de las muertes por aborto es la clandestinidad. Los hay más peligrosos y los hay más seguros, pero lo que mata es la clandestinidad. Cuando el aborto es legal, las mujeres no se mueren por hacerse un aborto. Ninguna.

En el caso del femicidio de Chiara Páez, de 14 años, se investiga si su novio antes de asesinarla intentó forzarla a un aborto. ¿La clandestinidad colabora con la realización de abortos contra la voluntad?

–Nuestro planteo es por la interrupción voluntaria del embarazo. La que decide es la mujer. Nadie más. Ni el patrón, ni el cura, ni el médico, ni el Estado. Cualquier aborto que se le hace a una mujer, sin su voluntad, es un delito. No validamos ningún aborto que no sea aborto voluntario. Incluso en los abortos legales por violación media la decisión de la mujer. No es obligatorio que una mujer cuando la violan quiera abortar. Muchas mujeres no quieren abortar a pesar de haber sido violadas. Lo decisivo es la voluntad de la mujer. Por otro lado, hay una tendencia generalizada a que todo el mundo pueda significar lo que es un aborto para una mujer. Está la significación fija que le asigna la Iglesia o el pensamiento patriarcal o, muchas veces, aparece como una especie de situación fija de que todo aborto es una maravilla o un duelo irrealizable o una posibilidad fallida. Hay que tener una posición crítica con eso. Cada aborto significa para cada mujer lo que en ese momento de su vida signifique. Muchas veces un aborto en la temprana juventud significa otra cosa veinte años después. Podés tener la que le prende velas a un aborto o la que dice “qué sabia estuve de no continuar con ese embarazo”. El aborto tiene significación singular en cada mujer.

¿Un varón puede decidir que una mujer interrumpa o continúe con un embarazo?

–La mujer tiene prioridad en la decisión. Es un privilegio de la mujer decidir sobre el embarazo frente a cualquier otro deseo ajeno. Por supuesto que siempre tiene en cuenta si el tipo quiere, si no quiere, si se va a borrar o si es una inoculación por violación.

En el debate de Gran Hermano, en América TV, el periodista Gabriel Levinas decía que una participante (Nadia Terazzollo) que contó que sufrió un aborto forzado era una mentirosa porque si fuera real estaría aferrada al hijo de ella (de ocho años) y no en un programa de televisión... ¿Qué muestran estos prejuicios públicos sobre la verdad o no de una situación que, además, está atravesada por la clandestinidad?

–Es un comentario totalmente machista, convencional, en contra de esa mujer. No veo ese tipo de programas y no sé sus circunstancias. Pero esa frase le dicta a la mujer lo que tiene que hacer con sus hijos, con sus embarazos, con su ubicación en el mundo. El derecho al aborto defiende la jerarquía ética de las decisiones de las mujeres sobre sus embarazos porque la crisis a la que tiene que responder una mujer en un embarazo involuntario –que puede ser forzado o no forzado– es una crisis de toma de decisión sobre su propia vida y en la que tiene que decidir con los elementos que tiene, en ese momento de su vida, sobre si continúa o no continúa con ese embarazo. Algunas decidieron que todo embarazo es un hijo y otras que no quieren tener hijos y que si quedan embarazadas no van a continuar el embarazo y otras lo deciden cada vez que quedan embarazadas. Un embarazo siempre cambia el proyecto e inaugura un proyecto distinto. A veces el proyecto puede incluir el embarazo y otras veces puede no incluirlo y se renuncia a ese embarazo. Son pocas las mujeres cuyo proyecto de vida puede incluir todos los embarazos que se pueda tener.

¿El panorama político actual con las candidaturas de Daniel Scioli, Mauricio Macri, Florencio Randazzo, Sergio Massa y Margarita Stolbizer genera expectativas para la legalización del aborto o se va a tener que redoblar el trabajo de la campaña?

–Hasta ahora, de todos ellos, la única que ha manifestado su reconocimiento del derecho del aborto es Margarita Stolbizer. De todos los demás prácticamente todos lo han rechazado en público, lo que no quiere decir que alguno se vea presionado por los movimientos. Yo creo que depende mucho del tipo de relación política que establezca con los movimientos sociales y por los derechos de las mujeres. Es curioso cómo sale ahora lo de “Ni Una Menos”, que es gente que en su vida le dio importancia a la lucha contra la violencia hacía las mujeres. Creo que tiene que ver con el año electoral. Esa pelea llama menos la atención y, además, es indignante la seguidilla y el aumento de la violencia hacia las mujeres. Pero hay una descriminalización social del aborto y eso es importante. No sólo porque se visibilice más por nuestra acción política con todos los movimientos que han sumado el tema de la legalización del aborto. La campaña es una creación con los organismos de derechos humanos, las universidades, los grupos estudiantiles, las academias, los sindicatos. Tenemos una ampliación del apoyo social muy fuerte. Pero todos los políticos temen arriesgar su vinculo con las iglesias (porque ahora la Iglesia Evangélica ha crecido mucho) y eso tiene un efecto muy fuerte de autocensura.

En la marcha “Ni Una Menos”, el 3 de junio, en el Congreso Nacional, ¿es importante entender que tampoco puede morir ni una mujer más por aborto clandestino?

–Sí, en nuestra declaración hemos incluido la muerte de mujeres por aborto clandestino en la figura de femicidio porque son muertes de mujeres por ausencias de políticas que protejan su vida y que valoricen su vida como un bien social. El riesgo para la vida de las mujeres del embarazo y el parto parecería que es un riesgo obligatorio y el riesgo que asumen las mujeres que interrumpen su embarazo en la clandestinidad es muy grande y se cobra muchas vidas por año.

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Actividades del 28 de mayo por los diez años de la Campaña

La Plata: El 20 de mayo se realiza un taller para docentes en el Sindicato del Suteba y mesazos el 27 de mayo en el Hospital de Gonnet y en el hospital Policlínico San Martín de 9 a 11.30 horas.

La Pampa: El 29 de mayo se lleva a cabo el Primer Foro Ampliado para actualizar el proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en la Universidad Nacional de La Pampa.

Córdoba: El 28 de mayo, en la Plaza del Fundador (detrás de la Catedral) de 16 a 19 horas se va a extender cincuenta metros de tela verdad y la consigna: “En un año electoral, yo voto por el aborto legal”.

San Juan: El 28 de mayo se va a difundir una radio abierta, desde las 17 horas, en la peatonal de la ciudad de San Juan.

Rosario: El 30 de mayo se invita a un foro-debate en el Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias de Rosario (CEMAR), de 14 a 19 horas.

Ciudad de BuenosAires: El 28 de mayo, a las 16 horas, se convoca a una carpa en el anexo del Congreso Nacional con el lema: “El Estado te lo niega, vení a abortar en el Congreso”. Y, a las 18 horas, a un acto y lanzamiento de la “Red de Profesionales de la Salud por el Derecho a Decidir”.

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Una niña de 12 años en peligro por parir



Una niña de doce años del interior correntino fue madre el 18 de mayo y puede morir por ser forzada a ser madre niña. Actualmente se encuentra en grave estado y con asistencia respiratoria en el Hospital Juan Ramón Vidal, de Corrientes. Muchas veces se dice que sin el esfuerzo del parto la vida no corre riesgo, pero le practicaron una cesárea y sufrió graves complicaciones. “La niña está en terapia intensiva, con asistencia respiratoria y corre riesgo de vida. A causa de un cuadro de hipertensión debió ser trasladada a este hospital, pero empeoró, tuvo que ingresar a terapia intensiva y, si bien está estabilizada, su pronóstico es reservado con el alto riesgo que significa un embarazo, parto y posparto en una nena de esta edad”, confirmó la directora del hospital correntino, Norma Pérez, a Télam. La niña vive en Saladas, a 100 kilómetros de Corrientes, y ahora sufre síndrome de Hellp con hemólisis, disminución de plaquetas en la sangre, aumento de las enzinas hepáticas y complicaciones respiratorias.

Siempre un embarazo a esa edad es una forma de violencia sexual y siempre tiene que ser ofrecido y facilitado un aborto legal. Sin embargo, los obstáculos y escondidas del sistema de salud hacen que muchas niñas y sus madres no se enteren o lleguen tarde a la posibilidad de una interrupción legal del embarazo. Mientras que otra niña de once años está embarazada de seis meses y es atendida por el Hospital Vidal de Corrientes. Los médicos derivaron el caso a la Justicia. ¿Le ofrecieron realizar un aborto legal como indicó la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el fallo F.A.L.?


* Publicado en el suplemento Las 12 del diario Página 12 en su edición del 22/5/2015