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lunes, 10 de diciembre de 2012

El bisnieto de Maisanta

Un Texto de Yldefonso Finol

Por Chávez
I
Por la salud de Chávez vamos a misa los comunistas, los herejes incrédulos y sublevados.
Lanzamos Manifiestos arengando redenciones futuras, razones para alzarse contra la des-historia, consignas para dar la sangre y aquello de somos la vida y la alegría.
Los melenudos izquierdistas del socialismo utópico y los comeflores del mayo francés, dejamos nuestras súplicas en las paredes con el sello irreverente de subir a los cielos y tomar a Zeus por rehén.
Los hippies amigos de Lennon y las hormigas rojas en las habichuelas gigantes perdonan a las hierbas, para que cesen las guillotinas su filosa orquesta de filósofos silencios.
Los garrotazos desaparecen de la columna del Gandhi y las alturas de Machu Picchu se nos entregan como los cuerpos florecidos de patriotas azules en el Campo de Carabobo.  
Proclamas emergen de los grisáceos fondos coralinos, donde reposa el cardumen de los anfibios teatreros que sacaron a Lovera a las páginas inmortales de la verdad rediviva.
No sé si es el remolino de recuerdos o el Dolor de la multitud amorosa lo que me inunda el alma como cascada profunda de Plegarias.
Mis chamanes son guerreros resucitados, son los Mohanes a los que llamo con guarura nocturna -vale decir clandestina- para salvarla de las empresas televisivas asesinas.
Por tu sanación damos las gracias hasta las desgarraduras, no soportamos la quietud de la rutina ni nos resignamos a esperar los desenlaces.
A tu amanecer ofrendan los juglares sus pregones, cantan desde sus pulmones los soldados himnos que la guerra hizo poemas. 
Oraciones brotan por doquier como pasto silvestre que alimenta dioses criollos, pequeños como una concha de caracol, inmensos cual las olas oceánicas que ven caer al padre sol.
Cual mendigos del poder infinito de la Pacha Mama nos tatuamos petroglifos en carne viva y marchamos descalzos al espejismo de sal que nos seduce desde lontananza. 
Gremios de juristas sensibles redactan petitorios a las Cortes superiores donde la reina María Lionza trenza su derecha con el Negro Miguel y su siniestra con Guaicaipuro, mientras reposa glúteos y faena sobre lomo de tapir.
De hinojos ante la noche canta el trovador sus serenatas, ruega sus súplicas el enamorado, vierte su fe el místico.
También yo, de rodillas, arriesgué mi espalda a los azotes del verdugo, para que tu andadura siguiera cabalgando sobre brioso crisol de victorias.

II
Veo la peregrinación harapienta que avanza hacia el vientre de la suerte el tamal de los  homenajes la arepa de la justicia el pan de las libertades el caldo de las redenciones
Veo las Ofrendas que te llevan las abejas insomnes de todos los panales que han surgido de tu voz alzada en los desiertos
Los Sacrificios forzados de otrora el pueblo ahora los canta para la gloria de un despertar inesperado el grito mismo del esclavo que antes sólo gemía y callaba 
Honores te dan al pasar quienes del honor viven y ni agua requieren en los siglos del deber
Templos no hacen falta donde tanto corazón es tu morada donde te abrigan ninfas australes y nirvanas alfombran alamedas para tu paso
Multitud de clanes nos arropamos en el Tótems erguido de tus convicciones como colmenas soterradas como nidos de nuestras infinitas ansias de ser de inhalar éteres del cosmos y beber savias de la reposada tormenta
Trajiste del averno los Oráculos cuando los desalmados te creyeron ido
Venciste la impaciencia sin dejar para más nunca lo que tenías que hacer
Juntaste los dispares por el prístino llamado de tu afecto
Derrotaste pústulas casquivanas sin desmaquillar poses sin necesidad de hurtar autorías
Trasluciste la opacidad con que el fango nos enceguecía
Demoraste los vagones para montar a los rezagados a los carecidos de tiquetes a los que amanecieron sin techo durmieron sin amor y lloraron de hambre
Nos abriste los ojos y ya no tendrá descanso nuestra vigilia por esas maravillas festivas a que nos convocaste.

III
Tu raíz arrebata de la sed milenaria lo por cumplir, las causas insospechadas pero justas, el cauce de manantiales no descubiertos, el argumento subterráneo que estalla untándolo todo de ganas.
Tu raíz se bifurca en incertidumbres suspendidas, se apaga a ráfagas por zarpazos viles, pero se multiplica a razón de miles por contacto hazaña.
Tu raíz te dio madre y sorpresas y otros fuegos fundadores, te dotó de senderos arenosos y asoleados para que tus pies creyeran en el camino, aunque el camino no supiera de compasiones ni de acertijos.
Tu raíz demoró ciertos cadalsos en salir del foso, tus imanes nos atrajeron sin mediar superficies.
Tu aquiescencia al atrevimiento nos mantiene en ayuno de quietudes.
Tu apego congénito al abismo, al hechizo de los azares, al intrépido darse del insurrecto, nos ató náuticamente al incógnito sino de las pendientes.
Tu arbitrario contagio de criollismos nos allana las sendas a lo nuestro.
Tu ímpetu adolescente a veces me ciega la carga del tiempo y la fatiga.
Tu huerto de crisálida encinta polinizó sabanales que sucumbían al tambor de la sensualidad.
Tus pesares se hicieron pan compartido, tu brío aliento de la grey en pos.
Tus heridas nos laceran como  emboscadas criminales.
Tus naufragios ya nos enseñaron el poder de la resurrección.

¡Palante Comandante!


Compañero Hugo Chávez Frías
Presidente de la República Bolivariana de Venezuela
Despacho Uno
Diciembre de 2012
 

sábado, 1 de diciembre de 2012

martes, 27 de noviembre de 2012

Fotografías



Por Horacio González*

Al juez Thomas Griesa le gusta fotografiarse. Es lógico, debe cumplir con una dimensión importante de la función pública, que es la publicidad de su figura, con la postura de una foto oficial. Hay fotos y fotos. La foto oficial es otra cosa. Se la prepara, la toman especialistas, debe hacer brillar la solemnidad y la gallardía del poder. Sin excesiva arrogancia y también sin falsos escrúpulos que parezcan un festejo de la informalidad. Pero veamos a Griesa: su fisonomía dice mucho... o lo dice todo. Es un rostro que pertenece a una cultura. Aunque no necesariamente agota todas las posibilidades de la cultura norteamericana. Basta comparar su foto con fotos de Faulkner, Kerouac, el mismo Henry Fonda. O si no, Marlon Brando. Claro, son actores o escritores. Pero en sus rostros está expresada una indeterminación, una apertura a la dificultad de la existencia. Pero en Griesa no. Solo hay determinación, un arquetipo que parece surgido de un comic. Algo que informa que estos rasgos sumarios de una fisonomía pueden albergar las formulaciones más demoledoras de una cultura jurídica.

Es un rostro enjuto, tomado por una ancianidad que casi es un mecanismo de voracidad y astucia. Al lado de la bandera norteamericana, toma tal envergadura arquetípica, que es en sí mismo un llamado imperial, una convocatoria belicosa con su martillo de madera reposando amenazador en el pupitre. Parecería la estampa misma de un encorvado dicterio, de un úkase patriarcal pronunciado desde lo alto y hacia el vacío. Un reposado mundo jerárquico se desprende su figura, como vieja concepción del mando imperial. En las fotos esto aparece como un resplandor subrepticio, pero notable.

Todos podemos verlo. En esa mirada levemente irónica desfilan como luminarias inertes las antiguas guerras de conquista. Vemos la expansión contra México, la guerra contra España para controlar Cuba, las acciones de todo el comienzo del siglo XX sobre Nicaragua, las intervenciones sobre el resto del planeta, las que podríamos considerar las más injustas, pues brotaban de cálculos geopolíticos y económicos de secretos gabinetes de intrusión. En esa mirada lejana, como ensoñada, en su vejez recalcitrante, podemos ver en Griesa –hombre de Kansas, de Harvard, del Sistema– también la brumosa figura de un Braden. Pero no veremos la de Humphrey Bogart. Sí la de un John Wayne. No la de un James Dean. La cultura norteamericana, tan compleja como es, con su propensión a grabar fuertes imágenes en la mirada de la humanidad, que supo llamar Nación a su enorme variedad cultural, queda confinada en ese rancio octogenario que convoca a la destrucción escribiendo actas judiciales que casi son órdenes misilísticas.

Cada una de sus fotos, con toga o sin toga, con bandera norteamericana o sin bandera norteamericana de fondo, con media sonrisa o gesto adusto de burlona rapacidad, en un balcón neoyorquino o rodeado de libros de leyes encuadernados –sí, le gusta fotografiarse– es un retrato condenatorio de la civilización que han creado los Estados Unidos de América. De su aspecto humanamente más fracasado. Ningún rastro aquí de la tradición del fiscal, del juez que juega su cargo en una denuncia, del sheriff valiente que no se doblega ante los sátrapas de turno. Es la gran tradición liberal norteamericana. Está en su cine, su literatura: Doce hombres en pugna; Casablanca; Los días del Cóndor; Shane, el desconocido; La jauría humana; JFK; A la hora señalada; Citizen Kane. En el cortejo cruento que pasa ante a mirada atemporal de Griesa, están los masacrados por tormentas en el desierto o en prisiones como Guantánamo. Sueña este hombre, que sale de las emisiones más lúgubres de las voluminosas fuerzas antidemocráticas de la sociedad norteamericana, que puede enfrentar sociedades más débiles desde lo alto de una cumbre judicial abstracta, con dictámenes escritos con garras, tan diferentes de las plumas que emplearon Jefferson o Luther King para escribir sus documentos. Sueña que abre sus alas y transfigura su despacho, queda su cuerpo hecho famosa ave funesta y restan solo sus ojitos entrecerrados, que picotean en los recuerdos de sus hazañas jurídicas bajo el tambor regimentado de la especulación financiera más oscura de la historia de la modernidad.

Gozosamente cadavérico, picoteando basurales de la historia, su imagen concita el repudio de los pueblos, por reasentar las formas intrincadamente más oscuras del capitalismo norteamericano. Esa mejilla hundida, ese mechón a veces peinado y a veces despeinado. Sin duda habita un sarcasmo ahí, un supremo placer de daño que no es diferente del que presidió los momentos más oscuros de la nación norteamericana. Quizá sea cariñoso con sus nietitos, pero en estas imágenes bate alas su condición depredadora. El pueblo norteamericano debe también saber verla, porque al hacerlo conocerá también qué es lo que debe ser alejado de su propio tejido moral e intelectual.

* Sociólogo, director de la Biblioteca Nacional.
Publicado el 27/11/2012 en Página/12 como"Fisonomía de Griesa" 

viernes, 23 de noviembre de 2012

viernes, 2 de noviembre de 2012

Libertad de(s) presión

"Podrá el diario en cuestión estar perfectamente a salvo en el aspecto legal; podrá haber cuidado las formas en todas sus actividades, pero como diputado revolucionario y como hombre que tiene por costumbre decir las cosas tal cual las siente, afirmo que el diario La Prensa tiene contraída con el pueblo de la República la deuda de sus grandes pecados. Para nosotros 'La Prensa' es un diario merecedor de serias acusaciones; no -como dijo el señor diputado Santander, traduciendo la opinión de su partido (Radical)- por disparidad de opiniones con referencia a determinados aspectos de la realidad nacional e internacional. Ni tampoco por agravios como los que ha inferido el propio partido Radical -algunos citados por el señor diputado Colom- como, por ejemplo, el relativo a la revolución del señor Cattaneo, cuando describió en tonos sombríos como elementos anarquistas y personalistas intentaron perturbar el orden. Si solo tuviésemos agravios de ese tipo, no nos alegraríamos en este momento de asestarle un golpe a través de esta Cámara.

Nosotros estamos contra La Prensa por razones mucho más serias, mucho más fundamentales. Estamos contra La Prensa porque creemos que diarios de esa clase son los que han minado las bases de la nacionalidad; creemos que La Prensa es uno de los obstáculos, como hay muchos otros en el continente, que han impedido o demorado todas las posibilidades de reivindicaciones proletarias en Latinoamérica. Nosotros lo decimos por encima de las contingencias de la comisión investigadora; lo decimos como hombres políticos que expresamos opiniones personales.

Nosotros estamos con los obreros y estamos contra La Prensa porque La Prensa, por supuesto, siempre estará, como lo ha estado hasta ahora, contra los obreros y contra nosotros.

Este es el planteo revolucionario con respecto a este problema con La Prensa. Nosotros con los nuestros, La Prensa con los suyos y con sus aliados de dentro y fuera del país y con todos aquellos que, sin estar complicados en las maquinaciones de los diarios capitalistas, creen que están defendiendo los intereses de la prensa libre y de la libertad de prensa.

Esa 'movilización capitalista internacional' a que se refiere el mensaje del Poder Ejecutivo -y que llama la atención al señor diputado por Entre Ríos- es un hecho concreto que notamos a través de todas las cadenas periodísticas, de las agencias noticiosas, de los diarios que están en manos de los propietarios de minas de cobre o de estaño, de las grandes plantaciones, de todas las compañías con ramificaciones  imperialistas en América Latina. Lo notamos a través de todas esas organizaciones de tipo internacional que so pretexto de la defensa de principios como la democracia y la libertad, que nos son caros a todos los habitantes de Latinoamérica, están en realidad sirviendo -consciente o inconscientemente- la causa de los auténticos y verdaderos enemigos de la libertad, de la democracia y de Latinoamérica.

Nosotros lo notamos porque evidentemente se ha creado un clima internacional con respecto al problema de La Prensa. Este diario es de un poder, perfectamene cimentado a través de muchos años de vida. Tanto es un poder que en todo el continente y aún en Europa se han levantado voces de protesta contra el llamado 'atropello contra La Prensa'; e inclusive el señor ayudante de Estado para Asuntos Latinoamericanos, Edward Miller, se ha permitido hacer declaraciones con referencia específica al caso de La Prensa que, en resumen, dicen lo siguiente: 'que las relaciones argentino-norteamericanas se habían resentido a causa de la actitud del gobierno argentino hacia la huelga que determinó el cierre del diario La Prensa, que como todo el que que cree en una prensa libre y como amigo de la Argentina debía sentirse preocupado respecto de la situación de La Prensa y de sus empleados; que la política de su gobierno estaba determinada por la opinión pública norteamericana, que en este caso había reaccionado en tal forma que su gobierno se estaba viendo obligado a disminuir su política de cooperación...'
Las aclaraciones tienden precisamente a expresar todo lo contrario de lo que enumeran: ¿quién le preguntó al declarante oficioso si los Estados Unidos quieren o no intervenir en el conflicto de La Prensa? ¿Es que acaso puede haber algún ingenuo que crea que verdaderamente los EE.UU tiene personería para resolver el problema de La Prensa? ¿A qué viene esta aclaración de que no podrá ser llevado a la próxima conferencia de cancilleres
Este es un intento de coacción contra el gobierno argentino; y precisamente, mientra por un lado se le acusa de estar procurando intervenir en el conflicto gremial, por otro lado se le formulan críticas por la actitud que toma de no intervenir, porque seguro se esperará que el gobierno argentino adopte medidas de represión violenta contra los obreros, como en el pasado.

Esta sería una declaración absurda si la consideramos en su exacta ubicación. Pero no nos engañemos. Esta no es una bufonada, porque sabemos perfectamente bien cuál ha sido y cuál es la política de los estados imperialistas con respecto a los países de América Latina.

Si fuera exacto que está en juego la libertad de prensa, ninguna voz se levantaría contra este principio fundamental de los derechos humanos; pero esto no es la libertad de prensa. La libertad de prensa es una cosa auténtica, que se está mancillando a través del plan distorsionado que se está siguiendo en este asunto. Nosotros creemos en la libertad de prensa, de la prensa independiente y de la ideológica, de la equivocada y de la que está en la verdad; pero en lo que no creemos es en el derecho de estas empresas mercantiles y capitalistas para procurar que los resortes del Estado se pongan al servicio de sus intereses  cada vez que hay cuestiones gremiales en juego.

¿Es acaso la libertad de prensa lo que ha dado lugar a esta declaración del señor Miller? Nosotros afirmamos que no.

Los países de América española han aprendido a través de siglos de sudor y sangre, a desconfiar de aquellas palabras humanistas y justicieras cuando son formuladas por los labios de sus explotadores.

Nosotros sabemos que para el imperialismo el principio de la libertad de comercio, el principio de la libertad de concurrencia, el principio de la libre actividad privada y principio de la libre empresa son todos fantasmas y mitos que a la larga sirven para acentuar cada vez más la desigualdad que ya existe entre países coloniales y semicoloniales.

Desgraciadamente, a través de los procesos históricos de la humanidad, la libertad de prensa, junto con estas otras libertades que he mencionado, ha venido a construir un instrumento más de aherrojamiento, de sometimiento de los pueblos coloniales y semicoloniales.

¡Qué nos vienen a hablar de libertad de prensa! El propósito es querer embaucarnos con una supuesta igualdad jurídicoformal, que es el punto de arranque de la exacerbación de la desigualdad social y económica.

Las empresas periodísticas como la que consideramos hoy están en un mundo de trusts, de carteles, de holdings, de toda forma de integración monopolista. La llamada 'prensa grande' no ha escapado a este proceso: se han ido integrando, concentrando, y al final ha venido todos órganos de opinión de importancia comercial a quedar en manos de pocos propietarios que siempre están vinculados directamente directamente a las altas finanzas y a los grandes negocios.

Cuando el señor Miller se preocupa por la situación del diario La Prensa ¿en qué concepto, en qué principio se inspira? Si creyeramos por un momento, en que su aplicación es sincera y que verdaderamente está en juego el principio de la libertad de prensa, le diríamos entonces al señor Miller que no necesita trasladarse hasta la República Argentina, pues puede dedicarse a defenderla en su propio país, porque está demostrado que el lugar donde menos libertad de prensa existe es en los propios Estados Unidos.

Supongo que el señor Miller no creerá que la cadena Hearst es una cadena de prensa libre o que la cadena Scripp-Howard con sus 19 diarios y todas sus filiales constituye una expresión del pensamiento libre en materia periodística.

Pero no nos sorprendemos, porque sabemos perfectamente bien qué es lo que se quiere defender a través del diario La Prensa.

El señor Miller tiene algunos ejemplos en su propio país. Cuando el presidente de la Associated Press, el señor Cooper, proclamó la necesidad de defender la libertad internacional de prensa, lo que quería era conservar la libertad de monopolio de su agencia. ¿A quién le van a hacer creer que esos periódicos son expresión de la opinión ciudadana, y que dirigen honestamente el pensamiento público? Al mismo tiempo que formulaba esa declaración, en su propio país lo había declarado ilegal por haberse comprobado las maniobras tortuosas que la Associated Press realizó para impedir que otras agencias menos poderosas tuvieran acceso a los medios de información.

Se nos podrá decir que es una afirmación que hacemos los peronistas desde aquí, pretendiendo interiorizarnos de cosas de los Estados Unidos. No es así. Una de las publicaciones que gozan de más fe en los propios círculos afectos a este tipo de prensa, como 'The Economist' de Londres, decía que a través de estas declaraciones 'se preparaba el camino al dominio mundial de los EE.UU, mediante agencias  informativas norteamericanas poderosas desde el punto de vista financiero'. Por supuesto que al mismo tiempo la Associated Press acusó de idéntico delito a la revista 'The Economist'. La verdad es que ambos tenían razón. El proceso de concentración ha sido paralelo en los EE.UU y en Inglaterra. A través de los años ha ido restringiéndose el número de periódicos y formándose las grandes integraciones capitalistas que manejan todos los medios de información, difusión y publicación de noticias escritas. Tanto la Reuter como la Associated Press y la United Press poseen una red internacional y una organización privada, al margen de la cual hay poco menos que una imposibilidad total para actuar a las demás agencias noticiosas, salvo que cuenten con el apoyo de gobiernos igualmente poderosos. Una sola de ellas controla 285.000 millas de cable telegráfico contratado especialmente para su explotación monopolista.

Los vastos capitales que abarcan empresas no pueden moverse a impulsos propios o ideologías, sino que deben procurar ampliar su esfera de acción y de dominio. La concentración de la industria conduce fatalmente al monopolio, tiende a la expansión y busca ampliar la zona dominada por los monopolios rivales. Es simplemente una ley económica de la sociedad capitalista. De ninguna manera una lucha de ideas.

En los EE.UU las cifras son elocuentes. Recuerdo que Tocqueville, en su libro clásico 'La democracia en América' se asombraba de la extraordinaria cantidad de periódicos que existen en Norte América; en cada pueblo había 2 ó 3 periódicos que se desenvolvían con muy pequeños gastos y que no perseguían fines de lucro. Pero lo que vio Tocqueville era hace más de 100 años. Ahora el número de diarios ha ido disminuyendo, porque en la actualidad son empresas de tipo netamente capitalista y no pueden subsistir si no producen dividendos y dan ganancias a los accionistas.

En Norte América había en 1920, 2.000 diarios y actualmente hay alrededor de 1.700. En 1.100 ciudades de los EE.UU. hay solamente un periódico y en las 160 ciudades donde hay más de uno, ellos se encuentran en manos de un propietario o grupo de propietarios. Salvo contadas excepciones, la regla es que el periódico es un instrumento más de las clases dominantes en perjuicio de las clases económicamente menos favorecidas.

Un ex director del diario 'New York Post' y de la revista 'The Nation', ambos muy importantes en los EE.UU decía lo siguiente: 'A ningún editor le pasa por la cabeza fundar un gran periódico a menos que su cuenta bancaria llegue a 20 ó 15 millones de dólares'. Esto lo dice un hombre que forma parte del sistema periodístico fundamental de los EE.UU.

Después de estas afirmaciones, ¿puede hablarse con seriedad de prensa libre? ¿o podemos directamente dar a estas empresas el nombre que verdaderamente tienen? Son empresas de lucro, de integración capitalista, y que lógicamente buscan lo que buscan todas las empresas capitalistas: repartir dividendos, favorecer a los accionistas.

No se puede creer que exista la posibilidad de que esos diarios, controlados de esa manera, vayan a jugarse en pos de un ideal o de un principio que pueda producirles un quebranto económico.

Nosotros creemos que suponer que la independencia de esos diarios es un hecho real, constituye una ingenuidad en la que no puede caer una persona tan altamente colocada como el funcionario que ha hecho la declaración que estoy comentando.

Los propietarios de los grandes diarios, de las grandes agencias, están interesados en sacar un interés a su capital. Sus ideas y principios -cuando los tienen- se subordinan inexorablemente a su interés comercial.

No se puede confundir prensa libre con la empresa periodística que persigue un negocio. Nosotros tenemos el más profundo respeto por los diarios que a través de nuestra vida nacional han salido a combatir por ideas, desde los diarios de los primeros gobiernos, o el dirigido por Manuel Belgrano, pasando por los jocosos periódicos de la época del padre Castañeda, y hasta los de las épocas de la organización, y si  bien con quienes dirigían el país y los periódicos podemos tener discrepancias ideológicas, es evidente que tomaban la empresa periodística como una manera de defender su pensamiento. Pero no podemos comparar eso con estos comerciantes que no bien tienen un conflicto cn sus obreros pretenden, a través de todo este movimiento internacional, que el gobierno se ponga al servicio de los intereses de los propietarios contra los servidores que hacen y han hecho su engrandecimiento"



John W. Cooke
El 16/3/1951
Publicado en "La Prensa. Cien años contra el país" - Luz y Fuerza, 1970