"Cuando nosotros enfrentamos el problema económico, la cosa era terrible, brava. Cuando me hice cargo del gobierno, me pregunté: '¿Cuánta plata habrá?' Teníamos tres mil millones en Estados Unidos y tres mil millones bloqueados en Inglaterra, y debíamos seis mil quinientos millones. Me pregunté, entonces, cuál era el problema. El problema consistía en que teníamos que 'hacer plata', porque la producción argentina en esa época, más o menos en grandes líneas, sólo llegaba a diez mil millones de pesos. Pero cinco mil millones de pesos iban al exterior todos los años, en distintas formas visibles e invisibles. De los ferrocarriles salían doscientos cincuenta millones al año; de los teléfonos ciento cincuenta millones; del gas, otros ciento y tanto. Claro que en aquella época esto era un poco teórico, porque como no teníamos plata no mandábamos todo. Pero mucho salía. Gastábamos ochocientos cincuenta millones por servicios financieros; la marina mercante nos llevaba cuatrocientos a quinientos millones de pesos en divisas, porque como no teníamos barcos, teníamos que pagar flete, y eso cuesta mucho. Los seguros nos llevaban ciento cincuenta millones; los reaseguros, cincuenta millones; la creación de los bancos y de todo el sistema bancario nos costó mucho dinero. La gente cree que la creación del Banco Industrial, por ejemplo, se trata de un decreto, y nada más, cuando la realidad dice que para ello se necesitan cientos de millones de pesos. Otro de los problemas: había que pagar la guerra y la desvalorización de la moneda. Y nosotros nos encontrabamos con todos esos problemas, y no teníamos un centavo y debíamos realizar todo eso.
Han pasado cinco años.
Ya no exportamos sino una insignificancia de capitales al exterior. Y todo los días nos rebajan un poco más. Casi han desaparecido los servicios financieros. Para pagar nuestra enorme reforma, hicimos, en parte, buenos negocios; pero en parte la pagamos con desvalorización de la moneda, lo mismo que hizo el mundo para pagar la guerra. Suspendimos el patrón oro. No debemos nada a nadie. Ahora estamos juntando oro. Los cinco mil millones de pesos que salían anualmente al exterior no salen más. La manguera que echaba un chorro para afuera la hemos dado vuelta y echa el chorro para adentro.
Utilizamos un sistema distinto a todos los que se han usado en el mundo en épocas de crisis y necesidad. Cuando decían que había que hacer economía, les reducían los sueldos a los empleados y obreros. Nosotros dijimos: '¿Estamos pobres? Páguenles cinco veces lo que les pagaban antes'. De ese modo se reactivó la economía y todo salió bien. Todo mejoró en el momento en que estábamos pobres.
Los yanquis decían, hace cinco años: 'Estos locos duran seis meses y se funden'. Hoy dicen que el Estado más floreciente de la economía en toda América es la República Argentina.
Contando esto, anecdóticamente, como lo cuento yo, parece una cosa simple. Pero yo sé lo que han pasado los pobre muchachos del grupo económico junto conmigo; las penurias que ha habido que enfrentar para realizar la obra extraordinaria que se ha realizado en el proceso de la economía argentina, y, posiblemente, como único caso en el mundo y en momentos difíciles de la humanidad, cuando en otros países, se están comiendo los botines, nosotros estamos en un estado de florecimiento extraordinario. Y este esfuerzo y este milagro económico, realizado en la República Argentina se ha realizado sin imponerle a ningún argentino ningún sacrificio. Al contrario, dando una época de abundancia en un mundo de dolor, de miseria y de desesperación.
Y esto se debe, en gran parte, a nuestra doctrina; se debe a una teoría, y se debe, en mayor parte todavía, a las formas de ejecución que se han puesto en acción para realizarlo. El mérito no es de nadie; el mérito es de toda la República, que ha compartido y me ha puesto en marcha, no solamente esta doctrina, sino también esa teoría, y de mis colaboradores que han realizado esas formas de ejecución. Imagínense que los grupos de economistas peronistas han debido realizar esto un poco en la obscuridad, porque no estaban muy en claro sobre la teoría, ya que no la teníamos todavía desarrollada. No estaba muy en claro la doctrina, porque era nueva. Y ellos han creado, así, a tientas, las formas perfectas de ejecución que nos han llevado al éxito.
Por eso algún día la historia argentina, al analizar este momento difícil para la Nación, tendrá, sin duda, palabras de elogio para esta gente joven que, dentro del grupo económico, ha hecho verdaderos milagros..."
Juan Domingo Perón
"Conducción Política"
Argentina, 1952
En Editorial Freeland,
Buenos Aires, 1971.
Págs. 79-82.