Conozco otros animales que escriben
domingo, 16 de septiembre de 2012
Porque soy negro, puto y kirchnerista no fui a la Plaza
Por Víctor Ego Ducrot *
Ah!, chorro y montonero.
Por esas cinco razones no estuve en la Plaza el jueves por la noche; o,
mejor dicho, sí estuve, pero al solo efecto de cronista interesado. Oye,
ve y calla fue mi consigna, porque el espectáculo era sencillamente
imperdible: rictus desencajados por el insulto, entre ellos los
preferidos fueron “que se vaya esa negra chorra, negra, puta y
montonera; ni negros ni kirchneristas, por la libertad; que se muera la
yegua; andate a Cuba la puta que te parió; quiero dólares y seguridad,
conchuda montonera…” y para qué seguir, ¿acaso los desencajados pero
bien olientes a perfume de los caros no fueron elocuentes?
Antes de cruzar al centro me di una vuelta por algunos barrios,
alguno que sí y otros que no son “del Norte copetudo de la ciudad”, y de
tanto en tanto desde algún balcón y en alguna esquina, puñados de
desencajados y desencajadas abollaban sus sartenes con reclamos
parecidos a los que con un poco más de estrépito provocaban allá, en la
Plaza. Y al pasar por el Once, por ejemplo, casi hasta pena sentí por
dos parejas jóvenes con sus bebés en brazos, que desde el balcón sucio
de una pensión se desgañitaban al grito de “queremos libertad y salir
del país, andá con tus negros de mierda a Venezuela”; una de las pibas
medio que se hartó de todo y comenzó a recoger un par de toallas con los
colores desteñidos de Boca Juniors, que seguro ya se habían secado,
como la yerba de ayer, y a guardar juguetes dentro de un caja de cartón
que alguna vez transportó frutas de Río Negro; se veía con claridad,
había sido de manzanas y en ese momento en ella buscaban cobijo un
camión de plástico al que le faltaban dos ruedas, una pelota desinflada y
varios muñecos con brazos de menos.
Cuando volví a casa y encendí el televisor, lo encontré a Artemio
López en un programa de C5N, quien intentaba explicar la naturaleza
última de la protesta desencajada: inorgánica, representativa de un
sector de la sociedad que siempre se opuso, se opone y se opondrá al
gobierno nacional, haga lo que este haga, y que siente una gran
frustración porque no encuentra ni los espacios ni las figuras políticas
que los represente. “Fíjese usted –le decía al periodista que lo
entrevistaba– que la figura opositora que mejor sigue midiendo es Hermes
Binner, quien apenas si mide 15 puntos de intención de voto; están muy
frustrados y la explicación última de una manifestación como esta, que
es legítima por cierto, sigue siendo el contundente resultado electoral
de octubre pasado. Se trata, en definitiva, de una protesta que no es
novedosa y que no tiene espesor político real.”
Lo que López no podía saber es que algunas horas después, en la
mañana del viernes, el tal Binner daría una interpretación de los hechos
que por sí misma explica sus limitaciones como dirigente político. “La
gente se expresó ayer, diciendo una vez más ‘que se vayan todos’, y hace
diez años no se fue nadie”, dijo el dizque socialista de Rosario,
haciendo gala, si uno no quiere ser mal pensado, de una ignorancia
supina acerca de la realidad que vive el país; pero como uno sí es
malpensado, luciendo un discurso idiota por lo que se anima a decir lo
que verdaderamente piensa y siente, igualito que los desencajados del
jueves por la noche. Y sí, es justo reconocerlo, los energúmenos de la
protesta perfumada son más honestos que sus dirigentes, al menos son
sinceros a la hora gritar por la calles.
Como no soy dirigente político ni analista profesional puedo darme el
lujo de ciertas incorrecciones políticas y discursivas. En el corazón y
el latido de las cacerolas y las sartenes del jueves pasado estuvieron
los conocidos de siempre; aquellos que critican al gobierno por su
política cambiaria mientras usan los dólares que sistemáticamente le
ocultan al fisco, para ir a Miami de vacaciones, tomar sol y comprarse
calzones y bombachitas de marca; son los mismos que claman por la
libertad pero gozaban como chanchos y chanchas cuando en este país se
torturaba y asesinaba por pensar distinto; son los mismos que tienen
retortijones racistas contra los que delinquen mientras ellos mismos lo
hacen a diario, evadiendo impuestos, por ejemplo; son los mismos que
volaban a destinos turísticos con paseos de compras –los “déme dos, tres
cuatro…”– con las divisas baratas de Martínez de Hoz, haciéndose bien
los boludos cuando en cada barrio, en cada cuadra, un patota secuestraba
a un joven, se apropiaba de un bebé. Son los fascistas de siempre,
alentados por la corporación mediática, la misma que festejó aquella
tapa de la revista Noticias, de imbécil lascivia contra la presidenta,
sólo porque es mujer y el macho falofascista sufre; claro, no es negro,
ni puto, ni kirchnerista, ni chorro, ni montonero, que son los
calificativos que merecemos todos los que militamos y apoyamos a este
gobierno nacional.
El fascismo falócrata –blanco, machista y adultócrata, que por tal se
opone al voto a los 16, como lo definiera la decana de Periodismo de la
Universidad Nacional de La Plata, Florencia Saintout– está en un grave
problema: cree que el país es el que relatan Magnetto y sus sirvientes,
por consiguiente despliega decisiones erróneas y más tarde, al proceder
en consecuencia, también se equivoca cuando caracteriza los resultados
de esas, sus propias decisiones: seguirá pegándole a la cacerola e
insultando a la presidenta durante algunas semanas más, pero a la vuelta
de la esquina lo esperan las odiadas elecciones y sus más odiados
resultados.
Los falofascistas o falogorilas (ellos y ellas), como ustedes
prefieran, salieron a las calles contra todo lo que suene o huela
kirchnerismo, a peronismo, ¡cosa de negros, che! Querrán ir a Miami,
quizás, pero en tanto, y por estas tierras, la presidenta Cristina
Fernández de Kirchner sigue recorriendo el país para mantener e
incrementar los niveles de producción y empleo, resignificar en valor la
Asignación Universal por Hijo y todo el plexo de programas sociales,
inaugurar obra pública y privada, centros de investigación científica y
tecnológica.
Los falofascitas o falogorilas, como ustedes prefieran, seguirán
insultando porque el 7 de diciembre el Grupo Clarín deberá cumplir la
ley; porque el vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, Gabriel
Mariotto, protagonizó un hecho inédito en términos de acción política
tendiente a resolver la cuestión seguridad, quizá la mayor demanda
social en todo el país, desde una perspectiva efectiva y democrática, al
impulsar primero y recibir después, el jueves último, el informe de la
Comisión Candela del Senado provincial, la que investigó los hechos que
rodearon al asesinato, hace un año, de la niña Candela Sol Rodríguez,
poniendo en evidencia que la madre del borrego, si de delitos e
inseguridad hablamos, está en la trama de complicidades entre elementos
policiales, de la Justicia, de las fiscalías y del poder político.
Mientras todo eso sucedía en la Argentina real, en la otra, en la de
los desencajados, estábamos prohibidos, y lo digo otra vez: por negros,
kirchneristas, chorros, putos, peronistas y montoneros. En fin, qué más
puedo decirles.
* Nota publicada ayer 15/09/2012 por el diario Tiempo Argentino
sábado, 15 de septiembre de 2012
Hacerse cargo (Flexibilizando gerentes)
Con el nuevo formato, el ¿diario? La Nación hace justicia con sus encargados de trabajo sucio.
Ahora abajo del nombre de cada sección un texto avisa
Edición de hoy a cargo de
(No dice ayer, no dice mañana, dice hoy. Carpe Diem)
(No dice ayer, no dice mañana, dice hoy. Carpe Diem)
y sigue el nombre de quien hará de fusible cuando el diario considere que llegó el momento de hacerse el otario.
(Porque el diario que Bartolo creó para escribir la historia también sabe borrar con el codo lo que escribe con la mano)
jueves, 13 de septiembre de 2012
Estropeados II
El reclamo catalán es histórico y debe ser añejo como el reclamo del pueblo vasco.
Ahora: yo no recuerdo haber visto en mi vida un reclamo catalán con pancartas en inglés.
No, si es como dice el Diego. Están estropeados.
martes, 11 de septiembre de 2012
Qué buena pregunta
Hoy en el ¿diario? La Nación aparece publicada en la página 11 de su cuerpo central esta solicitada que firma José Manuel de la Sota.
Ahí quien está al frente del ejecutivo cordobés se pregunta:
Pero un gobernador que no defiende a quienes representa, ¿para qué sirve?
¡Qué buena pregunta para que conteste él mismo!
Como pedían en una fm cordobesa tiempo atrás
"¡Maniféstate Demonio!"
Los pariente torpes de Sherlock Holmes
Walter Navarro era enfermero. Fue asesinado la semana pasada en el municipio de Malvinas Argentinas al norte del conurbano bonaerense.
Jesús Cariglino es intendente del municipio desde su creación en 1995. Cariglino está sospechado de ser el culpable de un plan médico plagado de prácticas mafiosas que provoca permanentes malas praxis en el hospital "Claudio Zinn" del distrito.
Navarro había investigado y denunciado las irregularidades. Lo asesinaron en la noche del martes 4 de este mes.
Navarro había investigado y denunciado las irregularidades. Lo asesinaron en la noche del martes 4 de este mes.
Por su crimen fueron detenidos por la departamental San Isidro de la policía bonaerense Joan Canella y su padre Juan Domingo. Los involucran porque un vecino de Navarro habría encontrado los documentos de identidad de los Canella tras su huída del lugar de los hechos.
Recapitulo:Dos detenidos por un crimen cometido en la oscuridad de la noche porque un vecino del barrio encuentra los documentos de ¿dos personas a las que las ve huir? Crimen resuelto. Robo seguido de muerte. Listo. Que pase el que sigue. (La prensa del sistema silenzio stampa). Muy caso Candela ¿no?
Hoy leo en Télam el continuará:
"La
mamá de la niña que murió por supuesta mala praxis en el Hospital de
Malvinas Argentinas y que enfrentó al intendente Jesús Cariglino,
denunció que apedrearon su casa y la amenazaron.
Se
trata de María Claudia Ledesma, cuya casa se encuentra con guardia
permanente de la Gendarmería Nacional, quien en declaraciones al canal
CN23 explicó: 'Me tiraron piedras a la puerta de mi casa y cuando salí
me gritaron desde una esquina que ´ni la custodia te a va a salvar'.
Ledesma es la madre de la niña Melaine que falleció a los seis meses
de edad, por falta de adecuada atención médica según se investiga en el
hospital de Malvinas Argentinas y es también una de las principales
denunciantes de casos de supuesta mala praxis en ese centro de salud
bonaerense.
El ataque denunciado por Ledesma a su casa se produjo cuando
desconocidos aprovecharon el cambio de custodia de los gendarmes para
atacar a piedrazos el domicilio.
“Mis hijos están muy asustados, sobre todo por lo que pasó la última
vez”, explicó Claudia y recordó que "el 9 de julio pasado pusieron dos
explosivos de fabricación militar en la puerta, por eso vivimos con
miedo”.
Ledesma dijo que los atacantes "me gritaron que `ni la custodia te va
a salvar`" y que cuando se produjo el apedreo los vecinos dieron aviso
al 911.
Dos horas después llegó al lugar un patrullero, pero de la policía
municipal situación que resultó llamativa ya que debió haber acudido un
móvil de la Policía provincial y no del distrito que gobierna Cariglino.
La semana pasada Ledesma enfrentó verbalmente al intendente en el
marco de una visita que Cariglino hizo al hospital cuando se realizaba
en el lugar -por orden judicial- la reconstrucción de las agresiones
sufridas por periodistas de Télam, Tiempo Argentino y Malviticias (un
medio local) cuando cubrían el 5 de junio pasado la denuncia de mala
praxis por la muerte de la niña.
En la ocasión Ledesma le reclamó al jefe comunal que "se haga
justicia" por la muerte de su hijita a lo que Cariglino le respondió
culpando a la mujer porque llevaba `desnuda a su hija en la moto` había
dicho el funcionario en declaraciones que fueron registradas por varios
medios periodísticos presentes en el lugar".
Un nuevo caso de la paradojal inteligencia policial.
(Continuará...)
sábado, 8 de septiembre de 2012
Lifrep
La última tapa de la revista Noticias habla muy mal de la editorial Perfil (si te dan las ganas y el estómago, click acá). Pero sus lectores no están mejor.
Dado vuelta estás vos.
jueves, 6 de septiembre de 2012
2+2 (La felicidad de la gente III)
Ibope nunca ha sido santo de mi devoción. (Para ser sinceros los santos no son de mi devoción). En comunicación 2 más 2 casi nunca es 4. Pero hay cosas que indignan a la peor lobotomía.
De lo que surge publicado por el Diario Popular, el pasado 2 de septiembre, La voz Argentina superó por menos de un punto a Colón (hasta entonces puntero) y River.
El programa del actual empleado del grupo monopólico con fecha de vencimiento Clarín y vaciador del diario Crítica, Jorge Lanata, casi tendría la misma cantidad de televidentes que River. (Giorgio, urgente, armate un equipo de fútbol).
Boca (según promocionan la mitad más uno) y Rafaela tuvo de rating la mitad pero de los televidentes que miraron River.
Y si algo hacía falta para colapsar la capacidad de entendimiento más esmerada, por América tv, Godoy Cruz-Independiente -último de todo y con DT nuevo- estuvo solo dos puntos por debajo del rating de Boca.
Todo esto sin tener en cuenta la cantidad de canales por los que se emite el Fútbol Para Todos. Porque los canales son muchos pero la construcción comunicacional es la misma que genera La Televisión Pública de Argentina. Una vez más Ibope (como tantos otros) no está midiendo bien la felicidad de la gente.
Confundir una lombriz con una boa podría llegar a entenderse como una dificultad óptica. Un elefante con un mosquito no.
sábado, 1 de septiembre de 2012
Resistencias: Abortos, en primera persona
Por Luciana
Peker *
El médico
Germán Pablo Cardoso fue llamado Dr. Aborto cuando la Policía Metropolitana
irrumpió el año pasado en su consultorio. Ya fue sobreseído de la causa
judicial. Pero la decisión que tomó la primera vez que una compañera de trabajo
le pidió que la ayudara a interrumpir su embarazo se fue forjando en
militancia. Ahora revela la trama de negocios, hipocresías, riesgos, técnicas y
fantasmas que genera la clandestinidad.
–Doctor: me quede embarazada y no puedo tenerlo. La partera del pueblo se
murió y necesito que alguien me ayude, estoy sola y tengo varios hijos chicos
–le pidió una enfermera de uno de los pueblos donde trabajaba como cirujano, en
el año 2000.
Lo dudó. A
Germán Pablo Cardoso le hubiera gustado estudiar fotografía. Pero en La Plata,
en 1975, la Triple A cierra la carrera. Intenta en Diseño pero su padre le baja
el pulgar. Se arrima a Arquitectura y la desaparición de sus compañeros lo
aleja. Finalmente, eligió Medicina porque era la carrera en donde más podía
estudiar solo y apenas pisar la universidad para rendir. Además, su papá era
médico, y la herencia pesa. Mucho más en Benito Juárez, el pueblo bonaerense
donde él vivía y su padre tenía campos, consultorio y clínica. Se recibió en
1984 junto con la democracia y decidió ser cirujano. Le gustaba poder
solucionar problemas con sus propias manos.
Tanto que,
después, tomó de latiguillo para tranquilizar a las pacientes la frase: “Ya no
tenés un problema, ahora tu problema es mío”. Aunque la clandestinidad es un
problema para todos. El 8 de junio del año pasado la Policía Metropolitana
entró a su consultorio porteño de Carlos Calvo y Solís, después de cinco meses
de investigación, a cargo de Martín Zavaleta, de la Fiscalía en lo Penal,
Contravencional y de Faltas Nº 2 de la Ciudad de Buenos Aires. Había una
paciente en la camilla que salió retratada en la filmación que la fuerza de
seguridad le entregó a Telefe. Y el comisionado Gabriel Rojas habló del delito
mientras mostraban imágenes de sangre en el piso para que la mancha se
expandiera. La jueza Laura Bruniard desestimó la denuncia y la magistrada Rita
Acosta dictó la falta de mérito porque no había ejercicio ilegal de la medicina
y el aborto no entra en la jurisdicción de la Justicia porteña.
Cardoso se
asustó. Se deprimió. Pero volvió a decidir. Y decidió convertirse en una voz de
los médicos que también pelean por el derecho a decidir. Esa voz es la que
revela a Las/12 las razones por las que un profesional de la salud no es sólo
un activista, un intelectual o un voluntarista. Cobra. Si la práctica del
aborto todavía tiene el mote de tabú, cuánto se cobra y por qué son preguntas,
hasta ahora, no contestadas. Esta vez sí:
“Es que esta
actividad te va cerrando otras puertas, incluso hay médicos que eran jefes de
servicio de hospitales importantes y tuvieron que irse o los desplazaron a
puestos menores, o que eran profesores en la facultad y los echaron. O sea: se
te cierran las puertas de las demás actividades, y si decidís trabajar de esto
tenés que trabajar y cobrar. Espero que se entienda”, dice, incluso después de
la entrevista, a solas, en la Ciudad de Buenos Aires, adonde viene de visita,
desde Tandil, su lugar de residencia, donde, mucho antes de que lo enfocaran
las cámaras, ya se había contactado con grupos feministas. Aunque ahora su
posición es más activa y creó el Grupo Médico Argentino por el Derecho A
Decidir.
Viene de tomar
mate con su familia, así que prefiere uno, dos, tres tés. Le gusta hablar de su
vida cotidiana y reniega de los profesionales que sólo giran en torno de su
actividad. Le cuesta sacarse los anteojos que ya tiene adosados a su identidad
y su imagen refleja a un médico pueblerino, de 54 años –mucho vivido y con
ganas de mucho por vivir– con el peso en su cuerpo de qué dirán, que en su caso
es concreto y no potencial.
En la carrera nunca le hablaron nada de cómo evitar la mortalidad por un
embarazo no buscado...
–Nunca. Hubo
una ley mordaza que puso Isabelita. No sabíamos qué eran los anticonceptivos,
ni un legrado. Un cirujano lo que sabe lo aprendió de estudiarlo o de verlo.
Pero yo tuve que inventar y hacer mi propio protocolo en base a la experiencia,
qué instrumental uso, qué anestesia uso, qué aguja uso, todo...
¿Cómo fue la primera vez?
–Tomar la
decisión, la primera vez, fue un conflicto tremendo. Qué dirán mis padres, mis
vecinos, mis hijos, los otros médicos. Fue un conflicto moral porque sabía que
me quemaba para toda la vida. Pero, por otro lado, está la paciente que buscaba
una solución y se desvivía trabajando y pensando en el futuro de sus hijos y me
decía que no podía tener otro, porque sus chicos no iban a poder estudiar.
¿No lo hizo por encontrar una especialidad que le diera dinero fácil?
–No, al
contrario, me complicó. Esto no se hace alegremente. Después se convierte en un
desafío y en una batalla. Uno siente “acá viene la mujer con un problema y yo
se lo voy a resolver bien”. Yo lo vivo como un servicio. Le doy seguridad a una
mujer que si no correría riesgo y que ha pasado por distintos lugares y ha
salido espantada.
¿Qué peligrosidad genera la clandestinidad?
–La primera vez
yo no tenía experiencia y la paciente terminó en el hospital porque se me
habían quemado los papeles: o tenía que sacarle el útero o ya no sabía qué
hacer. Le dije que fuera al hospital y la fui a ver. Pero hay inescrupulosos
que le cobran y después no se hacen cargo. Eso me lo han contado. También hay
gente que no es ni siquiera enfermero o no puede contestar las preguntas de las
pacientes: cuándo me va a venir la menstruación, tengo que tomar antibiótico,
con qué me lo hace, cómo esteriliza. Hay muchos que no tienen conocimiento de
medicina, ni de anatomía, ni del instrumental, de nada. El tema es que al ser
clandestino les va bien porque la gente tiene que recurrir a ellos.
¿No es antiético cobrarle a una mujer por una práctica que no puede hacerse
en un hospital público?
–Algo hay que
cobrar porque es una operación que tiene costos y honorarios. Si no tiene plata
yo se lo hago igual, pero no se lo voy a decir al principio, le hago como una
investigación para ver si puede o no puede... Pero si no cobrara estaría
dedicado a otra cosa. Al menos que haga uno al año, si no no se puede ni
mantener un consultorio, ni el instrumental, ni nada. El tema es cuánto se
cobra. En Olavarría un señora viuda de un médico que no era ni médica cobraba
entre 5 y 20 mil pesos. Y yo sé de lugares selectos a los que van políticas,
por ejemplo, en que te cobran 20 mil, pero dólares, y en Buenos Aires van de 7
mil para arriba. En Tucumán, que es una provincia con menos poder adquisitivo,
nadie baja de 5 mil, o las enfermeras, que no son médicas, arrancan en 3 mil
pesos.
¿Cuánto cobra?
–3500 pesos,
que es menos de lo que cobra cualquier médico. Hay algunos que trabajan en
clínicas y lo hacen pasar como un aborto incompleto espontáneo y arreglan
aparte con la paciente.
¿Se lucra con el aborto?
–Sí, ni hablar.
¿Qué efecto económico tiene la prohibición?
–Algo prohibido
que te soluciona un problema no tiene tarifa.
¿La solución sería legalizarlo?
–La legalidad
da seguridad a la paciente que se atiende bajo un protocolo supervisado por el
Estado, como cualquier práctica médica.
¿Cuál sería el riesgo de muerte si el aborto fuera en hospitales o
clínicas?
–Tendríamos que
ir a las tasas de Europa, que son ínfimas, mucho menores a un parto. Si el
aborto fuera legal sería una situación rarísima que una mujer muriera por un
aborto.
¿A usted le pasó alguna vez?
–No, por suerte
no, toco madera.
¿Y cómo fue autoformándose para poder realizar abortos más seguros?
–Pasé de la
nada a tener mi propio protocolo. Estoy las 24 horas del día pensando cómo es
el mejor instrumental, el mejor movimiento y la mejor anestesia. Por ejemplo,
la clave de la anestesia –local– es que esperes unos minutos para que haga
efecto, aunque hay médicos que hacen doler a las mujeres adrede. Cuando fui a
la clínica del médico argentino (radicado en Europa) Bernardo Acuña, en España,
vi que hacen el ciento por ciento de las intervenciones con una bomba de
aspiración y eso anda muy bien hasta las 12 semanas. No tarda ni un minuto. En
el caso de la clínica de José Luis Carbonell practican una técnica mixta:
utilizan la aspiración, más pinza o instrumental. Mientras que en la Argentina
los aspiradores que se venden no llegan a tener la presión necesaria y si
quedan restos se produce una hemorragia. Por eso no es usual. Tenés que traer
uno importado y si te lo saca la policía perdés el aparato. Pero andan muy
bien. Eso es lo que se va a usar cuando se legalice.
Actualmente los sectores conservadores remarcan el supuesto trauma post
aborto. ¿Existe?
–El trauma se
da cuando la gente tiene culpa o piensan que se van a morir. A mí me dicen:
“Tengo hijos, quiero vivir para ver a mis hijos”. O sea que tiene que ver con
la desinformación, las dificultades de acceso al médico tratante, con malos
tratos de quien se lo hace y la falta de acceso a técnicas más indoloras o más
rápidas.
¿La clandestinidad habilita que los médicos se ensañen con las mujeres?
–A mí me
comentan que una vez que le están haciendo (el aborto) las empiezan a retar:
“Si abrís las piernas para tener relaciones ahora te la tenés que bancar”, esas
estupideces que no se pueden creer.
¿Qué piensa de los abortos medicamentosos?
–La mayoría de
las que atiendo pasaron por el misoprostol: no es ciento por ciento efectivo.
¿No será que el misoprostol arruina el negocio de los médicos?
–El misoprostol
sólo está mal usado. Tiene que combinarse primero con la mifepristona (RU486),
que es una droga que bloquea los receptores y hace que el embarazo se vaya
desprendiendo. Pero la mifepristinta no se consigue ni en Argentina ni en
Latinoamérica.
¿Receta misoprostol?
–En algunos
casos puntuales, pero con supervisión médica. Tengo que estar presente y con el
teléfono abierto. Y siempre debe usarse en embarazos muy tempranos. También se
dice que el misoprostol es el abortivo de los pobres, porque si tenés un aborto
incompleto ya te pueden atender en un hospital.
¿Las críticas no son porque la vía no quirúrgica independiza a las mujeres?
–No es una
defensa corporativa. Las dos situaciones no tienen ni comparación. Vos entrás a
un consultorio y a la hora te vas con el problema resuelto. No es comparable a
estar quince días con dos o tres ecografías de por medio y bancártela sola en
tu casa. A mí me vienen chicas y me dicen que no quieren ni la hemorragia, ni
que les pase nada. Igualmente, las mujeres tienen que ir al médico en todos los
casos.
¿Las mujeres que se mueren por abortos mal hechos son las más pobres?
–Las pobres son
las que van a un enfermero a que les ponga una sonda para que eso le cause una
infección y les provoque un aborto. Si quedan los restos infectados y se hace
una septicemia cuando consultan ya es irreversible la muerte. También existen
las agujas de tejer, los tallos de perejil, los abortos instrumentales hechos
por cualquiera en cualquier lugar.
En cambio, las mujeres que tienen más de cinco mil pesos...
–Lo hacen en un
quirófano y no corren riesgo porque tienen un médico encima suyo que no va a
hacer macanas. Un aborto de hasta 12 semanas es una práctica menor
absolutamente. Es como ir y arreglarse una muela, es una intervención de muy
baja complejidad. Tardás más en hacerte un té que en salir caminando con un
embarazo de ocho semanas.
¿Cuáles son sus propios límites?
–El tiempo. Yo
estoy técnicamente preparado, pero trato de no hacer más de 12 semanas y nunca
más de 16 semanas. Una cosa es un embrión y otra un feto. Para mí es un límite.
Si fuera un embarazo avanzado tendría miedo, impresión, como cualquier ser
humano.
¿Cuál es el lugar de los varones? ¿Acompañan, pagan, sufren, se borran?
–Están los que
pagan y dan confianza, o los que pagan solamente y dejan a la mujer sola. Hay
varones a los que uno no les ve la cara y otros que quieren ver el consultorio
y la matrícula. Mientras que algunos están asustados o llaman cuarenta veces
literalmente. Los hombres también la pasarían mejor si fuera legal.
A usted se lo
conoce por un video de un operativo de la policía porteña. Pero si la
Metropolitana no tenía jurisdicción, ¿a qué atribuye la difusión televisiva? ¿A
un interés político o a la idea de generar temor?
–Sí, estaban
muy cerca las elecciones del gobierno porteño y venían haciendo algunas cosas
así: sacar manteros, cerrar una farmacia que estaba a la vuelta de mi consultorio
–que vendía misoprostol– entre San Cristóbal y Constitución. Por ahí rompí las
reglas. Nunca pagué coimas.
Es llamativo que se allane un consultorio en zona sur y no en Barrio
Norte...
–Ni hablar. Yo
atendía a muchas extranjeras: peruanas, bolivianas, ecuatorianas, paraguayas y
gente de clase media tirando abajo. La mayoría de las mujeres eran mucamas. Los
pocos casos de clases altas me decían: “No importa la plata, importa que hagas
las cosas bien”. Pero la mayoría eran gente trabajadora. Hay diputadas que han
pagado 18 mil dólares en consultorios de Santa Fe y Callao pero no lo dicen. La
hipocresía es fenomenal, las que tienen la plata se lo hacen y las otras que se
arreglen.
* Apareció en el suplemento Las Doce del diario Página/12 el 11/05/2012.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)