miércoles, 31 de agosto de 2016

La coerción

Por Mónica Peralta Ramos *

Un sismo político sacude a la civilización occidental y expresa el malestar social en un presente dominado por el control del capital monopólico sobre todos los ámbitos de la vida social. Oleadas de convulsiones políticas desnudan la crisis de legitimidad institucional. Desde la elección presidencial en los Estados Unidos hasta la salida de Inglaterra de la Comunidad Europea, un populismo de distintos signos ideológicos agrieta a las instituciones republicanas en el primer mundo reclamando autonomía nacional, representación política y bienestar económico. Al mismo tiempo, “golpes blandos” jaquean al populismo en América Latina e imponen los intereses de los más poderosos. Esta conjunción de fenómenos no es casual. El capital monopólico se expande por el mundo generando estancamiento de la producción global, destrucción del medio ambiente y creciente desigualdad social. Las instituciones de la democracia liberal no pueden digerir esta destrucción y obstruyen la participación y representación popular. El bloqueo del “gobierno del pueblo y para el pueblo” desnuda la creciente desintegración de la gobernabilidad democrática. En este contexto, un orden social nuevo emerge y se globaliza. Formas de organización subterráneas, de tipo mafioso y en abierta contradicción con las normas y valores de la democracia se ramifican dentro de las instituciones existentes, las vacían de sentido y cooptan su cáscara. Constituyen un entramado que desde las sombras, cultivando la coerción y la corrupción, busca el control absoluto del poder y del dinero. Esta metamorfosis de lo “viejo” se suma a la generación de nuevos espacios institucionales de índole privada desde donde se cooptan funciones esenciales a los estados soberanos. Por una u otra vía, esta nueva institucionalidad busca el control monopólico de las decisiones que se toman a nivel global, tanto en el ámbito económico, y político como en el cultural.

Rastros de la existencia de este entramado institucional aparecen, en mayor o menor grado, tanto en el primer mundo como en la periferia. Desde tiempo atrás, la Argentina muestra las huellas de la nueva institucionalidad. La caída del terrorismo de Estado inauguró un periodo democrático caracterizado por una enorme fragilidad institucional. A pesar de la política de derechos humanos, del enjuiciamiento del terrorismo de Estado y de otros importantes cambios ocurridos en democracia, una trama de relaciones mafiosas y clandestinas impregna a las instituciones del país. Hundiendo sus raíces en el riñón del poder económico concentrado y escondiendo su cabeza en el tenebroso mundo de la “inteligencia,” este entramado mafioso ocupa hoy el primer plano del escenario político.

La alianza “Cambiemos” llegó al gobierno a través de elecciones e inició su mandato convirtiendo a las promesas de la campaña electoral en su antitesis. Detrás de las masivas transferencias de ingresos que sus políticas producen, emerge un objetivo estratégico: “salir del populismo” a través de cambios estructurales destinados a “maniatar” al Estado y producir una gobernabilidad sin inclusión social. La rapidez y profundidad de los cambios en los precios relativos, la apertura indiscriminada de importaciones, la desocupación masiva, la perdida del poder adquisitivo de la población y el endeudamiento externo buscan imponer la preeminencia de las rentas de todo tipo en una economía crecientemente primarizada. En estas circunstancias, no bastan las leyes y decretos. El elemento central será la coerción, en sus distintas formas: desde el disciplinamiento social a través del miedo a la desocupación y al hambre hasta los intentos de moldear la agenda política del día con operaciones mediático-judiciales que, al mismo tiempo que pretenden identificar al populismo con corrupción, buscan “naturalizar” al entramado de complicidades mafiosas que corroe al sistema institucional argentino.

Para imponer el reverso de las políticas prometidas, el gobierno utiliza a los medios concentrados como punta de lanza de un dispositivo que, incluyéndolos, los trasciende. Usando una aceitada red de relaciones subterráneas que conecta a los servicios de inteligencia con miembros del Poder Judicial, legisladores, funcionarios, periodistas, dirigentes políticos, empresarios etc. Los medios implantan en la opinión pública información cuya veracidad nunca es puesta en duda. Con un formato que apela al entretenimiento por el horror, estos medios mimetizan la política del gobierno anterior con ilícitos de todo tipo ocultando al mismo tiempo los ilícitos actuales. Más allá de la verdad de los hechos denunciados, las operaciones mediático/judiciales no solo buscan “embarrar la cancha” engañando y ocultando los objetivos de la política oficial sino que naturalizan la existencia de esta red mafiosa y las “operaciones” que produce. Con un mensaje único y una divulgación mediática monolítica, masiva y reiterada, los medios crean una realidad que se independiza de la trama mafiosa que la origina. Por arte de magia, toda la política del gobierno anterior se identifica con la corrupción y la red de complicidades que producen las operaciones mediático-judiciales se naturaliza.

Esta manipulación institucional no agota los intentos de imponer los cambios deseados. Para ello el gobierno también incursiona por otros caminos, siendo uno de ellos la inclusión del país en un orden institucional global y extraterritorial que, pretendiendo consagrar el libre comercio internacional, impone el dominio del capital monopólico sobre la producción y sobre funciones esenciales a los Estados soberanos. De ahí que la “apertura al mundo” que propone Macri (Página/12 17.5 2016; 16. 6. 2016) se complemente con la incorporación del país a la Alianza para el Pacifico, antesala inevitable a la inclusión en uno de los tres mega tratados de comercio internacional impulsados por los Estados Unidos: el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica o TPP. Este último es el norte silencioso de la política de Macri.

En efecto, el TPP profundiza cambios estructurales de enorme trascendencia en lo que hace a la integración productiva y la soberanía nacional. Por un lado busca privatizar a las empresas públicas y sacar del ámbito del Poder Judicial la atribución de dirimir eventuales conflictos con las corporaciones multinacionales. Para ello propugna el desarrollo de tribunales de arbitraje de índole privada y extraterritorial, conformados por abogados de empresas multinacionales. Exento de todo tipo de control social, este arbitraje privado no se atiene a precedentes legales y sustituye funciones básicas del Estado en diversas áreas de la vida social: desde la economía, la salud y la educación hasta el medio ambiente. Por otra parte, el TPP impone el derecho de las corporaciones multinacionales a compensación económica por la eventual frustración de “expectativas de futuras ganancias” y profundiza el control que estas corporaciones tienen actualmente sobre la división internacional del trabajo. Basada en cadenas globales de valor (CGV) controladas en puntos estratégicos por un reducido numero de empresas multinacionales, esta división del trabajo integra el proceso productivo a nivel global y lo desintegra a nivel local generando así un contexto donde las decisiones de inversión y producción a nivel local dependen de la racionalidad del complejo empresario multinacional. Esto bloquea la capacidad que el Estado tiene de articular una política productiva acorde con los recursos de su territorio y las necesidades de su población. Estas CGV han tenido un impacto negativo sobre la industrialización de los países, sean estos del primer mundo o de la periferia. Así por ejemplo, en los Estados Unidos han producido una creciente des- industrialización acompañada por la decadencia de ciudades anteriormente pujantes, la precarización del trabajo y el empobrecimiento de vastos segmentos de la población. El impacto de la crisis brasilera sobre nuestra producción industrial es sólo un ejemplo de las consecuencias negativas de las CGV en la periferia.

El momento que vivimos no surgió de la nada. Las políticas aplicadas por este gobierno no son casuales ni producto de la ineficiencia. Más allá de esto último, estas políticas se enraízan en un proyecto mundial de expansión económica y gobernabilidad social. También se explican por lo que ha ocurrido en nuestro pasado más reciente. De ahí la importancia de analizar no solo el contexto global sino también los éxitos y los fracasos de la década pasada, incluyendo el rol del Estado, la política industrial y la inclusión social resultante. Solo conociendo de donde venimos podremos saber hacia donde vamos. Solo con conciencia de nuestras limitaciones podremos encontrar un camino que, superándolas, conduzca a una integración nacional con inclusión social sustentable.


* Socióloga. Texto aparecido en el diario Página/12 del 31/8/16 bajo el título “De las operaciones mediático/judiciales al TPP”

sábado, 20 de agosto de 2016

Independencia económica




Argentina inició procesos de endeudamiento en 1826 y 1956.



El proceso de endeudamiento iniciado por la dictadura cívico militar eclesial de 1955 continuó desde entonces y mostró sus picos más altos en 1976, 1989, 2001.

Todos estos procesos de endeudamiento fueron fraudulentos. Ninguno de esos gobiernos tomó deuda pensando en pagarla. Ni los acreedores prestaron pensando en cobrarla.



El 10 de diciembre de 2015 comenzó un nuevo capítulo de esa serie.



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No existe país en el mundo que no asuma la existencia del Estado como conductor del aparato burocrático que vehiculiza la construcción colectiva.



Más grandes, más pequeños. De izquierda, de centro o de derecha. Ningún país gestiona sin Estado.



Los Estados se sostienen de alguna de estas formas:



Mediante el cobro de impuestos.



Mediante la generación de activos a través de expropiaciones.



Mediante deuda  pública.



Desde los comienzos de Argentina como país, las clasesdominantes utilizaron la estructura del Estado para llevar a cabo las políticas que hacían a las políticas del proyecto de país de esas mismas clases dominantes.



Por eso la oligarquía y la burguesía no tenían ningún problema en tributar impuestos al Estado. Con ese dinero el Estado se ocupaba de satisfacer los intereses hegemónicos. El Estado se encargaba de hacerles sus caminos, sus puertos, generarles su energía, representarles sus intereses en el extranjero a través de la cancillería y el resto de infraestructura que la oligarquia necesitaba para acrecentar sus riquezas.



La aparición del peronismo quiebra ese predominio hegemónico.



El peronismo  redistribuye y amplia   derechos. Suma a los trabajadores a la discusión de proyectos de país.



Es entonces cuando las clases dominantes comienzan a desfinanciar al Estado y a utilizar la deuda pública como méto sus ido permanente de sostenimiento del Estado Nacional. No estaban dispuestos a pagar con sus dineros un proyecto nacional ajeno a sus intereses.



Es por eso que dos premisas desvelan a los poderes hegemónicos desde 1945:








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Argentina saldó el proceso de endeudamiento  iniciado en 1826 durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón en 1947. Y pagó el iniciado en 1956 durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner en 2005/2010.



El peronismo suma a los trabajadores a la discusión de proyectos de país. Soluciona los problemas de deuda que genera la derecha oligárquica para poder redistribuir y ampliar  derechos.



Solo dos golpes militares a lo largo de toda la historia argentina son recordados por el nombre que ellos mismos se pusieron: En 1955 la libertadora y en 1976 el proceso de reorganización nacional. Ambos tomaron el poder para sacar del gobierno al Peronismo, la única construcción política que canceló las deudas externas que impedían el crecimiento autónomo del país. Así se proclamaban: "libertadora" y "reorganizadora" en oposición al proyecto político del peronismo como gobierno.



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Los procesos de endeudamiento externo son utilizado como herramientas de dominación y dependencia. Producen un achicamiento del PBI útil, mientras los participantes a cargo de las gestiones de endeudamiento cobran comisiones por el pago de intereses que genera la deuda y al mismo tiempo fugan capitales.



Los procesos de endeudamiento iniciados en Argentina en 1826 y 1956 siguieron esos lineamientos.



Y el iniciado el 10 de diciembre de 2015 también.

domingo, 31 de julio de 2016

Perspectivas


Compañera Cristina Fernández de Kirchner
Entrevistada por  
Telesur, Sputnik, Reuters, Al Jazeera, Diario La Jornada y la Agencia Nodal
23 de julio de 2016
El Calafate - Santa Cruz - Argentina

Qué hacer


Compañera Cristina Fernández de Kirchner
 Homenaje a Hugo Chávez Frias
28 de julio de 2016
Instituo Patria
Buenos Aires - Argentina

viernes, 15 de abril de 2016

Bienvuelta


Compañera Cristina Fernández de Kirchner
Bienvenida de amor
En las puertas de Comodoro Py 
13 de abril de 2016
Buenos Aires - Argentina

domingo, 10 de abril de 2016

Acomodando cadáveres

¿Por qué los medios instalaron que a Alberto Nisman lo mataron y Martín Blaquier se suicidó?

Hugo Alconada, operador periodístico de La Nación, dijo que ellos tenían la información del informe Panamá Papers desde hace meses. Y contó que se lo informó al presidente argentino, Mauricio Macri, hace un par de días.



¿Es descabellado suponer que todos lo sabían desde el principio? ¿Es descabellado pensar que Blaquier también lo sabía desde mucho antes y que sabía que se iba a publicar y se suicidó? ¿O lo mataron?


Perfil del 21 de febrero pasado cubre el entierro de Blaquier desde el costado policial de la muerte. Y hace referencia a las multiples propiedades del empresario. La revista Caras del 23 de febrero, dos días después, lo muestra contado desde quienes asistieron al entierro. Las fotos que publica Perfil del entierro de Martin Blaquier no muestran entre los asistentes ni consternación ni pesadumbre ni congoja. De hecho se ve en una de ellas, a Mauricio Macri, Juliana Awada y al sacerdote que da el responso riendose tentados. Las fotos están más cerca de mostrar un casamiento al aire libre que el entierro dolido de despedida por una muerte violenta y subita.








 

¿Por qué los medios instalaron que a Nisman lo mataron y Martín Blaquier se suicidó?

La comunicación corporativa instala la construcción de sentido hegemónica. Por un lado promociona lo que los poderes hegemónicos están interesados en dar a conocer. Y por otro silencia aquello que esos mismos poderes deciden ocultar al conocimiento público.

Así los medios hegemónicos solo dan a conocer dos tipos de información: La que ellos necesitan que el lector de medios conozca porque su difusión los beneficia y la que descontextualizan para que no pueda armar el rompecabezas donde una información encaja con otras que le otorgan sentido lógico. Promocionan o silencian como parte de una misma construcción comunicacional.

Con la información que los medios le proporcionan a sus lectores pudo suceder cualquiera de todas estas posibilidades:

Que a Alberto Nisman lo hayan asesinado 
y a Martín Blaquier también.

Que a Alberto Nisman lo hayan asesinado 
y Martín Blaquier se haya suicidado.

Que Alberto Nisman se haya suicidado 
y Martín Blaquier haya sido asesinado.

Que Alberto Nisman se haya suicidado 
y Martín Blaquier también.  

¿Por qué los medios eligen una sola de todas esas posibilidades y descartan de plano cualquiera de las restantes?

La muerte de Nisman y la posterior instalación mediática que afirma que no se suicidó sino que lo asesinaron fue una más de las tantas operaciones que integran los actuales procesos destituyentes en Suramérica, que comenzaron en 2005 cuando quedó clausurada la posibilidad de que Estados Unidos sostuviera al ALCA como política para el continente sur.

Esa operación de intento de desestabilización contra el gobierno argentino de Cristina Fernández de Kirchner que tuvo y tiene como mascarón de proa al fiscal Alberto Nisman, su denuncia y su muerte, comenzó el 16/12/2014 con el nombramiento de Oscar Parrilli como jefe de la secretaría de inteligencia con el objeto de reformular la inteligencia estatal y presentar una nueva ley de inteligencia. 


Esa operación aún continúa. Como en un policial típico, los medios acomodaron el cuerpo de Nisman donde necesitaban ponerlo para mostrarlo como un crimen. 

La muerte en términos similares de Martín Blaquier no hace otra cosa que poner en duda la verosimilitud de la operación destituyente. Y tal vez por eso los medios la muestran como un suicidio indubitable.

viernes, 18 de marzo de 2016

Nisman y Blaquier, el enfoque de los medios

Dos hombres aparecen muertos. Según publican en los medios uno se suicidó y al otro lo mataron.

Uno aparece muerto de un tiro con un revólver adentro de del baño sin ventana en su piso de Puerto Madero. El otro aparece muerto de un disparo de escopeta adentro de la habitación de un hotel 5 estrellas en Pilar. A los dos los encuentran horas después.


¿Cuál de los dos se suicidó y cuál fue asesinado?

Alberto Nisman apareció muerto en el baño de su domicilio el 18 de enero de 2015. Era fiscal de la causa AMIA. 

Martín Blaquier apareció muerto en una habitación del hotel Sheraton Pilar el 19 de febrero de 2016.  Era sobrino del dueño del Ingenio Ledesma, el millonario número 15 de la lista de ricos argentinos de la revista Forbes.
Según los medios hegemónicos a Nisman lo mataron. Según esos mismos medios, Blaquier se suicidó.

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La tapa Clarín del día en el que aparece muerto Alberto Nisman
La tapa de Clarín el día en el que aparece muerto Martín Blaquier. 
La noticia no está la en tapa

 La tapa de La Nación el día en el que aparece muerto Alberto Nisman

La tapa de La Nación el día en el que aparece muerto Martín Blaquier. 
La noticia no está la en tapa


La muerte de Martín Blaquier confronta la construcción hegemónica de la muerte de Nisman como un crimen. Por eso los medios la silencian. 

¿Y por qué confronta la construcción hegemónica de la muerte de Nisman como un crimen? 

Porque si nos mostraran ambos casos sin las referencias propias de un hecho noticioso, sin el anclaje de los nombre propios, ni las direcciones, ni nada, nos resultaría muy difícil determinar cuál caso es el de Nisman y cuál el de Blaquier.  

Nisman es presentado por los medios desde días antes de su muerte como una persona en riesgo. Blaquier no aparece, previamente, en los medios pese a que los avisos fúnebres despidiéndolo en el diario La Nación suman 150 solo contando el día en el que se publica la noticia de su muerte.

Nisman aparece muerto en un baño con el cuerpo apoyado contra la puerta. Blaquier en una habitación. Nisman no llama a nadie pero los medios se preguntan con quien habló. Un pariente de Blaquier aparece por el hotel preguntando por él porque dice que le mandó un mensaje. Nadie se pregunta por ese pariente. De Nisman se preguntan quien le dio el arma. De Blaquier nadie se pregunta de quien era la escopeta. De Nisman generan sospechas sobre por qué nadie encargado de su seguridad fue a ver que le pasaba. De Blaquier nadie se pregunta por qué nadie escuchó nada. Las noticias sobre Nisman aparecen hasta estos días. Sobre Blaquier no salió ninguna noticia más.   

¿Por qué?

La muerte de Alberto Nisman y la posterior instalación mediática que afirma que no se suicidó sino que lo asesinaron fue una más de las tantas operaciones que integran los actuales procesos destituyentes en Suramérica, que comenzaron en 2005 cuando quedó clausurada la posibilidad de que Estados Unidos sostuviera al ALCA como política para el continente sur.

Esa operación de intento de desestabilización contra el gobierno argentino de Cristina Fernández de Kirchner que tuvo y tiene como mascarón de proa al fiscal Alberto Nisman, su denuncia y su muerte, comenzó el 16/12/2014 con el nombramiento de Oscar Parrilli como jefe de la secretaría de inteligencia con el objeto de reformular la inteligencia estatal y presentar una nueva ley de inteligencia.

Nada indica en un primero momento que existan diferencias entre las muertes de Martín Blaquier y Alberto Nisman. Sin embargo, la muerte de Martín Blaquier aparece en Policiales y la muerte de Alberto Nisman aparece en Política. ¿Por qué?


 Según la búsqueda en google, La Nación pone las noticias de Alberto Nisman en Política.


 Según la búsqueda en google, La Nación pone las noticias de Martín Blaquier en Sociedad

La función de las secciones en los medios es ordenar la lógica de la mirada de los lectores.

Así: una noticia sobre un presidente aparecerá en Política, una sobre la instalación de una industria en Economía, el resultado de un partido de fútbol en Deportes, la entrega de los premios Oscar en Especculos, una nueva forma de relación entre personas en Sociedad y una muerte violenta de causa desconocida en Policiales. 

Publicar una muerte (de la que en principio se desconocen las causas) en Política en lugar de publicarla en policiales permite instalar la idea de mano oscura que mata. Y permite que los editorialistas del medio estructuren sentido montados en un hecho habitualmente policial. Por el contrario, ubicar una muerte (de la que en principio se desconocen las causas) en Policiales permite instalarla en el marco de una discusión forense y restringir sus implicancias. 

Matar la información o fabricar un zombie. De eso se trata.