lunes, 4 de febrero de 2013

¡Cachá lo´ lente!


¿Qué agregar a esta construcción textual?
En el ¿diario? La Nazión
4/2/2013
¡Ah! Editó Juan Landaburu
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sábado, 2 de febrero de 2013

Sin disculpas


Sueño discriminatorio


En el ¿diario? La Nazión
30/1/2013
La edición a cargo de Inés Capdevila 

El Indice De la Sota



 Por Julio De Vido*
La arbitraria decisión del gobierno de la provincia de Córdoba de clausurar cuatro antenas de la Televisión Digital Abierta (TDA), a partir de excusas burocráticas que atentan contra el más elemental sentido común, constituye una muestra de intolerancia y odio, creando un peligroso precedente de censura. No voy a abundar en sus implicancias políticas, legales, sociales y culturales, porque ya lo han hecho de forma más que atinada el titular de la Afsca, Martín Sa-bbatella, la defensora del Público, Cintia Otavianno, así como más de 60 intendentes de Córdoba y los rectores de las universidades cordobesas. Es bueno recordar que cuando la Argentina adoptó en 2009 el estándar japonés-brasileño de televisión digital ISDB-T, además de ser la más conveniente desde el punto de vista tecnológico y la que implicaba un uso más eficiente en la relación entre potencia y cobertura, era la única de carácter abierto con transferencia de tecnología. Esto no sólo nos permite ser de alguna manera dueños del estándar, y sentarnos en la mesa donde se lo administra, sino que también nos da la posibilidad de desarrollar nuestra industria.



Para ello pusimos en marcha una activa política de promoción y desarrollo de las capacidades tecnológicas nacionales, que nos permitieron fabricar en nuestro país decodificadores, antenas, plantas transmisoras y shelters, cada vez con mayor integración local. Curiosamente, una de las provincias donde se instalaron estos clusters fue Córdoba, donde empresas, en su mayoría pymes, como Consulfem, Ditel, Edinec, Lie, Gamma y otras, proveyeron antenas externas, transmisores y torres para montar estaciones. Estos elementos en gran parte se instalaron en las antenas de Leones, Villa María, Villa Dolores y Río Cuarto.



Por lo tanto, se da la paradoja de que la administración provincial no advirtió que con esta medida afecta a su propia industria y pone en peligro su continuidad y desarrollo. Quiero creer que este verdadero castigo a la industria cordobesa fue producto del odio porque ninguna diferencia política puede justificar que se ataque al propio trabajo de los cordobeses, que en todos los casos es de excelencia, tanto por la calidad de sus profesionales y la audacia de sus pequeños empresarios que apostaron desde un principio por la televisión digital.



En relación con lo ambiental cabe recordar que, en sí misma, la migración de la televisión analógica a la digital implica reducir fuertemente el uso del espectro, ya que una cobertura de 10 kilovatios en la analógica requiere en el modo digital un 10 por ciento para iluminar la misma superficie.



En el mundo existen en funcionamiento desde hace 10 años más de 3500 plantas transmisoras de televisión digital de todos los estándares, similares a las que absurdamente silenció la provincia de Córdoba, sin que se haya registrado ningún inconveniente ni denuncia. Por caso, en Japón, donde se desarrolló la norma utilizada en prácticamente todos los países de Sudamérica, con una superficie equivalente al doble de la provincia de Córdoba y una población de 165 millones de habitantes, funcionan desde hace años más de 300 antenas.



En nuestro país, el despliegue de la TDA se realizó como política de Estado, con un sentido federal e inclusivo, para lo cual ya se instalaron 79 antenas en 21 provincias, en las cuales se tramitaron y se obtuvieron todos los permisos necesarios, a excepción de Córdoba, único lugar en el mundo en que para las autoridades locales la información sobre el impacto ambiental resultó insuficiente una vez que se concluyeron las obras. Por eso, resulta muy curioso que desde el gobierno de Córdoba afirmen que la instalación de las antenas los “sorprendió” y que es “otro atropello” del gobierno nacional, como si la construcción de una antena de 80 metros pudiera pasar desapercibida y hacerse entre gallos y medianoche.



Más llamativo es en el caso de Río Cuarto, donde la antena fue levantada con la autorización correspondiente en un predio de la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (EPEC), en un terreno que no era un espacio abandonado sino un predio sujeto al control de entradas y salidas. En tanto, en el caso del Cerro Mogote de Córdoba Capital, donde está ubicada otra de las antenas, mal puede reclamarse por el daño ambiental cuando la de TDA funciona al lado de torres muchísimo más potentes de Multicanal o Radio Mitre. Además, basta realizar una breve recorrida por esa ciudad para constatar que las antenas del Canal 12, perteneciente al Grupo Clarín, están en medio de la población, por no mencionar los tendidos aéreos de Cablevisión que atraviesan las ciudades no sólo de Córdoba sino de todo el país, sin ninguna regulación, o el servicio que Fibertel continúa prestando de manera ilegal por cautelares truchas.



Todo esto demuestra que la clausura injustificada de las antenas de la Televisión Digital por parte del gobierno de la provincia de Córdoba, en una combinación de ignorancia y mala fe, no sólo obedece a la defensa de intereses inconfesables, para lo que no importa cercenar el derecho de los ciudadanos de acceder de manera gratuita a más de 20 señales para que no sean rehenes del cable, sino también a un odio que obnubila y le hace despreciar el esfuerzo y el trabajo de los argentinos que viven en Córdoba y creen que vale la pena trabajar para que nuestro país tenga un desarrollo tecnológico autónomo y soberano.

*Ministro de Planificación Federal. 
Publicado en Página 12 el 31/1/2013
como "El odio ciega y lleva a la autodestrucción"

lunes, 21 de enero de 2013

Nicho Naval


Una ONG de las que se ocupan por la naturaleza poniendo un amparo en defensa de los gusanos, ya.
A las pruebas me remito Vean aquí.

Fuente: Avisos fúnebres del ¿diario? La Nazión 21/1/2013 

miércoles, 9 de enero de 2013

CFK, la fragata y los fragoteros



CFK y el Pueblo
Mar del Plata - Buenos Aires
9/1/2013 

SaturNicho



























































Anotá los nombre de los que lo despiden. 
Busqué y busque.
No lo conocí. Pero a juzgar por la compañía 
 si el mentado Saturnino fue buena gente
le debe haber costado muchísimo trabajo 

Gracias a: Avisos Fúnebres del ¿diario? La Nazión 9/1/2013
 

domingo, 6 de enero de 2013

La verdad en tiempo real



Nicolás Maduro
Vicepresidente Ejecutivo de la 
República Bolivariana de Venezuela
 En Venezolana de Televisión

sábado, 5 de enero de 2013

Los prebendarios

 Por Mario Oporto *
 
No hay reparación histórica que no sea precedida por el daño. La anulación del contrato de venta del predio de Palermo que la Sociedad Rural Argentina utiliza desde hace mucho tiempo –primero de hecho, luego con irregularidades en la tasación y la compra– es un ejemplo que tiene una historia moderna y otra más antigua.
La historia moderna es conocida y recordada por sus características sospechosas, y podríamos decir que es la parte más pública de aquello que se está discutiendo: el traspaso gracioso del predio en 1991. Un acto que forma parte de una extraña secuencia de “reparación histórica al revés”, por la que no se beneficiaron los dañados por la historia, sino aquellos que produjeron los daños. Entre ellos, ministros de Economía surgidos de la matriz cultural de las dictaduras argentinas.
La “compra” por parte de la Sociedad Rural del predio de Palermo a un precio doblemente vergonzoso –por el valor vil que se transó y por la ventaja que sacó de él una corporación a la que le sobra riqueza– fue siempre vista como un chiste inmobiliario y una provocación que llega a su fin con el decreto presidencial 2552.
En defensa de los intereses de la asociación que conduce, al presidente actual de la Sociedad Rural se le ocurrió decir que la decisión del Gobierno de anular la venta de 1991 es una venganza “por la 125”. Con lo que intenta que las cosas se discutan en el campo de la actualidad. Pero la historia de la Sociedad Rural no es, justamente, la historia de una institución dañada por el Estado, sino la de una asociación beneficiada sistemáticamente desde su nacimiento.
Recordemos brevemente ese origen y algunas de sus derivaciones. La Argentina se endeuda por un millón de libras con la casa Baring Brothers en 1824, a cambio –entre otras cosas– de hipotecar tierras fiscales. En abril de 1826, el presidente Rivadavia desaloja de esas tierras a los indios y los criollos que la ocupaban. En mayo sanciona la Ley de Enfiteusis (una cesión discrecional de tierras, sin obligación de ocuparlas), y en julio se funda la Sociedad Rural Argentina, en la que Rivadavia tenía acciones.
Esa primera Sociedad Rural recibe 122 leguas en las zonas más fértiles de la provincia de Buenos Aires y en 1830 ya tiene 8,5 millones de hectáreas repartidas entre 500 estancieros asociados (aproximadamente 15.000 hectáreas cada uno). Las consecuencias económicas para el Estado no fueron buenas. Los estancieros esquivaban el pago del canon, además de alquilar las tierras como si no se tratara de una sociedad productiva sino inmobiliaria. Los patrones económicos de los estancieros en aquellos años se basaban en la apropiación, la especulación y la evasión.
En 1826, el primer presidente de la primera Sociedad Rural fue Narciso Martínez de Hoz. Su hijo, José Toribio, fue el encargado de liquidarla (era una sociedad de acciones) y refundarla en 1866, un año después de que los estancieros lograran la sanción del Código Rural en la provincia de Buenos Aires (de la que José Toribio Martínez de Hoz fue el “contenidista”), un modo de institucionalizar el trabajo servil de los peones de campo.
El predio que la Sociedad Rural Argentina usufructuó de hecho en Palermo fue un espacio desierto durante muchos años. Pero en 1906 asumió la presidencia de la sociedad Manuel Güiraldes (padre del escritor Ricardo Güiraldes), cargo que abandonó en 1908 para convertirse en intendente de la ciudad de Buenos Aires por designación de Figueroa Alcorta. Güiraldes fue el encargado de organizar los festejos del Centenario de 1910, de los que la Sociedad Rural se vio beneficiada con la construcción de sus pabellones históricos. En aquel momento, Sociedad Rural y Estado argentino eran más o menos lo mismo, por lo que se entiende que hoy en día irrite tanto a esta corporación la falta de privilegios que siempre tuvo y que consistió en dominar lo público mediante reuniones íntimas en las que obtenían los favores de la “política”. Viejas y nuevas historias del poder y la soberanía popular.

* Diputado Nacional - Frente para la Victoria.
Texto aparecido en Página/12 el 4/1/2013
con el título "La Rural y los favores políticos" 

martes, 1 de enero de 2013