Por Pepe Subizar *
Néstor
vino a cambiar la historia. Ya lo sabemos. Vino junto, codo a codo, con
Cristina. Prometían un país en serio. Y cómo cumplieron. Habíamos perdido toda
perspectiva. Ofrecer un país en serio en aquel país vaciado, roto, desgajado y
todo dado vueltas era –fue- ultrarecontrarevolucionario. Estas líneas son en
primera persona porque –me parece- es una buena referencia. Nos permite tomar
conciencia de lo que los procesos colectivos hacen en nosotros.
Yo no lo voté. Peor. Yo
hice campaña en contra. Cuando me preguntaban, yo decía “¿cómo voy a votar al
candidato de Duhalde con Scioli de vice?” Poco me duró. Mientras veía su
asunción me di cuenta de que me había equivocado. Lo veía mezclándose en la
Plaza con la gente como uno más en esa plaza a la que ningún político podía
bajar, en esos días en los que “se tenían que ir todos”. Lo veía moviendo el
bastón presidencial para acá y para allá, jugando como pibe al que le regalan
lo que le había pedido a los reyes. Lo veía y lo escuchaba dando ese discurso
de asunción en el Congreso. Y pensaba “me equivoqué”. Y tenía razón.
(Paradojas del destino. Al
comienzo de la segunda década infame también me equivoqué. Mejor dicho, peor.
No me equivoqué porque no pude. Estaba viviendo en Neuquén. Y no voté. Igual
hacía campaña. Y decía por fin. Me preguntaban y contestaba “¿cómo no votar la
revolución productiva y el salariazo contra el lápiz rojo de Angeloz?”. Me duró
poco y no por virtudes de Angeloz. Mientras veía la asunción me di cuenta de
que me había equivocado. Veía ese balcón con el tipo rodeado por Alsogaray y su
hija, Isaac Rojas… y decía me equivoqué. Y tenía razón).
Lo más importante que hizo
Néstor desde su gobierno fue la recuperación del campo simbólico. Más allá de
cada una de las enormes medidas que tomó. Ese trabajo de albañil aplicado que
pone cada ladrillo donde tiene que ir. Acomodando cada palabra con su
significado. Arreglando ese teléfono descompuesto en que se había transformado
la política – la condición política, la conducción política-.
Por aquellos días de 2003
no éramos muchos. Todo el tiempo, en cada lugar, la discusión con los
compañeros era constante. “¿Y qué hizo? No hizo nada. Son solo gestos. No le
cuesta nada”, nos decían. Pero esos gestos, eshos guiños de Néstor, eso “que no
le costaba nada”, no había sido hecho por nadie antes.
Nunca antes un presidente
dijo vamos a hacer un país para todos. Y se puso manos a la obra a hacerlo.
Nadie antes había dicho yo
no vine para dejar mis principios en la puerta de la casa de gobierno. Y los
entró con él.
Nadie antes había iniciado
su gobierno amenazado por el ¿diario? La Nazión con durar menos de un año si no
cumplía con el pliego (que incluía el plan de gobierno que debía aplicar) que
pretendió alcanzarle Claudio Escribano, el jefe de redacción del diario que
Bartolomé Mitre fundó para contar la historia como él quería que fuera. Y
terminó su mandato haciendo todo lo contrario. (Ellos sí tuvieron en claro
quién era Néstor desde siempre).
Nadie antes había dicho
esta deuda es injusta. Y decidió que esa deuda no iba a pesar sobre los hombros
de su pueblo.
Nadie antes había dicho yo
soy hijo de las Madres de Plaza de Mayo. Y las incluyó en cada una de las
políticas de Memoria, Verdad y Justicia que encaró. Y que fueron su plan de
gobierno.
Nadie antes había dicho
esta Corte Suprema es una vergüenza. Y la cambió por otra democráticamente construida.
Nadie antes tuvo una
ministra de defensa. Nadie antes tuvo una ministra de economía.
Nunca antes un presidente
pidió perdón como integrante del Estado por los crímenes que cometió la
dictadura. Y lloró mientras lo decía.
Nadie antes dijo la
dictadura no tiene lugar en nuestras fuerzas armadas. Y bajó los cuadros en el
colegio militar.
Nadie antes dijo la
iglesia asesina no tiene nada que ver con nosotros. Y mandó al capellán militar Baseotto a buscar trabajo
digno (que por supuesto no consiguió).
Nadie antes tuvo unos
mocasines que reflejaran tan fielmente cuan el pueblo era.
Nadie antes le había dicho
al rey de España yo no puedo decirle su majestad.
Nadie antes había dicho el
de Estados Unidos no es nuestro proyecto. Y le dijo no al Alca y se juntó con
sus amigos Hugo y Lula para refundar y fortalecer el proyecto de Patria Grande
que pensaron San Martín y Bolívar.
Nunca antes un presidente
había dicho somos todos iguales. Y cuando fue legislador impulsó y votó la ley
de matrimonio igualitario.
Nunca antes un presidente
fue compañero de su pueblo.
Nunca antes alguien bajó
un cuadro para crear miles. (Néstor hiciste florecer mil flores).
Nunca antes un presidente
electo le había pasado la banda presidencial a una presidenta electa.
Nunca antes un presidente
le dijo asesinos a los asesinos. Y se
puso al frente de la investigación por el crimen de Mariano Ferreyra. Y aportó
el primer testigo contra Pedraza.
Nunca antes alguien había
puesto el corazón en construir un país más justo. Y se le había roto en eso.
* Publicado en/por Identidad Colectiva
http://www.identidadcolectiva.com.ar/
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