Hugo Alconada, operador periodístico de La Nación, dijo que
ellos tenían la información del informe Panamá Papers desde hace meses. Y contó
que se lo informó al presidente argentino, Mauricio Macri,
hace un par de días.
¿Es descabellado suponer que todos lo sabían desde el
principio? ¿Es descabellado pensar que Blaquier también lo sabía desde mucho
antes y que sabía que se iba a publicar y se suicidó? ¿O lo mataron?
Perfil del 21 de febrero pasado cubre el entierro de Blaquier desde el costado policial de la muerte. Y hace referencia a las multiples propiedades del empresario. La revista Caras del 23 de febrero, dos días después, lo muestra contado desde quienes asistieron al entierro. Las fotos que publica Perfil del entierro de Martin Blaquier no muestran entre los asistentes ni consternación ni pesadumbre ni congoja. De hecho se ve en una de ellas, a Mauricio Macri, Juliana Awada y al sacerdote que da el responso riendose tentados. Las fotos están más cerca de mostrar un casamiento al aire libre que el entierro dolido de despedida por una muerte violenta y subita.
¿Por qué los medios
instalaron que a Nisman lo mataron y Martín Blaquier se suicidó?
La comunicación corporativa instala la construcción de
sentido hegemónica. Por un lado promociona
lo que los poderes hegemónicos están interesados en dar a conocer. Y por
otro silencia aquello que esos mismos poderes deciden ocultar al conocimiento público.
Así
los medios hegemónicos solo dan a conocer dos tipos de información: La
que ellos necesitan que el lector de medios conozca porque su difusión
los beneficia y la que descontextualizan para que no pueda armar el
rompecabezas donde una información encaja con otras que le otorgan
sentido lógico. Promocionan o silencian como parte de una misma construcción comunicacional.
Con la información que los medios le proporcionan a sus lectores pudo suceder cualquiera de todas estas posibilidades:
Que a Alberto Nisman lo hayan asesinado
y a Martín Blaquier también.
Que a Alberto Nisman lo hayan asesinado
y Martín Blaquier se haya suicidado.
Que Alberto Nisman se haya suicidado
y Martín Blaquier haya sido asesinado.
Que Alberto Nisman se haya suicidado
y Martín Blaquier también.
¿Por qué los medios eligen una sola de todas esas posibilidades y descartan de plano cualquiera de las restantes?
La muerte de Nisman y la posterior instalación mediática que afirma que no se suicidó sino que lo asesinaron fue una más de las tantas operaciones que integran los
actuales procesos destituyentes en Suramérica, que comenzaron en 2005 cuando
quedó clausurada la posibilidad de que Estados Unidos sostuviera al
ALCA como política para el continente sur.
Esa operación de intento de desestabilización contra el gobierno argentino de Cristina Fernández de Kirchner
que tuvo y tiene como mascarón de proa al fiscal Alberto Nisman, su denuncia y
su muerte, comenzó el 16/12/2014 con el nombramiento de Oscar Parrilli
como jefe de la secretaría de inteligencia con el objeto de reformular
la inteligencia estatal y presentar una nueva ley de inteligencia.
Esa operación aún continúa. Como en un policial típico, los medios acomodaron el cuerpo de Nisman donde necesitaban ponerlo para mostrarlo como un crimen.
La muerte en términos similares de Martín Blaquier no hace otra cosa que poner en duda la verosimilitud de la operación destituyente. Y tal vez por eso los medios la muestran como un suicidio indubitable.