Durante los años noventa, muchos nuevos ricos y empresarios se vieron favorecidos por un Estado que -a la vez que se reducía a su mínima expresión- les dejaba campo orégano a negocios turbios y dinero fácil.
A medida que el país se empobrecía, ellos aumentaban su capital. Así fue como muchos de ellos se fueron a vivir a countrys y barrios cerrados cuyos límites hacían de biombo reversible que al mismo tiempo les tapaba la visión de un afuera desgajado y escondía el verdadero volumen de su crecimiento económico.
Por esos mismos años, surge un auxiliar de la justicia no suficientemente valorado por jueces y fiscales: la revista Caras. Cada semana, nuevos ricos y empresarios le mostraban cómo era su vida en medio de las propiedades que hacían de escenografía en las fotos que la revista publicaba en sus páginas. No hacían lo mismo cuando debían contestar los formularios impositivos a sus contadores.
El pasado miércoles 12 de febrero los diarios publicaron información sobre una serie de robos cometidos en el country Los Lagartos, al norte del conurbano bonaerense. Los mismos vecinos que suelen indignarse por la falta de presencia policial, en este caso se indignaban precisamente porque un grupo de 150 policias buscaban a los ladrones dentro del country.
Según las diferentes coberturas periodísticas, los ladrones habrían alquilado una propiedad dentro del country sin que sus propietarios avisaran de la operación inmobiliaria a ninguna autoridad. Esas mismas coberturas también dijeron que esa operatoria sucede más que habitualmente. En el barrio le dicen operación en negro. Los espacios burgueses le dirían alquiler blue.
Y el costoso sistema de seguridad privada no habría percibido nada anormal.
La Nación y el Diario Popular informaban que la policía bonaerense daba cuenta de la denuncia de tres casas víctimas de robo pero, sin embargo, vecinos de Los Lagartos puntualizaban que los domicilios robados eran por lo menos cinco. En sus coberturas informaban que los ladrones cometieron los ilícitos a cara descubierta pero con guantes.
Como si no quisieran dejar sus huellas en los objetos robados pero no se preocupasen porque las víctimas les viesen las caras. Como si actuasen con la certeza de que los propietarios de las casas asaltadas salían más perjudicados dando a conocer que habían sido robados que si sufriesen los daños en silencio.
Según las diferentes coberturas periodísticas, los ladrones habrían alquilado una propiedad dentro del country sin que sus propietarios avisaran de la operación inmobiliaria a ninguna autoridad. Esas mismas coberturas también dijeron que esa operatoria sucede más que habitualmente. En el barrio le dicen operación en negro. Los espacios burgueses le dirían alquiler blue.
Y el costoso sistema de seguridad privada no habría percibido nada anormal.
La Nación y el Diario Popular informaban que la policía bonaerense daba cuenta de la denuncia de tres casas víctimas de robo pero, sin embargo, vecinos de Los Lagartos puntualizaban que los domicilios robados eran por lo menos cinco. En sus coberturas informaban que los ladrones cometieron los ilícitos a cara descubierta pero con guantes.
Como si no quisieran dejar sus huellas en los objetos robados pero no se preocupasen porque las víctimas les viesen las caras. Como si actuasen con la certeza de que los propietarios de las casas asaltadas salían más perjudicados dando a conocer que habían sido robados que si sufriesen los daños en silencio.
El auxiliar de la justicia sigue apareciendo en los kioscos de diarios cada quince días. (Ahora también hace sus aportes Hola Argentina).