jueves, 10 de octubre de 2013

jueves, 3 de octubre de 2013

Números


Por Julio De Vido*

Sin dudas, uno de los pilares de este modelo de crecimiento con inclusión social, luego de la debacle neoliberal, fue la decisión del ex presidente Néstor Kirchner de tomar y sostener un camino distinto en materia de tarifas de servicios públicos. Durante la década del ’90, luego de las privatizaciones, se habían dolarizado las tarifas, lo que se traducía en pérdida de competitividad de la economía, menor poder adquisitivo para los salarios y rentabilidades exorbitantes para un puñado de empresas energéticas, en su mayoría extranjeras.


Desde entonces, persiste un corifeo que reclama de manera constante y sonante, sin otra alternativa que no implique castigar a los usuarios, volver a ese esquema de tarifas dolarizadas. Pero en su análisis sesgado intencionalmente omiten un dato económico clave: la energía en la Argentina tiene costos en pesos y resulta muy competitiva respecto de otros países de la región.


Esto es así porque los costos deben medirse independientemente de quien los pague, es decir si lo afrontan los consumidores o lo subsidia el Estado, lo que en todo caso forma parte de una concepción política inclusiva de promover el consumo y el mercado interno. Medido en valores constantes, el costo promedio de generar un megavatio en nuestro país es de 66 dólares, es decir un 15 menos que en Brasil (que tiene un 80 por ciento de energía hidráulica), un 50 por ciento de lo que se paga en Chile. De la misma manera, se paga por millón de BTU (British Termic Unit) de gas menos de seis dólares, lo que está ostensiblemente por debajo de los 24 dólares que se pagan en Brasil.


Pero no sólo los costos son los menores de la región, también es sustancialmente mayor el consumo per cápita de energía, que es un indicador indubitable de calidad de vida y actividad económica: 329 por ciento más que Brasil, 184 por ciento más que Chile y 174 por ciento más que Uruguay. Estos niveles son exactamente el doble de los que teníamos en la Argentina neoliberal, de las tarifas dolarizadas.


En consecuencia, esta política de sostener y promover valores de energía competitivos para impulsar el consumo ha sido con frecuencia calificada como “populista” por los defensores del libre mercado que cuestionan los subsidios a los servicios públicos por considerarlos un gasto innecesario. Los resultados de cada década constituyen una refutación más que contundente: cuando en nuestro país se aplicaron las políticas que ellos promueven, las industrias se fundieron, la desocupación llegó al 25 por ciento y miles de compatriotas se vieron condenados a la miseria, y lo peor, a la desesperanza. En cambio, con este modelo económico se crearon cinco millones de puestos de trabajo (menos de un dígito de desocupación), el parque automotor pasó de cinco a once millones de vehículos y la pobreza se redujo drásticamente, con los salarios, tanto mínimo como promedio, más altos de América latina.


Todo esto tiene que ver con la fuerte promoción al sector productivo que significa pagar el gas y la electricidad al costo más competitivo de la región, al mismo tiempo que el gasto en estos servicios pasó de representar el 20 por ciento de los ingresos de los hogares a menos del tres por ciento. Esa diferencia brinda a la industria condiciones inmejorables de competitividad, que en su mayoría se vuelca al consumo, lo que redunda en una mejor calidad de vida y en un fortalecimiento del mercado interno que de manera virtuosa impulsa los niveles de actividad y empleo.


Por ello, sería bueno que en esta época electoral, en la que se discute si profundizar el rumbo o se buscan alternativas, cada candidato exponga qué propuesta tiene en relación con las tarifas de energía. Seguramente no la pueden explicar porque es inconfesable y bajo enunciados generales como “replantear la política energética”, como señaló hace algunas semanas un intendente que disputa una banca de diputados en la provincia de Buenos Aires. Se esconde retornar a esa Argentina con tarifas alineadas a los precios internacionales, es decir pagando en dólares la energía que se produce en pesos y la eliminación de los subsidios para todos los sectores.


Por eso vamos a seguir trabajando para profundizar el rumbo, procurando mantener y mejorar la competitividad de los costos de la energía, siempre en pos de que todos los usuarios accedan a los servicios en igualdad de condiciones, estén donde estén, sin ciudadanos de primera y segunda, como proponen algunos, y no para asegurar las ganancias de unos pocos, sino la inclusión de todos los argentinos.


Este proyecto que conduce la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, es claro en sus objetivos y lo respaldan diez años de crecimiento, que no fueron a costa de endeudar a las próximas generaciones, sino de la firme decisión de poner nuestros recursos al servicio del desarrollo y la calidad de vida de todos los argentinos.


* Ministro de Planificacion Federal, Inversión Pública y Servicios de la Nación Argentina. Texto publicado por Página/12 el 3/9/2013 bajo el título "Competitividad energética".

martes, 1 de octubre de 2013

Miedos

"Existe un proyecto político sobre la construcción social del miedo. El Montaje mediático de un fenómeno como la inseguridad, combinado con relatos de víctimas de robos, genera una preocupación generalizada. 
Si analizamos fríamente otros problemas de la Argentina, la inseguridad no merecería estar en el primer o segundo lugar del ranking de preocupaciones".

"Sería injusto hablar de una cultura villera ligada a la apología de la violencia, el consumo de drogas o el robo. 
Son clichés que se construyen para que haya un maldito al que queremos ver eliminado. 
El discurso del más poronga, el que la tiene más grande, es el que avanza no solamente entre los villeros, sino también entre las clases medias y medias altas. 
Tenemos que ser capaces de entender que cuando hablamos de violencia o inseguridad necesitamos de una mirada que nos permita distinguir el problema de lo diario. 
Salirnos de nuestro cómodo lugar pequeño burgués. 
Hay una vida cotidiana llena de vitalidad y amor que sigue siendo casi única en América latina. Niveles de solidaridad y compromiso que hablan de una sociedad que todavía tiene mucho para salir adelante. 
Probablemente estemos en condiciones de dar debates sobre la violencia para construir, y no solo para defendernos. Hay una experiencia política de los sectores más populares con organizaciones piqueteras, unidades básicas y nuevas militancias. 
Se ha vuelto cotidiana la militancia en los barrios. 
Están intentando construir de otra manera y, paradójicamente, no sé si lo estamos pudiendo leer y conocer".

Cristian Alarcón, cronista de época.
Entrevistado por Graciela Pérez
para Miradas al Sur del 29/9/2013

domingo, 29 de septiembre de 2013

Naciones unidas


Cristina Fernández de Kirchner
Presidenta de los cuarenta millones de argentinos
24/09/2013
Nueva York, Estados Unidos de Norteamérica
68º Asamblea General Anual de la ONU

domingo, 15 de septiembre de 2013

Inventarios


Cristina Fernández de Kirchner
Presidenta de los 40 millones de argentinos 
9 de septiembre de 2013
En la nueva Casa de la cultura
Villa 21 - Barracas
Ciudad de Buenos Aires

domingo, 8 de septiembre de 2013

La palabra podrida


(Aviso aparecido el 5/9/2013 en distintos diarios de Argentina)



A los Mauricios 
les molesta que los estudiantes 
recuerden el 11 septiembre 
pero no por Domingo Sarmiento 
sino por Salvador Allende.

Les molesta que hagan suyo el 16 de septiembre de 
La noche de los lápices.

Que los pibes discutan la educación que reciben.

 Mauricio que es Macri 
es el mismo que hace meses intentaba dejar 
la educación de la ciudad de Buenos Aires 
sin las coordenadas que sirven para entender 
las cosas en su historicidad: el tiempo y el espacio. 
Quería sacar de la curricula Historia y Geografía.

Y en el texto de este aviso apunta a eso. 
Apunta a correr, apunta a tapar poniendo escondidos 
en dos entre nueve párrafos
los verdaderos motivos por los que le molesta que 
los pibes tomen sus escuelas.
Pudre las palabras.

Los pibes no pueden tomar las escuelas
porque perjudican 
a las madres que  tienen que dejar allí a sus hijos 
para ir a trabajar.
Los pibes no pueden tomar las escuelas  porque así no pueden enseñar las maestras que quieren hacerlo.
Si toman las esculas repiten y bajan las inscripciones
supone el aviso que pudre las palabras.
Que las hace decir lo que no quieren.
  
Septiembre es el mes en el que la naturaleza 
se empieza a despertar.
Septiembre es la antesala de octubre,
el mes más revolucionario.

A eso le tienen miedo
Los Mauricios.







jueves, 5 de septiembre de 2013

Inseguridad periodística III


El material que ves en este post 
apareció publicado en
la edición del 14 de julio de 2013 
en el ¿diario? La Nazión.

Se promocionaba en la tapa 
continuaba en la sección "Seguridad"
y era acompañado por una columna de opinión.

Si uno chequea el archivo web del ¿diario? de ese día
puede comprobar que lo que La Nazión ofrece 
para la consulta es la columna de opinión.

Para encontrarse con el texto que aparece en la tapa 
y tiene la centralidad de la sección 
(lo que da sentido a la nota de opinión) 
el lector tiene que clickear en la opción "ver más".




Al material completo lo podés leer en 
las imágenes que acompañan este post
o

El texto es el final de un tríptico
del que ya hablamos
y que hacía referencia a la seguridad en
Lomas de Zamora, Tigre y Capital Federal.

¿Qué opinás?
(¿Y tus miedos? ¿cuáles son?)

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Cucos

Cuando era chico, si no comías, los mayores te decían que te iba a llevar el viejo de la bolsa. En el medio de la noche oscura veías una sombra y se te ocurría que venía un monstruo. Antes de irte a dormir mirabas bien mirado abajo de la cama. Un mueble corrido tarde tarde te podía sonar a rugido de león. Tenías miedo de los bichos porque podían ser venenosos y si te picaban te podías morir. Cuando eras chico todo eso pasaba. Pero a nadie se le hubiese ocurrido pensar que eso era inseguridad. No había ninguna duda. Era miedo.

Durante años y años miles de niños escucharon historias  cuyo único fin era atemorizarlos. Clásicos de la literatura surgieron como cuentos de autor anónimo y fueron repetidos como un rumor. El nudo de todas las historias discurrían entre un perfume cuya esencia era "cuidado, afuera, todo es peligroso". Y contaban las peripecias de los protagonistas -que, claro, desoían las advertencias, salían y- para volver al lugar seguro, debían vérselas con lobos, brujas, hechiceros, monstruos...

Caperucita salía cándida con una canasta hacía la casa de su abuela, y debía enfrentarse con un lobo (que en el medio, también, se comía a la ancianita). Era salvada por un cazador que mataba al lobo. La bella durmiente, por escapar de la poderosa reinabruja, terminó en un bosque trabajando en una casa para siete enanos y cuando se quedó sola fue abordada por una mujer que la envenenó proporcionandole una siesta de cien años. Fue salvada por un príncipe que andaba con su ejército por el bosque. Hansel y Gretel desoyeron a sus padres, se perdieron en el bosque y terminaron prisioneros de una bruja que esclavizó a Gretel y pretendía comerse a Hansel. En un descuido de la hechizera escaparon. La bruja murió asesinada. Los tres chanchitos huían por el bosque perseguidos por un lobo hasta que encontraron una casa blindada. A Pinocho hasta lo tragó una ballena, luego de innumerables padeceres casi siempre vinculados a estafas que lo tomaban como víctima.
Hoy los medios de comunicación cuentan las mismas historias pero esta vez los que las escuchan son los grandes. "Cuidado, afuera, todo es peligroso", siguen diciendo. Transportan el rumor que otros, anónimos, crean. Que todos sepan que el bosque es peligroso.


Hoy tampoco hay ninguna duda. Es la construcción del miedo. Le dicen inseguridad.