Desarrollamos la transgenética para que los tomates no se pudran nunca, las manzanas sean todas redondas, las naranjas sean todas del mismo tamaño, los lechugas no se quemen con las heladas, la soja resista las plagas, las vacas coman alimento balanceado y en cualquier momento las plantas crezcan en un vaso y se riegen con un gotero.
Hemos perdido capacidad de espera. Hemos perdido sentido común. Hemos perdido el gusto. El oido. La vista. La sensación de Placer. La conciencia de estar aprehendiendo.
Pareciera que por estos tiempos todo tiene que ser ahora ya y a medida. Las noticias también.
Las noticias no nos cuentan con qué genérico están hechas. Nadie nos cuenta su fórmula. Su posología. Si carecen de acción terapéutica. Vienen sin contraindicaciones, reacciones adversas, sin pautas a seguir en caso de sobredosis. Y sin antídoto. Y así nos hacemos daño sin darnos cuenta.
(A estas alturas no vamos a andar aclarando que la objetividad no existe -y está muy bien-. Pero molesta y hace daño que se nieguen a decirnos dónde está parado cada uno, desde dónde es subjetivo cada quien.)
Las noticias vienen envasadas al vacío desde dónde las fabrican. Sin avisar. Laboratorios medicinales fabrican noticias sobre salud. Bancos fabrican noticias sobre economía. Empresas de seguridad fabrican noticas sobre miedo. Canales de televisión fabrican noticias sobre mediciones de audiencia. Y los medios las publican. Sin avisar. Los medios no dicen está sección es Laboratorios medicinales, esta es Bancos, esta el empresa de seguridad...Y uno se sirve donde dice alimento pero come otra cosa.
El periodismo fue, es y será un oficio de contacto. Cómo muchos otros oficios terrestres va al encuentro de la realidad para contarla. Sin embargo los trabajadores de prensa salimos de la última década del siglo pasado como un colectivo empobrecido en nuestros recursos para acceder -y para contar- lo que veíamos.
Como parte de un proceso que comenzó mucho antes pero que tuvo particular intensidad entonces, las redacciones y las oficinas de producción dejaron ir, "retiraron voluntariamente", trabajadores de prensa calificados como una manera de reducir costos y agrandar ganancias. Estos periodistas trasvasaban conocimientos en quienes con el tiempo pasarían a ser trabajadores de prensa calificados. Esa cadena se rompió. Así hoy editan muchas personas que han llegado al puesto sin oficio. Muchos de ellos trasvasarán "no conocimientos" en generaciones futuras.
Muchos dueños de medios, cual propietarios del ministerio de la verdad de 1984 juegan con la idea de que todo lo que uno escribe a la noche, será borrado en la mañana, y lo de la mañana en la tarde. Apuestan a un periodismo moderno y sin memoria en el que quienes los ven y los leen no saben que alguna vez ellos mintieron (siendo generosos, claro).
Construyen condiciones de trabajo en las que un mismo trabajador de prensa hace espectáculos en un canal, policiales en un diario y economía en una radio. (Y) no conoce de ninguno de los temas. No alcanza a sopesar lo que ve. Y le cuesta contarlo. En medio de esa carrera de obstáculos hacía la realidad fue que surgieron estas formas geneticamente transformadas que llamamos noticias.
Antaño uno escuchaba decir que la programación era eso que uno veía o escuchaba entre tanda y tanda. Con la información pasa algo parecido. Es eso que sucede entre las noticias.
Las noticias son información transgénica. Pero nosotros no somos Perros de Pavlov.
(Continuará...)
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