CRÓNICA es popular. Viaja con la
gente, en tren o en colectivo. Sus noticias se van sumando a la página con la
misma prisa de los pasajeros. Empujan y entran.
Crónica se lee en el viaje al
trabajo. O en viaje a su búsqueda. O en los mates compartidos después del
regreso diario. Crónica hace la fila en el hospital público. Es de Boca o de
River. O de un equipo del ascenso. Crónica puede contar cualquier deporte si es
la gesta de una selección nacional. Tiene posturas claras. Por eso cada vez que
habla de Inglaterra dice Piratas. O cuando habla de Estados Unidos dice Yankis.
Crónica Espectáculos es cada fama de
cada cinco minutos de fama.
Crónica no aumenta de precio los
días que trae suplementos. Casi no hay tiempo para leerlos. No acostumbra
publicar fascículos. Su lector no tiene plata ni lugar para coleccionar.
Crónica se ocupa de la timba y las
carreras porque es la forma en la que muchos
imaginan mejorar su vida. Por un golpe de suerte.
Crónica es la historia de esa
fidelidad con su gente.
(Hoy, Crónica es propiedad de un
grupo inversor vinculado a la UOM y a FORJAR. Ya no es Héctor Ricardo García,
ni Ariel Delgado, ni Marta Ferro. A Clarín ya no le interesa comprarlo, como
históricamente intentó. Para derrotarlo tuvo que esperar que García fuera
procesado por evasión impositiva. Y publicar gratuitamente La Razón durante
años. Crónica hoy es otra cosa. Aunque todavía persisten girones de aquella
historia).
-Este texto fue escrito en octubre del 2008. Ayer, cuando un grupo de trabajadores de Ford intentó cortar la autopista Panamericana en reclamo por el despido de 16 trabajadores, CrónicaTV fue el único canal en el podías enterarte de lo que estaba pasando por el zócalo y el relato. En el resto de los canales de noticias solo interesaba transmitir una angustiante sensación de caos vehicular y humano e inminente represión de la protesta-
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