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miércoles, 11 de julio de 2012

Ella tiene la brújula que perdieron unos cuantos


La felicidad de la gente II

La derecha y la oposición suelen poner a la Televisión Digital Abierta y a Fútbol Para Todos como dos espacios donde el gobierno nacional gasta un dineral que le quita a la construcción de escuelas, hospitales, museos, transportes, seguridad...

Desde el campo popular algunos les discuten en esos términos y confrontan partidas de dinero. Y no está mal.
Sin embargo no es ese el punto. Televisión Digital Abierta (TdA) y Fútbol Para Todos (FpT) son otra cosa. Lo que está en discusión no es una partida de dinero. Es la felicidad de la gente. Televisión y Fútbol son parte de una política de comunicación multiplicadora. Nacional, Popular y Democrática.

TdA es una Argentina que puede ver Canal 7, Encuentro, Paka Paka, Telesur, cine fuera del circuito comercial, y un montón de otras señales sin poner un solo peso.

FpT son millones de pibes que desde que nacieron no habían visto al equipo de sus amores por la tele. Que para ver fútbol profesional tenían que irse a un bar o a una estación de servicio y pagar una consumisión para poder estar un rato frente a un aparato de televisión. Como bien dice el periodista Javier Vicente, FpT es el fútbol que enfrentó a los profetas del odio. Es la democracia hecha mensaje. Entregar la transmisión a los canales que gratuitamente puedan pasarla. Completa. Una comunicación del gobierno nacional para el pueblo, sin intermediarios. A tanda plena. Por múltiples canales. Eso no tiene precio.

Televisión Digital Abierta y Fútbol para Todos hablan de "la felicidad de la gente. Esa especie de aspiración  más o menos eterna de los seres humanos. Para estar bien física y espiritualmente, ¿nos sirven estas tecnologías o no nos sirven? Cuando tenemos las máquinas hay que pensar para qué nos sirven".

Porque "el desafío  ante el que nos encontramos los que nos preocupamos por la comunicación -y ahora preocuparse por la comunicación es preocuparse por lo que pasa en todo el mundo- justamente por el hecho de las nuevas tecnologías, es pensar qué vida queremos para nosotros".

Nada más. Y nada menos.

La felicidad de la gente

"...Son preguntas globales en las cuales todos tenemos que pensar, pero a su vez yo mismo me pregunto acerca de las cosas en que creía hace  algunos años, y no es que ahora he dejado de creer sino que hoy se me hace más complejo buscar soluciones o respuestas. Quiero hablar sobre algunos mitos, y me voy a poner en abogado del diablo. Mitos por los cuales algunos países creen que si no fuera por los malos de afuera todos estaríamos bien. Entre los malos de afuera están los que nos prestan dinero y después nos quieren cobrar con intereses inadecuados; están los que nos mal-informan sobre nosotros mismos; están los que nos quieren vender artefactos electrónicos, satélites, fibras ópticas, etc."

"Ese criterio yo creo que es una especie de mito de nuestra propia inferioridad y me parece que habría que empezar a replantearlo. A mí me preocupa mucho lo del NOMIC, porque es cierto todo lo que se dice, pero más me preocupa el orden nuestro de la información ¿Qué pasa con nosotros? ¿Qué pasa con los argentinos, con los latinoamericanos, con los del Tercer Mundo? Porque es cierto, yo soy obviamente enemigo de todos los monopolios de la información. Se nos puede decir que estamos mal informados porque las grandes agencias transforman, deforman, sesgan nuestra información. Cuando yo estaba en México exiliado, las únicas informaciones que hablaban de la Argentina en el sentido real de lo que estaba pasando eran de muchas de esas grandes agencias; en cambio las agencias nacionales argentinas nunca hablaban de los desaparecidos que están ahí en listados (señala la lista de periodistas desaparecidos detrás del panel)".

"(...) Es cierto lo que decía el compañero, ¿para qué vamos a pedir satélites, fibras ópticas, si no tenemos máquinas de escribir?"
"Aquí hay un grave riesgo de dar soluciones técnicas a problemas que son esencialmente políticos. Yo diría casi filosóficos ¿Se trata de que nuestros países tengan el mismo sistema informativo que los países desarrollados, y entonces tener un equilibrio? ¿Se trata de que la brecha tecnológica, que es absolutamente incubrible, se cubra para ser como los otros? El problema es si deseamos cubrirla, no si podemos cubrirla. Cuando hablamos de subdesarrollo en realidad estamos hablando de otra cosa, que es el desarrollo. Hoy en el mundo entero, y por supuesto en nuestro país, pareciera que el tema central es ver cómo podemos ser como los países desarrollados. Entonces la pugna del desequilibrio aparenta estar en que tenemos que lograr ser como los otros. Para mí la pregunta central es si queremos ser como los otros".

"¿Qué quiere decir este desequilibrio? ¿Quiere decir que en los países desarrollados los sistemas informativos son adecuados? ¿Quiere decir que se asegura más el sistema democrático en los países desarrollados por el sistema de información avanzado, porque tienen las grandes agencias, porque tienen las redes televisivas, porque tienen los satélites, etc?"

"Yo no tengo respuestas claras, tengo algunas intuiciones, a mi no me interesan los satélites no porque cuestan 300 millones de dólares. No me interesan porque antes de preocuparme por tener satélites quisiera saber para qué los queremos. México y Brasil son dos países que tiene satélites nacionales, nosotros los tenemos alquilados. No hay practicamente país en el mundo que no tenga transmisión vía satélite. En México y en Brasil la mayor parte de la capacidad de esos satélites está inutilizada porque no sabe que hacer con ellos".

"¿Para qué queremos satélite? Aparentemente porque  queremos ser como nos dicen que deberíamos ser, porque queremos aprovechar estas nuevas tecnologías en un sentido que todavía no sabemos adonde se dirige ¿Por qué pensar que todas las tecnologías existentes son deseables si estamos pensando no en el desarrollo material, es decir no en una especie de abstracción que es el desarrollo económico del país, sino en el bienestar concreto de los ciudadanos, de nosotros?" 

"Hay un viejo vicio de la derecha y de la izquierda: creer que cuando los problemas económicos se resuelven -y se cree que los problemas económicos se resuelven como lo hacen los países llamados desarrollados- todos vamos a estar bien. Lo contrario también es cierto. Cuando la gente se muere de hambre, por lo tanto no está bien, está muerta, pero el modelo de desarrollo, de existencia cotidiana de los otros países queda demostrado que no produce el bienestar de la gente." 

"Estoy hablando de la felicidad de la gente. Esa especie de aspiración más o menos eterna de los seres humanos, para estar bien física y espiritualmente, ¿nos sirven estas tecnologías o no nos sirven? Cuando tenemos las máquinas hay que pensar para qué nos sirven, cuando somos dependientes y cuando imitamos modelos nos quejamos, pero primero hemos traído las máquinas".

"(...) El desafío ante el que nos encontramos los que nos preocupamos por la comunicación -y ahora preocuparse por la comunicación es preocuparse por lo que pasa en todo el mundo- justamente por el hecho de las nuevas tecnologías, es pensar qué vida queremos para nosotros y no solamente cómo podemos ser iguales a los países que hoy se llaman desarrollados".


Héctor Schmucler
Junio de 1986, Buenos Aires
Sociólogo y Semiólogo
Investigador del 
Instituto Latinoamericano 
de Estudios Transnacionales