Existió una época en Buenos Aires en la que existían solo cinco canales de televisión. Y uno de ellos apenas podía verse, por problemas de señal. Y era todo en blanco y negro. Y no había cable. Y las programaciones eran de 12 horas. Y había solo un par de horas de noticiero. Y un par de horas de programas para niños.
En esa época existió
Alejandro Argentino Saúl Romay. El zar de la televisión.
En esa época, como hoy,
cada cuatro años había mundiales de fútbol. Y todos se empeñaban por los
siguientes cuatro años para poder tener los derechos del mundial. Hasta el
canal que casi no podía verse. Todos menos uno: Romay. ¿Y por qué?
Alejandro Romay había
hecho del canal 9 un sello. El canal de las telenovelas, los noticieros
sensacionalistas, los programas de sorteos, grandes valores del tango, feliz
domingo, los decorados “que daban precario”… La marca de Romay era menor costo,
mayor beneficio. Cómodo “único tercero” en todas las mediciones del rating.
Cada cuatro años los otros
cuatro canales pagaban montañas de dinero para dividirse una misma y única
porción de televidentes que devoraban mundial a cualquier hora. Y Alejandro
Romay capitalizaba, sin pagar un solo derecho para el mundial, el resto de los
televidentes, a los que no les interesaba ni un poquito ver un mundial de nada.
Una planificación redonda.
Mauricio Macri, alcalde
itinerante de la ciudad ¿autónoma? de Buenos Aires, pretende –tal vez sin
saberlo- hacer lo mismo décadas después. Podría ser una planificación redonda.
Pero Macri no es Romay.
Para ser presidente
necesita entrar primero, pero a diferencia del otrora dueño de canal 9, con lo
que le dejan del electorado no le alcanza de ninguna manera.
Tiene que dividir su magro
porcentaje entre los varios que desde la misma derecha intenten lo mismo y necesitará
verbalizar mínimamente sus propuestas sin que se note que todavía no cumplió
las anteriores.
Corre el año 2012 y ya demostró
que no puede administrar un par de líneas de subte, dijo que está en contra de la nacionalización de YPF,
fue el único que no acompañó al gobierno nacional en el reclamo ante la ONU por
una negociación con el Reino Unido sobre Malvinas, está a favor de los últimos
reclamos de Hugo y Pablo Moyano, y el año pasado nombró ciudadano ilustre de la
ciudad de Buenos Aires a Federico Franco (¡vaya paradoja de los apellidos! Se llama Franco y
colaboró con el golpe contra el presidente Lugo en Paraguay y le dicen el Cobos
paraguayo), se opuso a vender sus
posiciones en dólares.… y todo a lo que le falta oponerse hasta el 2015. (Si es que para
ese entonces no es condenado en alguna de las tantas causas penales que tiene
abiertas).
Hoy en día pocas cosas son
solo en blanco y negro. Campean los distintos colores por todos lados. Y en
medio de ese arco iris, tarde o temprano las cosas se ven por algún canal.
Para porotear hay que
saber contar.
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