domingo, 31 de enero de 2016

Letra chica

-I-

En los contratos, la letra chica es la parte real de las promesas que hacen las empresas.

Contiene solo la parte que las empresas cumplirán.

Allí figuran las especificaciones técnicas que el texto principal no muestra. Las cantidades de un producto que integran la promoción del aviso. Los locales donde se puede adquirir. Las formas de pago con las que se los puede comprar. Los intereses que se cobran de acuerdo a las cuotas que el comprador elige. El tiempo que dura la promoción.

En la letra chica también puede leerse la visión que la empresa tiene sobre el pasado, el presente y el futuro de una ciudad, de un país, de un continente, de un mundo. Su cuadro de situación. La proyección sobre la que trabajan las empresas. Su mapa de recaudos.

-II-
El banco Santander pone en oferta, después de que el actual gobierno nacional anunciase la liberación del precio del dólar,  un plazo fijo en dólares. Cuando el Santander lanza la oferta para abrir plazos fijos dice que es válida entre el 15 de diciembre de 2015 y el 15 de enero de 2016. En la letra chica también hace la cuenta: dice que si uno deposita 10.000 dólares, un mes después ellos pagarán 10.115 dólares. Y aclara que el Santander de Argentina responde con los fondos propios. Que no existe relación alguna de solidaridad financiera de parte de ningún otro Santander del mundo. Que el Santander argentino es de Argentina.

Eso ya ocurrió antes. En diciembre de 2001 gobernaba el país Fernando de la Rúa. Y su ministro de economía era Domingo Felipe Cavallo. Ellos dos decretaron el corralito bancario. Ese corralito impedía a los ahorristas que habían depositado dólares en los bancos retirar ni los dólares ni los intereses. Por entonces todos los bancos con delegaciones en Argentina comenzaron a aclarar en sus letras chicas que las sedes argentinas respondían a las leyes argentinas y que no existía ninguna relación financiera entre los bancos en Argentina y sus casas centrales en sus países de origen. Ese corralito derivó en cacerolazos y Fernando de la Rúa dejó el gobierno huyendo en helicóptero no sin antes dejar por lo menos 30 muertes a raíz de la represión de las movilizaciones en repudio a su gobierno.

-III-
Hace dos meses, el shopping Galerías Pacífico anunció con las ventas navideñas a la vista que por operaciones de determinado monto, los comercios adheridos de ese centro comercial favorecerían a los compradores con la entrega de unos tickets denominados Pacíficos. Lo hizo tras la liberación del precio del dólar y la devaluación de los salarios de mediados de diciembre pasado. Esos tickets harían las veces de cuasimoneda con la que los consumidores que los tuviesen en su poder podrían comprar más productos en los comercios adheridos de las Galerías Pacífico. Tiempo antes, la cadena de comidas rápidas Mc Donalds ofrecía a los mismos fines los Mc Pesos.

Eso también ocurrió antes. En 2001 y 2002 en Argentina las políticas económicas aplicadas contra los trabajadores hicieron posible que ante la permanente devaluación de los salarios y el aumento de los precios de los productos, casi nadie contase con moneda oficial en sus bolsillos. Así fue como prácticamente cada provincia emitió sus propios bonos con forma de billetes para pagar salarios y para que los trabajadores los utilizaran en los comercios como virtual moneda corriente. En la provincia de Buenos Aires se popularizaron los Patacones. En Córdoba circulaban los Lecor. Y cada provincia tuvo su propia versión de cuasimoneda.

-IV-
Cuando los distintos comercios avisan en las letras chicas de sus anuncios que las tarjetas bloqueadas o inhabilitadas no son válidas para participar de ninguna promoción están poniendo sobre aviso a los compradores de una condición que no debiera ser necesario aclarar. Aclarar que una tarjeta inválida no sirve como forma de pago es como aclarar que no se recibirá plata falsa o dinero ilegal o moneda fuera de circulación. Entonces ¿por qué la aclaración? La puntualización sobre la invalidez de las tarjetas bloqueadas o inhabilitadas es la aceptación tácita de que los comercios esperan encontrarse con un sinnúmero de compradores que intentarán utilizar tarjetas bloqueadas por los bancos emisores.

-V-
En los últimos días volvió a los folletos de ofertas de las grandes cadenas de supermercados algo que había desaparecido de las promociones con el cambio de gobierno nacional: el precio anterior como referencia para marcar un beneficio económico.

Con la devaluación del valor de los salarios, el aumento del precio del dólar oficial y los aumentos de precios provocados por el gobierno de Mauricio Macri, las promociones en los supermercados empezaron a ofertar dos productos al precio de uno, la segunda o la tercera unidad de un producto al 20 o al 30 por ciento del precio de la primera unidad. Pero, las ofertas dejaron de mostrar el precio anterior de los productos.

Mostrar el precio anterior a un valor más barato que el precio de la oferta en cuestión perdía toda razón de ser. El precio anterior del producto era más barato que el precio que se ofrecía como oferta. Un despropósito absoluto. No hacía otra cosa que poner blanco sobre negro la evidente remarcación de precios por parte de los supermercados.

El regreso del precio anterior a las promociones y las góndolas de los supermercados pone en evidencia dos construcciones contrapuestas: por un lado, el continuo aumento de los precios y, por otro, y al mismo tiempo, la caída de las ventas.

Ponen un porcentaje de descuento en el precio de los productos porque no pueden bajar el valor que le adjudican. Eso sería reconocer que no existe una cadena de valor razonable que justifique el precio actual. Y es ese porcentaje de descuento el que pone luz sobre el costado más oscuro: Los supermercados nunca pierden. Por eso la pregunta que surge de esa evidencia es ¿dónde está el piso de su ganancia? 

El porcentaje que patentiza el descuento no es otra cosa que un porcentaje de la ganancia de los supermercados. Poner un 30% de descuento en el precio de un producto lo que está diciendo es: con el precio de lista del producto ganábamos dinero. Con el precio de lista menos el 30% también. Entonces ¿cuánto más pueden seguir bajando?

Por años la economía ortodoxa sostuvo que los productos de consumo masivo podían ser aumentados sistemáticamente porque de todas maneras los consumidores los seguirían comprando ya que recortarían sus gastos en otros rubros para poder seguir adquiriendo las de uso cotidiano. Lo sigue sosteniendo hoy mismo. Sin embargo, esa mirada no tiene en cuenta una modificación en los hábitos de los consumidores.

El programa de Precios Cuidados instalado en los comercios por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner aportó la herramientas necesarias para poner en claro que los aumentos de precios de la mayoría de los productos de la canasta familiar no tienen relación alguna con los costos y los márgenes razonables de ganancia que los productos debieran tener en el curso de un proceso económico racional.

Las empresa usan los avisos para agrandar las virtudes de los productos que ponen a la venta. Nosotros ponemos la lupa y la memoria para ver la letra chica y decidir si los compramos.




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